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Víctor Flores Olea

Slim contra los espectros

Escritor y analista político. Ha sido profesor-investigador y Director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, Embajador ...





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    13 de febrero de 2009

    Las palabras de Carlos Slim sobre la crisis encendieron la pradera pero no la inteligencia de los funcionarios que arremetieron en su contra. El gobierno de Calderón pasa por una de sus mayores vergüenzas.

    El primer espectro designado para responder fue Javier Lozano, secretario del Trabajo. Los pronósticos de Slim, dijo, “son catastrofistas, sin sustento sólido”. Descubre la motivación secreta del empresario: esos vaticinios “obedecen a un buen deseo de que las empresas se abaraten para luego comprarlas”, o que quiere más concesiones en áreas donde no las ha obtenido, por lo que se ha hecho merecedor, “sin represalias, a un llamado respetuoso pero enérgico”.

    El espectro mayor consideró que lo importante no es ver quién genera el pronóstico más grave, sino qué es lo que cada quién puede hacer por México para enfrentar la crisis. Aludiendo a John F. Kennedy, recalcó que más que criticar debiera preguntarse “cuál será su propia conducta de ayuda”. Cualquier crítica, como se ve, es ignorada por los responsables de la política mexicana: “¡Ni los veo ni los oigo”, como en su momento proclamó otro insigne mandatario nuestro.

    Esta serie de pequeños obuses dirigidos contra Slim hizo mover hasta a Agustín Carstens, quien “se comprometió a enviar en los próximos días un paquete de reformas del gobierno federal encaminadas a enfrentar en el corto plazo la emergencia económica”. ¿Hasta ahora nuestro inmóvil espectro comienza a reaccionar?

    Todo indica que él fue el único que se tomó en serio cuando dijo primero que “sólo era un ligero malestar de nuestra economía ante la crisis mundial”. Pero bien, más vale tarde que nunca. La cuestión de fondo es que nuestro gobierno ha estado “engarrotado” ante la crisis. Pequeños discursos van y vienen de parte del Ejecutivo.

    Las noticias del mundo aluden a una preocupación y ocupación mayúscula, mientras aquí escuchamos palabras como “blindaje sin fisuras”, “muy buenas condiciones de la economía”. Es decir, un descarado ocultamiento de la realidad, una desconexión con el mundo real que raya en la esquizofrenia. Y añadiendo, ahora con dedicatoria personal: “Debemos rechazar todos los catastrofismos sin fundamento, particularmente ahora llevados a extremos absurdos, que dañan sensiblemente al país”.

    Para quienes leyeron la intervención de Slim habría un reproche que formularle: su suavidad y sus concesiones al sistema que nos ha empobrecido y abusado hasta estos extremos. Pero para los jerarcas del PAN, devotos a la jerarquía, cualquier idea que difiera de su verdad merece la condena y la censura.

    ¿Qué dijo Slim? Los “catastrofismos” que circulan en todas partes: la especulación con el petróleo, la vivienda, los alimentos, el engaño de inversiones en que no se daba nada a cambio, un mundo financiero y económico como una casa de apuestas en que siempre se ganaría debido a la desregulación y la falta de vigilancia, que es lo que estamos pagando. Y, además, que el PIB en México se desplomará por la caída de los precios del petróleo y de la exportación. Otros pecados señaló: que hay que cuidar el empleo y el ingreso familiar, y que la educación es fundamental, y que la piedra angular de toda economía, incluso la mexicana, requiere de un fuerte mercado interno.

    ¿No es verdad que tamañas herejías merecen la condena eterna? Sobre todo porque se parecen a algunas cosas dichas por Andrés Manuel López Obrador y otros catastrofistas, y porque rompen la devota sumisión que tradicionalmente ha tenido nuestra clase empresarial con el gobierno.

    Escritor y analista político



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