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Macario Schettino

México y el mundo

Macario Schettino se dedica al análisis de la realidad, en particular la de México, desde una perspectiva multidisciplinaria: social, políti ...

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    05 de enero de 2009

    Durante las fiestas de Navidad, una joven mexicana murió en Filipinas, en circunstancias extrañas. Se trata de Elisa Loyo Gutiérrez, nacida en Monterrey, de familia coahuilense, pero avecindada en Canadá por algunos años. Estudió para chef de cocina en Ontario, y abriéndose camino trabajaba en el hotel Fontana, cerca de Manila. Fue encontrado su cuerpo el viernes 26, aunque se desconocía su paradero desde el 23 de diciembre. La poca información que existe induce a pensar en la posibilidad de un asesinato.

    La Secretaría de Relaciones Exteriores emitió un boletín el 28 de diciembre informando oficialmente de la muerte de la joven y notificando su apoyo a la familia, así como la existencia de contactos con las autoridades filipinas para el esclarecimiento del caso. En el sitio electrónico de la oficina de asuntos exteriores y comercio de Canadá no hay ninguna referencia, aunque Elisa contaba también con la nacionalidad de ese país.

    En México, la noticia apenas apareció en páginas interiores, y no en todos los medios. Tal vez sea la natural displicencia de las vacaciones de fin de año, pero tal vez también sea que nos estamos acostumbrando a la muerte. Peor aún, puede ser que a eso se sume nuestra incapacidad de entendernos en el mundo.

    Muere, en promedio, un mexicano al día en el intento de cruzar a Estados Unidos. En 2008 perecieron 16 diariamente en la lucha contra el narcotráfico. Y en esas dos dimensiones se nos queda el mundo: migrantes y droga. Pero no puede ser de otra manera si eso es lo que hemos construido. Nosotros. Porque no podemos culpar a nadie de la manera en que fuimos destruyendo al país, salvo a nosotros mismos. Es a mediados de los 60 cuando el Estado, corrupto y corruptor, decide destruir la economía para salvar su existencia, y decide escalar su presencia criminal, primero a través de la guerra sucia, después administrando el narcotráfico.

    Pero no podemos comprender esto. Nos ciega nuestro lastre mental, las décadas de nacionalismo revolucionario. Tanto, que se festeja el gran retroceso en nuestra política internacional: otra vez latinoamericanista, otra vez revolucionaria, otra vez aislacionista siguiendo los “principios constitucionales”.

    El gobierno mexicano debe presionar a Filipinas hasta que el caso de Elisa se aclare satisfactoriamente, no cabe duda. Pero también deben hacerlo los medios de comunicación. México nunca será más que remesas y narco si nosotros no nos tomamos en serio.

    www.macario.com.mx

    Profesor de Humanidades del ITESM-CCM



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