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Rosario Ibarra

´Sentido de la muerte´

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    26 de junio de 2007

    No, no se trata de plagio alguno. El nombre de estas líneas está debidamente entrecomillado, pues así se llama un libro de Paul Bourget que leí hace muchos años.

    Lo recuerdo con mezcladas nostalgias de dicha y de pena, porque la memoria me trae aquella mañana en la que mi tío Virgilio, el bondadoso hermano de mi padre, puso en mis manos de adolescente, hermosamente encuadernados en gris con oro, el citado libro y otro de Shakespeare, con Sueño de una noche de verano, Medida por medida y Coriolano...

    ¡Cómo me gustó su regalo! También se enlazan otros recuerdos de aquella mi dichosa y diáfana juventud, porque fue el primer libro que presté, en intercambio a uno que de él recibí, a quien era en ese entonces maestro mío en la preparatoria y más tarde fue mi compañero en la vida por más de 50 años.

    Es el libro una novela con tintes llamémosles sicológicos, que -como el título lo dice- se enlaza con la muerte. Me saltó el nombre a la mente hace días en Monterrey, porque se maneja allá con énfasis digno de otras causas la instauración de la pena de muerte, a la cual me opongo tajantemente. ¿Qué sentido -me pregunté- le darán a ese "castigo"?

    ¿Qué no habrán observado que en los países en los que se aplica, los índices de criminalidad son muy altos, que de nada sirven esos "asesinatos colectivos"?

    Sí, crímenes llevados a cabo por muchos de quienes dicen impartir justicia y terminan, en infame complicidad, llevando a la silla eléctrica, a la cámara de gases o al cuarto de la inyección letal a quienes unos califican de criminales, otros les dictan sentencia, pero todos los conducen a la muerte, a un "castigo ejemplar" que no va a acabar con la delincuencia ni "organizada" ni desorganizada y que los hará -quiéranlo o no- iguales o parecidos (si es que eran criminales) a los que ejecutan, aunque algunas veces (no pocas) han llevado a inocentes a sufrir esa pena degradante para quienes la aplican y ninguna razón será válida para exonerarlos de la culpa que se han echado a cuestas. Siempre será menos malo perdonar a un culpable que privar de la vida a un inocente. Eso lo pienso y lo creo con firmeza.

    En estos tiempos de "alternancia" muchos nos hemos preguntado ¿cuál "cambio"? ¿Dónde radica la "diferencia"? Qué los hace distintos, si las cárceles siguen llenas de presos políticos, si la ilegalidad ahora se quiere llevar a las leyes...

    ¡Ah! He allí lo distinto, ahora se pretende hacer legal lo que por muchos años se llevó a cabo en la más absoluta ilegalidad: detenciones sin orden para ellas; cateos domiciliarios en las mismas condiciones; la tortura siempre, sin acatar acuerdos internacionales (como lo hacen los vecinos del norte); cárceles de "alta seguridad", iguales o peores que los sótanos del fatídico Campo Militar Número Uno y, por si fuera poco, la impunidad como ama y señora en todo el ámbito gubernamental y la simulación más abyecta en la mayoría de los que representan las distintas "fuerzas políticas", que obviamente, no representan al pueblo.

    ¿Qué se pretende hacer en el norte? ¿ Les seduce la ley de Lynch? ¿Qué muerte quieren para sus sentenciados? ¿El patíbulo, el cadalso con la terrible horca, el "paredón" para el fusilamiento, la hace tiempo ordenada o tolerada "ley fuga"? Emularán al célebre Alfonso Capone (como parece que está pasando en todo el territorio nacional)?... ¿Formarán modernos batallones Olimpia; habrá otros halcones...?

    Más les valdría a los partidarios del "ojo por ojo y diente por diente" que pensaran mucho y bien antes de "legislar" sobre la "pena capital", porque el poder, con esa arma letal y con la llamada Ley Antiterrorista, señalará a cuanto inconforme vea o se le antoje como eso, como terrorista, y entonces aquí habrá más injusticia y más muertos que en Irak... y algunos podrían ser hasta de sus mismas filas. Busquen en su interior el sentido de esas muertes y piensen -¿por qué no?- en "el sentido de la muerte".

    Dirigente del Comité ¡Eureka!



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