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Alberto Aziz Nassif

Tabasco: riesgo y vulnerabilidad

Profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).

Ha escrito libros y numero ...

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    06 de noviembre de 2007

    El desastre de Tabasco resulta impresionante: un millón de damnificados y 80% del estado cubierto de agua. Estamos ante una tragedia social de proporciones gigantescas. Las imágenes que circulan por las pantallas de televisión y en las primeras planas de los diarios del país expresan con mucha nitidez la situación por la que atraviesa ese estado del sureste mexicano, que hoy enfrenta la peor inundación en su historia reciente.

    El presupuesto inicial es que esta inundación no es un desastre natural. En una visión general se sabe que el fenómeno del cambio climático ha empezado a calentar el planeta y ha modificado el clima. Pero no hay relaciones mecánicas y mucho menos explicaciones fáciles. Habrá que analizar qué pasó con las presas, las obras, los recursos y las responsabilidades de los diferentes actores y niveles de gobierno. El gobernador de Tabasco, Andrés Granier, ha igualado la tragedia de su estado con lo que sucedió en Nueva Orleáns cuando se inundó por el huracán Katrina. Aquí es donde se puede empezar a plantear otra perspectiva.

    En Nueva Orleáns se sabe que Katrina, un huracán de grado 3, sólo fue el precipitador de la inundación; como sucede con los enfermos terminales, se trata de algún agente oportunista que lleva a esos pacientes a la muerte, pero no fallecen por gripas o pulmonías, sino por el cáncer, que es su padecimiento principal. Así, podemos partir de la hipótesis de que el frente frío número 4 y las tormentas que incrementaron las precipitaciones en Tabasco fueron sólo factores precipitantes. De la misma forma como no fue Katrina, sino la falta de mantenimiento de los diques y de otras obras de infraestructura hidráulica lo que generó la inundación de esa ciudad del estado de Luisiana.

    En Tabasco habrá que buscar las razones de fondo que han propiciado esta terrible inundación. No se trata de una causa única y solitaria, sino de un largo proceso de riesgo y de vulnerabilidad que se han construido en las últimas décadas. Cuando se mezclan las amenazas del clima con las vulnerabilidades sociales se producen desastres críticos. Como dicen algunos de los especialistas en la materia, “los desastres son procesos históricamente construidos, producto de la acumulación de riesgos y de vulnerabilidades, relacionados con y derivados del tipo de sociedad y de economía que se han ido desarrollando con el paso del tiempo y no de la presencia cada vez mayor en frecuencia y magnitud de amenazas de origen natural”, (Virginia García Acosta, Revista Desacatos, número 19, CIESAS).

    De acuerdo con información de la Comisión Nacional del Agua, las lluvias en Tabasco se encuentran 82% por arriba de su promedio normal y la creciente de los ríos es la más significativa de los últimos 50 años (EL UNIVERSAL, 01/XI/2007).

    Este exceso de precipitación fue probablemente un factor precipitante de la inundación, pero qué había detrás en materia de riesgo y vulnerabilidad: ¿cuántas hectáreas de bosque se han talado en los últimos años en Tabasco? ¿Cuánto ha aumentado la mancha urbana y el asfalto que impermeabiliza el suelo? ¿Cuántas y cuáles obras de ingeniería hidráulica se ha construido para prevenir este tipo de inundaciones en el estado más pluvial del país? ¿Por qué las obras del Proyecto Integral de Control de Inundaciones (PICI) han sido insuficientes? ¿Cuántas construcciones (relleno de pantanos y lagunas, desaparición de vasos reguladores) se han hecho en Villahermosa que fueron causantes de esta inundación? ¿Cuánta corrupción de los gobiernos locales (Andrade, Madrazo, etcétera) ha impedido que lleguen los recursos para las obras hidráulicas?

    Algo sabía el gobernador Granier sobre estas preguntas, quién no quiso señalar culpables, pero se sabe que los últimos gobiernos de Tabasco lo han convertido en un estado riesgoso y vulnerable. El 30 de octubre, cuando empezaba la contingencia, el gobernador consignó ante el secretario de Gobernación que Tabasco necesitaba soluciones integrales y pidió a la Federación los apoyos económicos para hacer las obras necesarias de infraestructura hidráulica y evitar este tipo de inundaciones.

    Indicó que se necesitaban al menos unos 2 mil 700 millones de pesos y que sólo se tenía 300 para el próximo año. Apuntó que había obras hidráulicas no terminadas, como la del sector Macayo del Río Carrizal, la cual se empezó desde el anterior sexenio y todavía no había concluido. Andrés Granier dijo que otro de los graves problemas era que los ríos estaban azolvados y que eso los convertía en tapones hidráulicos, por lo cual el agua no salía hacia el mar con la afluencia y velocidad necesarias. En este discurso hay pistas de cómo en Tabasco se había construido un grave riesgo. Dos días después, la inundación convertiría al edén en un pantano y ya para ese momento las cifras de la reconstrucción de Tabasco serían enormes.

    Tabasco es hoy la expresión del momento de la compleja problemática de riesgos y vulnerabilidades en la que se encuentra metido el país. Parece que ya nos hemos ido acostumbrando a que estas tragedias se repitan año con año; las imágenes de los noticieros de televisión nos presentan situaciones terribles; surgen de forma inmediata las acciones de solidaridad y se crean redes para ayuda y apoyo. Pero cuando pasa la emergencia se olvida una solución durable y de largo plazo.

    ¿Cómo está la cultura de la prevención de riesgos? ¿Qué tanto se han hecho las modificaciones legales para impedir asentamientos en zonas de riesgo y vulnerabilidad? ¿Por qué siempre se tiene que actuar después de la tragedia? Según las primeras evaluaciones de la oficina de Naciones Unidas para la Reducción de Desastres (ISDR-UN), se consideró que lo de Tabasco podría haberse evitado.

    En suma, si los desastres no son naturales, es momento de empezar a construir la cultura, las reglas y las instituciones que nos permitan enfrentar el riesgo y la vulnerabilidad. Llegó el momento de que el país se prepare en serio frente a los cambios climáticos que cada vez azotan con mayor fuerza nuestro territorio. Por lo pronto, lo importante es que Tabasco salga de la emergencia, y para ello necesita toda la solidaridad del país y del extranjero, que ya ha comenzado a llegar.

    Investigador del CIESAS



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