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Leonardo Curzio

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Se ha desempeñado en el periodismo y la academia. Es conductor del noticiario radiofónico Enfoque de NRM y en televisión participa en el p ...

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    12 de enero de 2009

    Es muy probable que la economía mexicana no crezca este año ni siquiera al 0.1%. Es más, según la estimación de The Economist, podríamos experimentar un retroceso de 0.2%. El gobierno de Calderón rectificó sus primeras y superficiales estimaciones sobre el impacto que la crisis generada en Estados Unidos tendría en nuestra economía y ha decidido dar un primer paso adelante al que supongo seguirán otros más.

    Ha habido una corrección sobre la marcha y como toda enmienda tiene el mérito de enderezar al camino erróneo. El gobierno reconoce hoy lo que hace unos meses negaba, pero no me parecería justo dejar de reconocer dos aspectos en su actuación. La primera es que su supuesta debilidad de origen por las cuestionadas elecciones del 2006 no le ha generado un problema de operación política significativa. La agenda legislativa se procesó (desde lo electoral hasta lo energético) con un alto nivel de convergencia entre las principales fuerzas políticas. Además, en unos cuantos meses el Presidente ha sentado a todos los actores políticos institucionales a firmar sendos acuerdos en los asuntos más candentes (la seguridad y la economía) y ha demostrado una capacidad de convocatoria innegable que coloca a la institución presidencial en el centro desde donde se controla la agenda pública.

    La segunda es que no es un gobierno con una ideología paralizante. Es un gobierno que ha tenido la capacidad de ir adaptando sus decisiones de política a las circunstancias imperantes, incluso dar marcha atrás a decisiones anunciadas. Sería impreciso seguir colocando la etiqueta de neoliberal a un gobierno que promueve el gasto público con singular alegría. Es un gobierno que ha sabido escuchar a la oposición en la calle y enmendar; ha decidido congelar el precio de la gasolina, el gas y la electricidad. Hace unos días esa petición la escuchábamos en los mítines de su principal impugnador. Si solamente se juzgaran los hechos, las decisiones de Calderón podrían comparase con las de un cañón giratorio y no un obús unidireccional.

    La rectificación y la reconducción de la situación por la vía de un acuerdo me parece un acierto. Sin embargo, deberá complementarse con tres elementos que le permitirían a la acción gubernamental marcar un cambio aún más profundo. La primera es que, al igual que lo ha planteado Obama, se cree una oficina que vigile que los millones que se están gastando no se despilfarren ni se usen para otros propósitos. El gobierno tiene una larga tradición de gastar mucho y mal. La segunda sería más simbólica, pero podría tener un carácter ejemplar y sería la reedición del decreto de austeridad con el que inició su mandato.

    Aunque no se recaude mucho dinero por congelar o reducir sueldos a los altos funcionarios, no deja de ser un gesto que da credibilidad y popularidad al político que la aplica. Me parece muy bien que se busque mitigar el impacto de las crisis en las familias, pero detrás de esta crisis tenemos algo más grave, y es que una forma de capitalismo se ha colapsado y es importante no imaginar que una vez pasada la tormenta todo volverá a ser como en los viejos tiempos.

    México necesita cohesionarse más social y económicamente y, como lo ha sugerido en estos días la canciller Merkel, tal vez no sería vano pensar en consejos Económicos y Sociales que fomenten el alineamiento de los objetivos económicos en tiempos de vacas flacas y en tiempos de vacas gordas se trabaja de manera consciente en reducir desigualdades. La cohesión social es el gran tema.

    Analista político



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