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Manuel Camacho Solís

Vigencia de Gandhi

Ha participado en importantes diálogos y negociaciones políticas: con las organizaciones de damnificados después de los sismos de 1985; el S ...

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    05 de enero de 2009

    La crisis mundial está echando por tierra las doctrinas que se habían impuesto como verdades únicas en las últimas décadas. Ni el mercado —por sí— puede resolver los problemas del desarrollo, ni el crecimiento del consumo concentrado en una minoría puede ser su principal motor, ni es posible rediseñar los equilibrios mundiales en base a una política unilateral fundada en la superioridad militar. La solución de la crisis económica y de seguridad reclama de otras visiones. La visión de Gandhi ofrece claridad y rumbo en un momento de desesperanza.

    En diciembre asistí, en Nueva Delhi, invitado por Sam Pitroda, a una conferencia sobre los cambios ocurridos en India que reunió a destacados empresarios, académicos, servidores públicos y líderes de opinión. Me llamó mucho la atención que el evento principal fuera sobre la actualidad de Gandhi. Después de escuchar a los conferencistas y contrastar las distintas opiniones ahí vertidas con los problemas álgidos del momento, confirmé que Gandhi sigue siendo, no sólo el principal líder de India, sino que es un líder mundial cuyas ideas y ejemplo tienen vigencia plena.

    En India se aprecia la continuidad de su movimiento. La lucha de Gandhi inició la liberación de cientos de millones de seres humanos que hoy, por la vía de su propio esfuerzo, reclaman y están en posibilidad de compartir el bienestar mundial.

    El mundo no resolverá la crisis mientras no ocurra un cambio fundamental en los patrones de consumo. Gandhi, como iniciador del movimiento anticolonizador, creó las condiciones para esta necesaria transformación. El crecimiento mundial será más sólido si incluye a Asia (y desde luego a América Latina) y si se funda en un crecimiento más equilibrado del consumo. La fórmula para la solución estructural de la crisis está ahí: más ahorro en Estados Unidos y más consumo en Asia; más ahorro y un consumo mejor distribuido en América Latina.

    El pensamiento de Gandhi cobra nuevo valor ante la necesidad impostergable de cambiar los patrones de consumo de energía. Sin una conciencia mundial de mayor ahorro de energía y sin recurrir a múltiples soluciones que van de lo personal a lo local, y de lo local a lo global, no será posible hacer frente al calentamiento global y a la destrucción de recursos naturales en curso.

    En lo político, frente a los grandes desequilibrios que han provocado el terrorismo y el unilateralismo de los neocons, la recuperación de la autoridad moral puede ser el instrumento más eficaz para reducir los riesgos, desde la propia India después de los actos terroristas de Numbai, hasta Pakistán, el Medio Oriente y el propio Estados Unidos.

    La vigencia de Gandhi está, también, en la enorme repercusión que puede tener un liderazgo político que sea capaz de comunicarse verdaderamente con la sociedad y fijarle altos estándares de moral pública. Recordemos: en Gandhi, cada palabra y cada símbolo respondían a su idea política, la cual supo comunicar con verdadera genialidad.

    Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista



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