aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Rosario Ibarra

En el Día del Maestro

Inició su participación social en 1973, cuando acusan a su hijo, Jesús Piedra, de pertenecer a la "Liga Comunista 23 de Septiembre", una org ...

Más de Rosario Ibarra



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    15 de mayo de 2007

    Sus familias y sus amigos los tenemos siempre presentes, sobre todo a los que están presos; pensamos en ellos mañana, tarde y noche y luchamos por todos los medios posibles y hasta imposibles, tratando de lograr su libertad. Algunos fueron encarcelados hace muchos años de manera ilegal. Ya desde entonces aplicaban Díaz Ordaz y Echeverría la "idea calderoniana" de la detención sin orden expresa, que fue lo que hicieron con el primer desaparecido de nuestra larga lista: el maestro Epifanio Avilés Rojas, secuestrado por el Ejército, sí, por ese que suelen llamar "salvaguarda de la patria". Al maestro Epifanio lo "detuvieron" el 18 de mayo de 1969 en Coyuca de Catalán, Guerrero. Comandaba la tropa secuestradora el general Miguel Bracamontes y a su lado estaba el mayor Antonio López Rivera. O sea que no cabe duda: era el Ejército en obediencia a órdenes contrarias a las tareas que constitucionalmente se le han encomendado.

    Por órdenes del General Bracamontes, (según testigos), el maestro fue conducido a Ciudad Altamirano. "Iba esposado y lo encerraron en un cuarto toda la noche", dijo gente del pueblo que siguió a la infame comitiva.

    A la mañana siguiente, "delante de todo el pueblo, el mismo general dio órdenes a dos judiciales" para que, en una avioneta militar, fuera llevado al Campo Militar Número Uno. Allí lo vieron vivo tiempo después... los maestros secuestrados también en Guerrero: Inocencio Castro Arteaga, Félix Bello Manzanares, Jacob Nájera Hernández, entre muchos otros que por ser maestros como Genaro Vázquez y Lucio Cabañas fueron detenidos y llevados a las prisiones clandestinas del mal gobierno.

    Recuerdo especial tenemos para los maestros muertos: Genaro y Lucio viven en la memoria del pueblo, y tampoco olvidamos ni olvidaremos a Misael Núñez Acosta. En este día dedicado a ellos, a los maestros, en la marcha que organizan en defensa de sus derechos y de sus conquistas, el grito unánime de todos será el estruendoso: "¡Viva!" para Misael y para todos los que nos han arrebatado. Resonará rotundo y fuerte, porque brotará de almas que, como las de ellos, ansían para todo el pueblo una vida mejor, plena de dignidad, de gozo, de dicha, de justicia... Y junto a todos ellos, las mujeres, las maestras, "segundas madres" de nuestros hijos, "segundas madres" nuestras, de las que tantas cosas nobles aprendimos, de las que nos enseñaron primero letras y, años después, lecciones de dignidad, de valor, de caridad, de esperanza y de fe en lo que somos capaces de hacer los seres humanos que anhelamos una vida distinta, sin explotados ni explotadores, sin el abismo insultante entre la riqueza y la vida de miseria de millones de seres en el mundo; sin las guerras siempre injustas que son insulto para la conciencia de la humanidad... de la pobre y maltrecha humanidad.

    Imposible para mí olvidar a quienes fueron mis maestros. Mi padre fue el primero, él me enseñó a leer a muy temprana edad, para que disfrutara -decía- "del mundo maravilloso de los libros"... ¡y vaya que lo he disfrutado!... Después, mi madre, maestra de preceptos universales que no olvido. Ella, con su modestia a cuestas, repetía con Gabriela Mistral, sintiéndose transmisora de enseñanzas: "Señor, Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe...", y solía leer para mí La oración de la maestra de la genial chilena. Y más tarde las maestras y los maestros, todos queridos, todos recordados siempre. Guadalupe Velasco, en Chihuahua, en mis primeros años; Elenita de la Cerda en tercer año. Fritz Ulrich, el director del Colegio Alemán, que enseñaba historia con la imparcialidad que da la buena levadura; las Marías: María Garza, mi maestra de declamación, alumna a su vez de Manuel Bernal, y María Valdés, maestra y poetisa que se carteaba con María Eniqueta y años atrás con Amado Nervo...

    Para todas ellas, para todos ellos, mi recuerdo imperecedero y mi gratitud que crece a través de los años por lo que me enseñaron, y para Flavio Sosa y todos los maestros que como él sufren injusticia, mi decisión inquebrantable de luchar por ellos todos los días. Se los aseguro en el Día del Maestro.

    Dirigente del Comité ¡Eureka!



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.