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Jorge Luis Sierra

La inseguridad militar

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    27 de diciembre de 2008

    Varias implicaciones en el aspecto militar de la lucha contra el narcotráfico han emergido con fuerza en la última etapa del año, el más terrible en la historia reciente por el número de ejecuciones y el nivel de violencia de las partes en combate.

    La primera es la disposición mostrada por la delincuencia para ejecutar soldados y provocar a las Fuerzas Armadas. Aunque el decapitamiento ha sido el símbolo más atroz de la violencia del narco, que las víctimas sean soldados ha enervado a los mandos castrenses. La tragedia de esta semana con ocho soldados decapitados en Guerrero provocó repudio de todos los niveles de gobierno. El hecho no es aislado: ya desde el 9 de diciembre los medios habían dado cuenta del decapitamiento de un soldado en Chilpancingo. En octubre, por lo menos otros 13 efectivos fueron degollados en Monterrey.

    Consternados, los mandos militares han lanzado advertencias directas contra los responsables de esa matanza. La propia Sedena criticó en un comunicado, sin detallar nombres, a quienes han realizado “expresiones maliciosas” que denigran la memoria de los militares caídos.

    La segunda implicación son los incidentes de abuso de la fuerza castrense, aunque no han encontrado el mismo repudio gubernamental. En su afán por cortar el flujo de drogas y armas, las tropas han establecido retenes en caminos rurales, puentes internacionales, accesos de entrada a las ciudades y en ellos se está registrando la muerte de civiles. El caso más reciente fue el de una mujer embarazada de 22 años abatida por los disparos de soldados cuando intentó cruzar sin detener su auto en un retén en Aldama, Chihuahua. En febrero, una persona falleció baleada y otra resultó herida por los disparos de soldados que intentaron detener su auto en un retén en Reynosa, Tamaulipas. En junio de 2007, dos mujeres y tres niños resultaron abatidos en circunstancias similares en Mocorito, Sinaloa.

    Normalmente, las reglas de combate impiden que los soldados a cargo de retenes disparen a discreción cuando un civil viola la orden de parar su auto. En Kosovo esas reglas eran conocidas como las cinco eses: 1) shout, grite; 2) shoot, dispare al aire; 3) shoot, dispare para inutilizar el vehículo; 4) shoot, dispare para herir al conductor y 5) shoot, dispare a matar. La última opción sólo era utilizada cuando los soldados veían armas en el auto o cuando se reportaba la posibilidad de un ataque inminente.

    Por los hechos, no queda claro cuáles son las reglas de combate que deben seguir los soldados mexicanos. Hasta ahora, lo que ha ocurrido en los retenes militares es que apuntan sus armas y jalan el gatillo cuando un conductor desobedece las órdenes y falla en detener su auto. Si las reglas no están claras, los retenes se convierten en puntos inseguros para los civiles.

    La circunstancia que viven las Fuerzas Armadas es cada día más delicada. Están logrando avances de reducción del crimen en regiones como Tijuana o Reynosa, pero parecen incapaces de disminuir la ola de violencia acumulada en todo el país. Además, los incidentes de abuso de la fuerza contra civiles siguen ocurriendo y el narco, provocador, aprovecha los momentos en que algunos soldados bajan la guardia para matarlos. Hay que rendir honor a los soldados caídos y al mismo tiempo procesar a los responsables de los abusos cometidos.

    jlsierra@hotmail.com

    Especialista en seguridad y fuerzas armadas



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