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Rosario Ibarra

¡Me quedé corta!

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    25 de diciembre de 2007

    Hace poco, durante la última sesión del Senado, al referirme a esa odiosa ley que se pretende aprobar. Sí, esa monstruosidad que llevaría al marco constitucional toda la ilegalidad que por años hemos sufrido; expresé con vehemencia lo que esas formas de actuar de policías y soldados (“por órdenes superiores”) han hecho al pueblo mexicano.

    Hablé también de la anticonstitucional Dirección Federal de Seguridad, la fatídica DFS, y de quienes eran sus sádicos jefes. Torturaban allá por la Circular de Morelia 8 o en “ranchitos” (como decía Nazar Haro.) También en los campos militares, el Número Uno, el de Torreón, al que llamaban La Joya, el de Monterrey, y en todos los lugares en donde detenían “subversivos”, como solían calificar a quienes secuestraban.

    ¡Y qué decir de las instalaciones militares y de la Armada en Guerrero! Recuerdo los testimonios de lo que solían hacerles en la temida Base Naval de Icacos, en Acapulco, en las cárceles improvisadas en los antiguos talleres de la SAHOP, donde no pocos murieron. Algunos hablaban de la sevicia de Acosta Chaparro y muchos mencionaban la aquiescencia de los “jefes de zona”, que eran “señores generales de alto rango”.

    En el Senado no mencioné algunos nombres de jóvenes que murieron an la tortura, como Ignacio Olivares Torres y Salvador Corral García, cuyos cuerpos destrozados fueron tirados como fardos inservibles, el primero en Guadalajara y el segundo en Monterrey, de los que hay fotografías en periódicos de la época, que horrorizaron a quienes los vieron.

    En la DFS murió Sofonías González Cabrera, por estallamiento de vísceras, porque lo golpearon hasta que se le fue la vida. Fue testigo, compañero de celda, Domingo Estrada Ramírez, que fue liberado y más tarde emboscado en un pueblo de Guanajuato; lo asesinaron y jamás entregaron el cadáver a su familia, y una hermana de éste está desaparecida desde hace años… alguien la vio en la Base Naval de Icacos, también hace mucho tiempo.

    Podría seguir en esta descripción de terror, pero me duele la memoria al hacerlo y, además, a cualquiera se le encrespa la ira al darse cuenta de que el mal gobierno quiere acomodar la ilegalidad en la Constitución para no tener reclamo alguno de lo que han hecho (como los del pasado “tricolor”).

    ¿Qué enmienda se ha hecho en Atenco? ¿Cuándo pondrán atención en el sufrido pueblo de Oaxaca? ¿Qué va a pasar con las escuelas normales rurales, todos los alumnos serán tratados como los de Ayotzinapa?

    ¿Y La Parota? ¿Como la Normal, también en Guerrero… y San Luis Potosí, con la amenaza de la tristemente célebre Minera de San Javier? ¿Y Madera, Chihuahua, con otra minera haciendo estragos? ¿Y la ofensa y el daño terrible a la gente de Zimapán con el horrible “basurero tóxico” que ha instalado una empresa española con la anuencia del actual gobierno?

    ¿Y qué castigo tendrán quienes golpearon a muchas personas, entre ellos menores de edad? ¿Quién dará respuesta a los familiares de los trabajadores de Pemex desaparecidos? ¿Quién investigará la razón por la que Vicente Fox, siendo aún presidente, viajó hasta Cadereyta Jiménez, NL, para “hablar” con uno de los hoy desaparecidos? Y… ¿quién detendrá a quienes amenazan, allanan el domicilio y roban pertenencias del Obispo Raúl Vera?... ¡Y se dicen católicos los del “gobierno”!

    ¿Y lo que nos deben a quienes lloramos la ausencia de nuestros hijos y familiares secuestrados por los matones de los malos gobiernos? Ojalá nunca les toque a ellos, porque entonces sabrán de “el rechinar de dientes y el crujir de huesos”.

    Todo lo aquí escrito es apenas una débil muestra de la horrible realidad que este noble pueblo sufrió y sigue sufriendo: aún me he quedado corta…

    Dirigente del comité ¡Eureka!



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