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Rosario Ibarra

¿En dónde no?

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    10 de julio de 2007

    La semana pasada estuve en Guerrero. Me invita-ron a ser madrina de su generación, a la que dieron el nombre de Lucio Cabañas Barrientos, los jóvenes que egresaban de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, ya que el honrado guerrillero también estudió en esa escuela y cuenta con el respeto, la admiración y la gratitud de todo el pueblo guerrerense, aunque pasen años y más años de su muerte.

    La ceremonia fue solemne y emotiva, a la par que llena de júbilo y esperanza. Cantos y bailes, alegres gritos y rotundos aplausos llenaban el espacio, y podía adivinarse el gozo en los padres de los muchachos, que los veían con ternura infinita cuando recibían sus diplomas. En mi mente se mezclaban la alegría y la pena. La primera porque compartía con aquel grupo de adolescentes la emoción de haber alcanzado “ese día”, y la pena porque recordaba a mi hijo y a todos los jóvenes desaparecidos, a los que los secuestros oficiales les robaron el futuro.

    Me despedí y salí de prisa porque me esperaba otro acto en Chilpancingo... éste, de dolor inmenso, pues era un foro de denuncias de desapariciones, tortura, presos y asesinatos, de lo que tanto sabe, porque lo ha sufrido por décadas, la gente de Guerrero…

    Llegué antes de que terminara, como lo había prometido, pues desde hace 32 años me eché a cuestas la tarea de buscar a los desaparecidos, de luchar por su vida y por su libertad, de exigir que cese esa práctica infame y que se castigue a los responsables de tan horrendo crimen, al que se califica de lesa humanidad.

    Sobra decir que no sólo hubo denuncias de violaciones de los derechos humanos de los habitantes de Guerrero, sino que “llovieron” quejas de muchos otros lugares en los que se enteraron del foro. Tomamos nota de todas y enseguida nos dimos a la tarea de atenderlas.

    Destaco en estas líneas las desapariciones de dos jóvenes: Ludwig Hernández Cisneros y Jorge Gabriel Cerón Silva, de 27 y 32 años, respectivamente, de quienes las autoridades dicen que tal vez fueron levantados por el narco y con eso buscan evadir responsabilidades, pero ya nadie cree en ese infundio; todo el pueblo de México sabe que es el gobierno el que comete tales crímenes; que las desapariciones nunca han cesado, lo mismo en los sexenios priístas que en los del PAN, sólo que cada régimen le imprime su “estilo”.

    Tanto estos casos, como los de los presos, los denunciamos ante Amnistía Internacional, la maravillosa organización cuyo apoyo nos ha sido tan fiel durante tantos años y con el cual hemos logrado la libertad de más de un centenar de desaparecidos y de más de un millar de presos políticos.

    Ya casi para cerrar el evento se me acercaron unas personas que habían llegado desde Aguascalientes a denunciar el espionaje y las amenazas recientes (13, 14, 16 y 18 de junio) a las alumnas de la Escuela Normal Rural Justo Sierra Méndez de aquel estado, misma en la que sólo reciben educación jóvenes del sexo femenino.

    Con inocultable temor, por tratarse del instituto armado, quienes hacían la denuncia me contaron su preocupación porque un grupo numeroso de soldados “a bordo de un camión se estacionaron a las 22 horas, del 13 de junio” frente al lugar donde “el comité ejecutivo estudiantil se encontraba reunido”, y sólo se retiraron cuando las valerosas jóvenes les dijeron que se quejarían ante las autoridades de su escuela.

    Así lo hicieron y una comisión de las citadas autoridades se entrevistó con “el capitán segundo de infantería, Alberto Villalobos”. La respuesta del citado militar fue que “se había cometido una indisciplina y que ellos tomarían medidas...”, pero las “medidas” no deben haber sido muy drásticas, pues los elementos castrenses siguieron yendo a la escuela y amenazando a las alumnas. Lo último que supieron las aterrorizadas jovencitas es que las autoridades educativas “van a hablar con el comandante de brigada de la XIV Zona Militar (…) para pedir una explicación y hacerlos responsables por si algo llegara a pasarles a las alumnas de la Escuela Normal” mencionada.

    Y así como en este caso siguieron las denuncias de todos los rincones del país, que por falta de espacio no describo. Por eso me pregunto una y mil veces sobre los delitos cometidos por los gobiernos… ¿en dónde no los hay? ¿En dónde no?

    Dirigente del comité ¡Eureka!



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