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Jorge Buendía

México y la democracia de las élites



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    20 de enero de 2009

    La democracia exige competencia partidista pero no demanda que los partidos seleccionen a sus candidatos de manera democrática.

    Es más, la democracia como régimen político puede coexistir sin problemas con la autocracia al interior de las organizaciones. Una elección entre dos caciques, y veremos ejemplos de ello, puede ser verdaderamente disputada.

    Lo que define a la democracia es la competencia entre partidos políticos y no lo que ocurre al interior de ellos. Los partidos, como lo señaló Robert Michels en su análisis de la socialdemocracia alemana, son organizaciones oligárquicas.

    Hoy, en México, los principales partidos seleccionarán a sus candidatos a través de métodos poco participativos. Ello no afectará la calidad de la democracia mexicana.

    Además, el mejor método de elección es el que maximiza las posibilidades de triunfo. Si un partido se enfrasca en una cerrada elección interna, y sus rivales no lo hacen, estará en desventaja.

    El Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) han adecuado sus métodos para ser más competitivos bajo las nuevas reglas electorales.

    Lo que hacen es transformar la precampaña en tiempos de campaña. En el caso extremo, si sólo se registra un precandidato, en realidad podrá empezar su campaña desde este 31 de enero.

    Un partido con dos o más precandidatos estará en desventaja frente al partido “autócrata”. La nueva legislación redujo los tiempos de campaña, pero al introducir la figura de precampaña abrió un espacio que hoy utilizan los partidos.

    La democracia interna puede significar ventajas electorales para un partido. En una elección primaria los precandidatos pueden darse a conocer, ganar cobertura mediática y despertar el interés ciudadano.

    Estos objetivos, sin embargo, son imposibles de alcanzar en comicios para elegir candidatos a diputados. Elecciones internas de este tipo generan poco interés entre la población y los medios de comunicación. Además, bajo la nueva ley, partidos y precandidatos cuentan con recursos limitados para promover a cada una de las 300 contiendas. En los casos en los que haya elecciones primarias, pocos estarán enterados.

    En última instancia, ¿cuál será el criterio que militantes y simpatizantes utilizarán para evaluar a su dirigencia: los triunfos electorales o el grado de apertura en la selección de candidatos? Sospecho que las victorias pesarán más.

    Esa es quizá la principal razón por la que un ciudadano se adhiere a un partido.

    jorge@buendiaylaredo.com

    Analista político



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