Opinion

El superpeso, la fuerte moneda mexicana que se estaba revalorando frente al dólar como nunca en la historia, llegó al final de sus días de gloria.

Cuando casi descendía a los 10 pesos por dólar, se desplomó hasta 14 y en el futuro próximo difícilmente bajará de 11, según los expertos.

El peso fluctuará durante este año y todo 2009 entre 12 y 13 pesos, y sólo hasta 2010 tendrá oscilaciones de 11.50 a 12, si hay recuperación en la economía mundial.

Según el Consejo Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología, la devaluación favorece las ventas al exterior sólo a corto plazo, entre seis meses y un año, pero después vuelven a su nivel normal porque los productos importados para procesar las mercancías que se exportan aumentan de precio en dos y cuatro años.

La vieja receta de sustituir las importaciones para aumentar el valor agregado a las exportaciones, fomenta el empleo y nos hace más competitivos.

Necesitamos medidas de emergencias para lidiar con la crisis financiera en la que estamos inmersos, pero también debemos establecer las bases para lograr un crecimiento sostenido, que nos fortalezca ante las eventualidades como la presente.

Como lo hace el gobierno, es acertado aumentar la inversión y fortalecer la infraestructura en puertos, aeropuertos, autopistas, telecomunicaciones, energía, y también replantear y fortalecer el sistema educativo y reducir las complicaciones administrativas que ahuyentan las inversiones, dar razonables garantías de seguridad y suficientes muestras de que el aparato de justicia funciona con rectitud e independencia.

Arrastramos vicios de decenios, que por lo mismo es tiempo ya de desterrar.

No todo es tarea del Ejecutivo. Ningún país progresa sin la iniciativa privada, aunque a veces ésta sea abusivamente satanizada. Y en el área del Poder Legislativo mucho hay que hacer en materia de reformas fiscal, laboral y educativa, además de que hay que continuar adelante con los moderados ajustes hechos en las leyes energética y fiscal. ¿Cómo ser al mismo tiempo prudentes y audaces?

Las rigideces ideológicas tienen que ser moderadas por las tomas de decisión prácticas. No hay dogmas sanos. El eclecticismo es bienvenido si nos ayuda a marchar por sendas ya probadas en otras latitudes, de Europa a Asia.

La noche es muy larga y tenemos que andar, como se dice en los villancicos de la ya próxima temporada navideña.

México, en el sótano de la desigualdad

La desigualdad económica entre la población de un mismo país se ha incrementado en la mayoría de los miembros de la OCDE. México es el peor en la materia, indicó un estudio de 20 años hecho por la agrupación.

El informe de la OCDE señala que el ingreso del 10% más rico de la población es 25 veces mayor al del 10% más pobre. Peor aún, el resto de los mexicanos gana cinco veces menos que el promedio en los otros 30 países miembros.

Es decir, aunque hay varios superricos en el país, un compatriota de clase media tiene menor ingreso en México que en cualquier otra integrante de la organización internacional.

Una política pública congruente con el compromiso de igualdad de oportunidades fija más impuestos a los ricos y aumenta el gasto social para compensar la disparidad entre la población. En México la carga del gasto público —que no proviene de Pemex, las remesas y el turismo— recae en la clase media.

La reducción de la pobreza y de la desigualdad ha sido lenta. Avanzar más requiere de mayores consensos en la clase política que los vistos antes en la reforma fiscal y ahora en la energética.