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Ricardo Raphael

El triunvirato calderonista

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

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    21 de enero de 2008

    El triunvirato calderonista

    La trinidad no es una figura ex-clusiva de las religiones. También la historia de la política está marcada por el número tres. En la Roma antigua Craso, Pompeyo y Julio César inauguraron esa forma de gobernar. El primero era el cerebro, el segundo el estratega y el tercero, el actor más visible.

    Esos tres papeles se ven repetidos en numerosas leyendas de poder. En España, por ejemplo, Felipe González se hizo acompañar por Alfonso Guerra (operador eficaz) y de Ludolfo Paramio (cerebro), a la hora de construir su exitosa carrera política.

    Algo similar hizo Tony Blair cuando invitó a Gordon Brown y a Meter Mandelson para que el primero le otorgara inteligencia y el segundo estrategia a la oferta política por él encabezada: el New Labor.

    Estos ejemplos sirven para documentar el éxito inicial de los liderazgos que descansan en tres personas. Mientras la figura central de tiene como función actuar de cara al público, otra es la que se encarga de pensar, y otra la designada para operar las decisiones.

    En México contamos con una representación reciente de esta integración trinitaria. Hace ya tiempo que el liderazgo político de Felipe Calderón descansa sobre una fórmula como la aquí descrita. Un triunvirato que lleva forjándose desde hace más de tres lustros.

    Durante los años 90, mientras el actual Presidente de la República estudiaba un diplomado en el ITAM, conoció en las aulas a Ernesto Cordero, un economista serio que después se inscribió en la Universidad de Pensilvania para cursar su doctorado.

    Quienes conocen a Calderón cuentan que, desde aquel momento, quedó deslumbrado por su compañero de clase. Nunca perdió contacto con Cordero durante los años siguientes al punto en que, una vez que ocupara el cargo de líder de la bancada parlamentaria de Acción Nacional (2000-2003), lo nombró su principal asesor económico.

    Más adelante, ya al frente de Banobras, el ahora Presidente le entregó a Cordero una dirección importante en esa institución financiera y luego, cuando Vicente Fox designara a Calderón como secretario de Energía, Cordero ocupó de inmediato una subsecretaría.

    La posición centralísima de este economista, en la ruta trazada por su jefe para llegar a la Presidencia, se materializó durante el año 2000. Fue en la contienda constitucional que Cordero se hizo cargo de los discursos más importantes pronunciados por Calderón y, sobre todo, de las intervenciones que el panista hiciera en los debates presidenciales.

    Ya para esas fechas, en el equipo cercano a Felipe Calderón nadie le disputaba a Ernesto Cordero el papel de “gurú ideológico” o, en la clasificación hecha anteriormente, de cerebro dentro del futuro grupo gobernante.

    Al mismo tiempo en que la relación entre Calderón y su ideólogo viera la luz, entró en escena Juan Camilo Mouriño. Un joven campechano nacido en España, que conoció a Calderón cuando el actual jefe del Ejecutivo era secretario general del CEN panista.

    Es probable que desde la época en que Mouriño realizara sus primeras tareas como militante del PAN en Campeche, Calderón haya visto en él habilidades políticas sobresalientes. Sin embargo, el actual secretario de Gobernación contaba entonces con menos de 25 años.

    Más adelante, no importando la restricción legal que la Constitución le imponía por su origen español, Mouriño fue congresista local en aquel estado del sureste y luego diputado federal en la LVII legislatura. En la Cámara Baja ocupó la presidencia de la Comisión de Energía encargada de revisar las iniciativas propuestas para permitir la inversión privada en ese sector.

    Con el tiempo, Iván —como llaman los cercanos— supo hacerse imprescindible. Ocurrió así cuando Felipe Calderón tomó la decisión de participar como aspirante del PAN a la candidatura presidencial y lo llamó para que se hiciera cargo de coordinar aquel primer y muy difícil tramo de su carrera hacia Los Pinos.

    Luego lo ratificó como hombre de su confianza, ya en la contienda constitucional, cuando lo nombró coordinador operativo de su campaña, le instruyó para que organizara las giras, así como para que supervisara las redes de apoyo y para que participara en la obtención de financiamiento privado.

    En los hechos le dio tantas facultades (o más), en comparación con las que en su día tuvo Josefina Vázquez Mota, entonces coordinadora oficial de la campaña calderonista.

    Si la información recabada por el periodista Alberto Aguirre (revista Gatopardo, agosto 2007) es confiable, hacia finales de aquella descarnada competencia, Mouriño terminaría celebrando una de las operaciones más complicadas para llevar a Calderón a la Presidencia de la República. Habría sido él quien, horas antes de que ocurrieran los comicios, terminó cerrando la operación política que sellaría los destinos de Elba Esther Gordillo Morales y el actual Ejecutivo federal.

    Por instrucciones de Calderón, Iván habría negociado con los líderes elbistas de las principales secciones del SNTE para que éstos se responsabilizaran de sumarle sufragios al candidato presidencial panista. Advierte Aguirre que la oferta hecha por los operadores de la líder magisterial a Juan Camilo Mouriño fue de alrededor de 500 mil votos.

    Para la realización de tareas tan delicadas como ésta y varias otras, Calderón ha contado hasta ahora con Iván y casi sólo con Iván. A él le encomendó que, el año pasado, asegurara el triunfo de su corriente política durante el proceso de integración del Consejo Nacional del PAN. Fue principalmente gracias a esta operación que luego Germán Martínez Cázares llegó a la presidencia de Acción Nacional.

    También le ha responsabilizado de conducir las relaciones con los principales líderes de la oposición, así como con los cuadros panistas más destacados.

    Así, a golpe de resultados exitosos, Mouriño se ha ganado el lugar del estratega en el triunvirato calderonista. Un papel ventajoso para Calderón dado que, por haber nacido en la madre patria, Mouriño no puede operar a favor de sí mismo: está impedido constitucionalmente para ser presidente de la República.

    Con ambos nombramientos, el de Iván y el de Cordero, el Presidente ha vuelto público un triunvirato que hace ya varios años era asumido como tal por su círculo más íntimo.

    ¿Estará consciente Calderón de que estas estructuras de poder nunca son para siempre?

    Analista político



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