Opinion

Cuando una parte de la sociedad no puede practicar la libertad de expresión, es toda la sociedad la que pierde ese derecho.

Somos los periodistas la porción social que, para servir a los demás, ejerce profesionalmente ese derecho, llamado con razón el primero de todos los derechos, puesto que todos los demás deben comenzar por manifestar lo que se proponen.

Silenciada la prensa, la que queda sin voz es la sociedad entera.

La situación es patética. En Ciudad Juárez, el periodista José Armando Rodríguez Carreón, de El Diario de Juárez, fue abatido a tiros cuando se disponía a llevar a sus hijos a la escuela. Allá mismo, Jorge Luis Aguirre, director del diario en línea La Polaka, no resistió las amenazas y se exilió en Estados Unidos junto con su familia.

La Fiscalía Especial para la Atención de los Delitos cometidos contra Periodistas y Medios de Comunicación de la PGR ya atrajo el caso de Rodríguez Carreón, pero ello no significa absolutamente nada. La fiscalía fue una solución política, concebida para entretener a los medios, no para resolver los casos, como está probado.

Más de 4 mil asesinatos han sido cometidos este año en México por el crimen organizado. De ellos, más de mil 300 han ocurrido en Chihuahua, un promedio de más de 10 diarios, a la vista de todos. Los reporteros salen a trabajar como si fueran al campo de batalla, sin la certeza de regresar vivos a la redacción o a su casa.

En el frenético intercambio de notas por internet sobre esta matanza que ya dura cuatro años, en su etapa más intensa se advierte desesperación por la falta de resultados y asombro por la apatía y la indolencia sobre estos tristes episodios.

En un texto de poética hermosura, atribuido sucesivamente al dramaturgo Bertolt Brecht y a su paisano el teólogo alemán protestante Martín Niemoeller (1945), se responde así a la pregunta de por qué nadie detuvo a los nazis desde los años 20:

“Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista... Cuando encarcelaron a los socialdemócratas guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata... Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, guardé silencio, porque yo no era sindicalista... Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío... Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar...”

¿Vamos a esperar, temblando, la hora en que vengan por nosotros?

Los despidos no son la única salida

Pepsi se suma al despido masivo de empleados. Se desprenderá de 2 mil 200 para sortear el alto precio de los insumos, la competencia y las previsiones económicas para los siguientes meses. Cemex ya ha tomado medidas similares y los analistas calculan que otras empresas, incluidos grandes corporativos, seguirán el mismo camino en 2009.

Desde fuera es difícil calcular si una empresa tenía la posibilidad de hacer algo más para reducir sus costos. En todo caso nunca es la única opción. Para bajar el gasto en la nómina se pueden realizar paros escalonados y reducción de jornadas laborales; se afecta al trabajador, pero se le da mayor certidumbre y las empresas evitan alimentar la baja en el consumo que, al final, también les afecta.

Pueden ir incluso más allá. Así como las caídas en las bolsas son una oportunidad para un comprador de acciones visionario, el actual entorno también puede ser una oportunidad para que las compañías aprovechen el talento que ha sido dejado a la deriva por cuestiones financieras.

Medidas como estas determinan, finalizada la crisis económica, el éxito o el fracaso de las empresas sobrevivientes.