Opinion

El conjunto de nuestras instituciones jurídicas, políticas y sociales representa la obra maestra realizada por el pueblo de México a lo largo de su historia. Nuestro deber es conservarlas y perfeccionarlas en un ámbito de libertad. Fragmento del libro ‘Remembranzas y testimonios’ (Ed. Grijalbo, pág. 317) del ex presidente Miguel Alemán Valdés

Al conmemorarse su 25 aniversario luctuoso, la Fundación Miguel Alemán, AC, ha realizado una serie de eventos para honrar la memoria del primer presidente civil del México posrevolucionario.

Miguel Alemán Valdés nació en Sayula, municipio de Acayucan del estado de Veracruz (hoy Sayula de Alemán, en su memoria), el 29 de septiembre de 1900, y falleció el 14 de mayo de 1983. En esa localidad, en 1906, se presentó el primer levantamiento campesino en contra del régimen de Porfirio Díaz.

Miguel Alemán Valdés asumió la Presidencia de México de 1946 a 1952. Anteriormente fue secretario de Gobernación en el gabinete de su antecesor, Manuel Ávila Camacho, y gobernador de Veracruz durante el mandato de Lázaro Cárdenas.

Su legado político es extenso: reconoció el derecho de la mujer al voto e impulsó el despegue industrial de nuestro país. Transformó al Partido de la Revolución Mexicana en un organismo de afiliaciones individuales y realizó la más amplia convocatoria social para convertirlo en el Partido Revolucionario Institucional.

Abrió las puertas del desarrollo turístico para transformar esa actividad en la principal fuente económica y de divisas. Elevó a categoría de estado de la República Mexicana al territorio de Baja California. Creó la Secretaría de Recursos Hidráulicos, el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Banco Nacional de Crédito Ejidal, el Instituto Nacional Indigenista, la Escuela Nacional de Maestros y el Hospital La Raza. Impulsó la construcción del Viaducto en el Distrito Federal y diversas obras carreteras, incluyendo la carretera Panamericana que recorre el país de frontera a frontera, así como los aeropuertos de la ciudad de México y de Acapulco. Sus instituciones y obras perduran en nuestros días.

Para garantizar que el país contara con mejores profesionistas, ordenó la creación de la Ciudad Universitaria, obra cumbre de la arquitectura y arte mexicanos, recientemente declarada por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El respeto internacional a México se manifestó en 1947, cuando fue recibido con honores por el presidente Harry Truman, en una de las recepciones más memorables y grandiosas ofrecidas a un jefe de Estado mexicano.

En memoria de los niños héroes erigió un monumento en el bosque de Chapultepec. Ante él Harry Truman hizo guardia, siendo el primer presidente extranjero en participar en ese acto en la primera visita a nuestro país de un jefe de Estado norteamericano.

Miguel Alemán Valdés fue el primer mandatario mexicano en dirigirse a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Por sugerencia suya, la ONU y la Unesco reconocieron a la lengua española como uno de los idiomas oficiales de dichas organizaciones.

Fue un mexicano convencido de la necesidad de progreso. Su trato amable y accesible fue su carta de presentación. “Nunca está de más un por favor y un gracias”, nos decía, agregando que “el modito” era el camino adecuado para la conciliación y el acuerdo.

Siempre evitó la confrontación estéril y nunca cayó en la provocación de enjuiciar a sus predecesores y sucesores. Respetó esa institución del poder representada en la Presidencia de México. Supo ejercer el poder y, más aún, supo dejarlo de ejercer al fin de su mandato. Hoy lo recordamos como hombre, como político, como padre y sobre todo como amigo.

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Político, escritor y periodista