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Emilio Álvarez Icaza Longoria

A 60 años

Inspiración en el interés público, responsabilidad, búsqueda de la verdad, de permanente justicia y del cumplimiento de los derechos humano ...





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    10 de diciembre de 2008

    A la memoria de Cecilia Loría, ser de luz, abanderada de la causa de los derechos humanos

    Son ya 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH), desde que el 10 de diciembre de 1948 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la adoptó y proclamó. Esta declaración tiene extraordinaria significación al ubicar a la persona como sujeto de derechos y poner en el centro de su concepción la dignidad humana. Constituye uno de los mayores logros de la humanidad.

    La DUDH fue resultado de un esfuerzo conjunto de la comunidad internacional, impulsada por el enorme deseo de paz, posterior a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial. Los estados parte de la ONU comprendieron entonces, y lo han hecho subsecuentemente, la necesidad de garantizar, proteger y promover los derechos que pertenecen a todas las personas por el hecho de ser seres humanos.

    A partir de entonces la DUDH ha adquirido aceptación universal y una gran fuerza ética, hasta llegar a ser la base de un nuevo paradigma para tutelar los derechos de todas las personas y atender las condiciones de grupos en situación de vulnerabilidad.

    De hecho, la DUDH es pieza clave para entender que la democracia es en realidad un complejo sistema de ejercicio de derechos y no sólo una forma de elegir representantes. Es, también, la base jurídica para la construcción de un complejo sistema de protección internacional de los derechos humanos integrado por un gran número de documentos que protegen la dignidad humana, fundado en un espíritu de cooperación internacional, lo que supone un ejercicio pleno de las soberanías nacionales. Lo anterior dio impulso y fortaleza a lo que hoy conocemos como el derecho internacional de los derechos humanos.

    A partir de estos conceptos, la DUDH claramente establece un ideal de reconocimiento y aplicación de los derechos. De ahí la importancia del compromiso internacional de los estados, entre ellos México, a obligarse a sí mismos a reconocer y observar los derechos civiles, políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, así como el combate a toda forma de discriminación.

    De manera simultánea, la DUDH influyó de manera determinante en una gran cantidad de constituciones políticas de países de todas las regiones del mundo. Por cierto, el caso de México es emblemático, lamentablemente, en lo que a atraso se refiere. Pasamos de tener la primera constitución social del siglo XX a una de las últimas en materia de derechos humanos del siglo XXI. El Congreso de la Unión tiene en la reforma constitucional en materia de derechos humanos uno de sus grandes pendientes y deudas con la República.

    La DUDH debe ser más vigente que nunca; sin embargo, su garantía todavía es una aspiración para gran parte de la población mundial y nacional. Los estados miembros de la ONU, y México en particular, tienen deudas significativas con distintos sectores y grupos de población en lo que al ejercicio de los derechos humanos se refiere.

    Existen millones de personas que en función de algunos atributos, características o situaciones como son edad, sexo, color de piel, orientación o preferencia sexual, ideología, religión, nivel socioeconómico, lugar de residencia u otros, no pueden ejercer o se les limita el ejercicio de ciertos derechos.

    Hoy sabemos que la DUDH es una poderosa herramienta, también conocemos que necesitamos visión y compromiso democráticos para su observancia e instrumentación. Adicionalmente, y de manera prioritaria, necesitamos políticas públicas que la hagan realidad y no sólo discurso de ocasión.

    A 60 años de haberse proclamado la DUDH y frente a las diversas y complejas problemáticas por las que atraviesa el mundo, y de manera particular nuestro país, como la desigualdad, la pobreza, la inseguridad y la injusticia, hoy debemos refrendar su vigencia y contenidos apostando por la esperanza, la civilidad, la paz y la democracia, a fin de hacer realidad la dignidad y justicia para todas las personas.

    Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal



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