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Editorial EL UNIVERSAL

Pemex compra voces en tv

Inspiración en el interés público, responsabilidad, búsqueda de la verdad, de permanente justicia y del cumplimiento de los derechos humano ...





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    13 de marzo de 2008

    Un total de 218 millones de pesos destina Pemex a la televisión para ganar adeptos a su proyecto de buscar crudo en aguas profundas del Golfo de México, tema de un enconado debate porque involucra la participación de compañías extranjeras.

    Las menciones se hacen en programas de cotilleo o forman parte del diálogo en telenovelas.

    Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa, dijo que “son sólo pautas publicitarias, como hacemos de lo que quieras, como Doritos. No es algo que sólo se le permita a Pemex”. Un vocero de Pemex confirmó la cifra de gasto y aseguró que también se hace en TV Azteca.

    Aunque la empresa está obligada a transparentar su operación, con entrevistas, servicios informativos y publicidad, busca ganarse la buena voluntad de los populares personajes televisivos.

    No se sabe si la idea surgió de los think tanks que manejan la comunicación en Pemex o fue una instrucción de Los Pinos.

    De todas maneras, la acción choca con lo que el director de Pemex, Jesús Reyes Heroles, dijo esta semana sobre el positivo viraje de la opinión pública, mejor enterada de los problemas de la paraestatal y con mayor conciencia de la urgencia de despojarla de la camisa de fuerza de las limitaciones legales o planteamientos tramposos.

    Es el Congreso el que debe resolver la crisis, no los televidentes menos educados.

    Las FARC tienen mucho que explicar

    En el drama en torno a los mexicanos muertos en un campamento guerrillero colombiano en Ecuador hay muchas preguntas sin respuesta y entre ellas una básica.

    ¿Qué buscan las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) al reclutar simpatizantes en México y llevarlos a encuentros con sus altos dirigentes en campamentos clandestinos?

    La pregunta no es ociosa. Las FARC son parte de una sangrienta y larga guerra civil en la que ninguno de los bandos participantes puede darse baños de pureza que sólo creen sus militantes o sus partidarios más cercanos.

    Y además habría que preguntar, por ejemplo, ¿cuáles son sus operaciones en México y sus nexos con grupos de narcotraficantes? La acusación no es nueva. Y tanto las FARC como las autoridades deben aclarar si se trata meramente de reclutar simpatizantes, obtener financiamiento o tal vez incluso mantener un frente político para operaciones ilícitas de transporte de droga o de dinero derivado de ella.

    No se sabe. Lo cierto en todo caso es que algunos jóvenes mexicanos fueron a Colombia y Ecuador, y clandestinamente llevados a un campamento guerrillero en el que estaba el segundo principal jefe de las FARC. Una recepción de lujo.

    Lo claro es que si el ataque del gobierno colombiano es condenable, las FARC tampoco hicieron mucho por proteger a sus visitantes ni por señalar la presencia de los “neutrales”.



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