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Carmen Gaitán Rojo

El museo mural Diego Rivera

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    13 de diciembre de 2008

    En el año de 1946 el arquitecto Carlos Obregón Santacilia (1886-1961) invitó al gran muralista Diego Rivera (1886-1957) a realizar una de las obras más significativas en su carrera plástica. El brillante guanajuatense realizó en el Restaurante Versailles, del prestigiado Hotel del Prado, un gran mural en técnica de fresco, el famoso: “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.

    Esta obra monumental, fruto de los últimos años de vida de Rivera, contiene a manera de un sueño la síntesis histórica de nuestra nación y arroja una visión crítica y onírica de la misma. Ante nuestros ojos desfilan los hechos más significativos que han conformado nuestro pasado y presente, todos los personajes conviven y dialogan en el devenir histórico.

    De este modo, Hernán Cortés, el obispo Zumárraga, Francisca de Carvajal , Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Juárez, Carlota y Maximiliano de Habsburgo, Porfirio Díaz y Victoriano Huerta conviven en el tejido histórico de luces y sombras íntimamente relacionados con una sátira histórica y social, así como el engrandecimiento de ciertos periodos históricos, contrapunteando campesinos maltratados y burgueses que dan la espalda al espectador con el periodo oscuro de la Inquisición y los movimientos independentistas rodeados de un halo de gloria.

    El marco de diversas especies de árboles, los colores brillantes de globos y fuentes neoclásica, resaltan el dibujo académico del artista en su parte central con un rompimiento de gloria. Detrás de los personajes centrales aparece un globo de Cantolla con las iniciales RM, que significan República Mexicana, el cual en pleno ascenso contiene en su canastilla la pequeña figura de Rafael de Cantilla y Rico agitando la Bandera Nacional.

    Continuando el recorrido se encuentran las figuras centrales en las que un niño Diego de nueve años es abrazado maternalmente por Frida Kahlo, su tercera mujer; ambos flanqueando a la seductora figura de la Catrina, quien ostenta en sus femeninos hombros una estola de colorido plumaje y fauces de Quetzalcóatl, remarcando la tradición prehispánica de nuestra tierra, que a su vez acompaña el admirado grabador José Guadalupe Posada; los independentistas y revolucionarios están también presentes y de igual manera figuran personajes reales como las hijas del artista, Guadalupe y Ruth, su segunda mujer Lupe Marín o Rosa Rolando, esposa del también pintor Miguel Covarrubias, conformando todos ellos el México contemporáneo de 1947, fecha en que Rivera finaliza la obra.

    El Hotel del Prado sufrió daños irreparables en su estructura, debido al terremoto de 1985 acaecido en la ciudad de México, por ello el Instituto Nacional de Bellas Artes y el gobierno del entonces Departamento del Distrito Federal unieron esfuerzos con ingenieros, conservadores y arquitectos para resguardar al mural y edificarle un recinto digno de albergarlo. Así nació el Museo Mural Diego Rivera.

    La arriesgada hazaña para transportar la obra consistió en recortar la pared del mural en sus extremos y por detrás, para después ser encapsulada en una estructura de madera y espuma de poliuretano, con el objeto de aislarla térmicamente y evitar contracciones y dilataciones en la pieza artística. Finalmente se procedió a reforzar el mural con una impresionante estructura de metal en la parte posterior que hasta el momento conserva el mural, para soportar el arrastre de las 15 toneladas del peso del fresco.

    La vocación fundamental de este museo radica en preservar y difundir la obra de Rivera, así como de sus contemporáneos, en esta misión el museo mural comparte el objetivo fundamental del movimiento muralista mexicano, el cual buscaba acercar a los visitantes a la historia de nuestro país, plasmando imágenes en edificios públicos que dieran lugar a la reflexión y a la producción de un sentimiento y conciencia nacional, tras un arduo período revolucionario a principios del siglo XX.

    Actualmente y hasta el mes de marzo de 2009, se presenta en el museo mural la muestra “Diego Rivera y la Inquisición. Un puente en el tiempo”. Exposición que da cuenta del proceso inquisitorial que se siguió a la familia Carvajal, de cuyo retrato hemos hablado al citar a doña Mariana de Carvajal; por medio de objetos y documentos se da cuenta de la época colonial para unirla en el tiempo con el maestro Rivera, quien ostentaba raíces judías. Es innegable la inacabable obsesión que tenemos los mexicanos con todo lo que tenga que ver con Diego Rivera, sea su pintura, su vida, sus amigos, sus posiciones políticas o Frida.

    Así que esta exposición inaugura una nueva doble mirada que nos permite fijarnos en algo que estaba allí pero que nos había pasado desapercibido: desde reconocer que son muchas las raíces que componen lo mexicano hasta entender una nueva faceta de Rivera.

    Directora del Museo Mural Diego Rivera

    El Museo Mural Diego Rivera se ubica en Balderas y Colón s/n; admisión: 15 pesos; entrada gratuita a estudiantes y maestros con credencial; horario: 10:00 a 18:00 horas de martes a domingo; visitas guiadas gratuitas, informes al 55 18 01 83; www.museomuraldiegorivera.bellasartes.gob.mx



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