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Alberto Begné Guerra

Impunidad y violencia

Maestro en Relaciones Internacionales por el Instituto Universitario Ortega y Gasset, Madrid, España. Licenciado en Derecho por la Universidad ...

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    19 de septiembre de 2008

    La cobarde agresión contra personas inocentes e inermes en Morelia nos obliga a una seria reflexión sobre los orígenes de la violencia en nuestro país. No se trata ya de víctimas de enfrentamientos y ajusticiamientos entre bandas criminales o entre éstas y las policías. Tampoco es un caso más de víctimas de un delito. Lo ocurrido en Michoacán revela de manera brutal lo que no queríamos ver: la violencia se reproduce y crece como producto de la impunidad.

    La cuestión radica en comprender y asumir en un sentido amplio las exigencias contra la impunidad, pues en México constituye un fenómeno que, por mucho, trasciende la ineficacia en la persecución y el castigo a los delincuentes.

    Es evidente que en un país donde —según los criterios que se utilicen— apenas entre 2% y 4% de los delitos son sancionados, todos los incentivos operan a favor de la delincuencia, lo cual pone en evidencia la gravedad del problema institucional (policías, procuradurías, juzgados). Sin embargo, la impunidad y sus efectos destructivos sobre el tejido social no se reducen al terreno de la delincuencia.

    La impunidad significa cualquier forma de violación de la ley sin consecuencias para el infractor, y mientras más extendida y recurrente sea, mayor es el daño en la percepción social y en los patrones de conducta de la gente. En México, diferentes estudios sobre el valor de la ley y el acceso a la justicia muestran que la mayoría de la población sufre violaciones a sus derechos sin contar con la posibilidad real de defenderlos o hacerlos valer.

    Y buena parte de estas violaciones impunes de la ley provienen del poder público o, sencillamente, de actores o grupos con el poder suficiente para situarse en los territorios de la impunidad.

    Es la más absoluta distorsión de la cultura jurídica, siempre o casi siempre en perjuicio de los más débiles. Por ello, además de la necesaria unidad nacional en contra de la violencia, es también imprescindible asumir el reto de dar cabida a todos en el mundo de las leyes. De lo contrario la impunidad seguirá generando violencia y más violencia.

    Presidente del Partido Socialdemócrata



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