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Ricardo Raphael

PAN y PRI, empatados

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

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    30 de marzo de 2009

    Faltan poco más de tres meses para las elecciones y los mexicanos ya volvieron a poner en situación de empate a los dos principales jugadores. Tres puntos porcentuales separan al Partido Acción Nacional (27.4%) del Revolucionario Institucional (30.3%). Por el margen de error implícito en cualquier encuesta, puede afirmarse que hoy no hay realmente distancia entre ambas fuerzas políticas.

    ¿Qué pudo haber cambiado durante los dos últimos meses en las preferencias de los mexicanos, como para que el PRI perdiera los cerca de 15 puntos que lo separaban de su más cercano competidor?

    Revisando los números de la encuesta (celebrada para EL UNIVERSAL durante la tercera semana de este mes por la empresa Berúmen y Asociados), destaca la disminución del número de entrevistados que en la edición anterior no quisieron emitir su opinión argumentando que el voto era secreto.

    Durante el ejercicio previo, más de 16% de los entrevistados se defendió a la hora de responder afirmando ese derecho. En cambio, en el último sondeo sólo 6% exhibió la misma actitud. Podría suponerse que antes este segmento no quiso reconocer la duda que todavía pesaba sobre su voluntad, y en lugar de reconocerlo optó por recurrir al silencio.

    Este dato es el único capaz de dar cuenta sobre la reducción en las preferencias del Revolucionario Institucional. Todos los demás indicios carecen de capacidad explicativa: las preferencias del PAN sólo se incrementaron en dos puntos, y por tanto las simpatías previamente asignadas al PRI no migraron automáticamente al partido de la derecha.

    Tampoco se inclinaron hacia el Partido de la Revolución Democrática. De una ronda a la otra, esta fuerza política disminuyó cerca de tres puntos. Por su parte, el resto de las opciones electorales mantuvo prácticamente el mismo resultado.

    Sólo queda, entonces, recurrir a la disminución del número de personas que antes no se hubieran decantado, y que con el avance de las campañas han calibrado mejor su decisión particular.

    Una condena a la que nunca ha podido escaparse el Revolucionario Institucional pareciera estar cristalizándose de nuevo: mientras este partido tiende a ganar en elecciones en las que participa poca población, la derrota le acontece cuando los votantes crecen en cantidad.

    Así parece confirmarlo el sondeo de Berúmen y Asociados: cuando 6% de los encuestados no quiso proporcionar información arguyendo que el voto era secreto, el partido de la Revolución Institucional obtuvo casi 40% de las preferencias. En cambio, una vez que más personas se involucraron en el ejercicio, el PRI extravió una cuarta parte de la intención de voto que antes lo acompañara.

    Algo muy parecido puede pasarle a esta fuerza electoral cuando se tope con el resultado en las urnas durante el primer domingo de julio. Si los mexicanos acuden en cantidades importantes, la diferencia entre el PRI y Acción Nacional será muy corta.

    Otro elemento interesante que puede desprenderse de esta encuesta es la opinión de quienes se asumen como votantes perredistas. De todas las identidades partidarias, estos electores parecieran ser los más reacios a migrar hacia otra opción electoral: 38% de los votantes tradicionales del PRD jamás trasladaría su voto hacia Acción Nacional, y 39% de ellos tampoco lo haría a favor del PRI.

    Se suma también que una buena parte (23%) afirma no tenerle confianza al proceso electoral. ¿Habrán quedado tocados en el PRD por la experiencia de 2006? ¿Les habrá herido también la catástrofe que los líderes de ese partido han tejido, para sí, durante los últimos dos años?

    Sin contar con mayores datos es difícil predecir cuál será el comportamiento electoral próximo de quienes asumen una identidad de izquierda. Sin embargo, es posible especular que gran parte de los votantes cercanos a esa cultura política terminará arrojada a los brazos de la abstención. Si su conciencia no les permite moverse hacia otras opciones políticas —y la propia se encuentra hecha jirones— el voto en blanco o la inasistencia a las urnas caben como salida imaginable.

    Curiosa es la manera cómo esta hipótesis podría jugar a favor del PRI. Si un contingente importante —alrededor de dos terceras partes— de los electores que se inclinaron por el PRD en la elección de 2006 emite su voto en las filas del abstencionismo, el PAN habrá de reconsiderar el papel que jugó para que una cosa así terminara ocurriendo.

    Analista político



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