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Rubén Aguilar Valenzuela

Condena a Jon Sobrino, S.J.



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    22 de marzo de 2007

    Me duele y entristece como creyente lo que ahora vive Jon Sobrino, S.J. Lo conocí en mis años de jesuita. Desde entonces lo admiro y respeto por su calidad humana, su profunda espiritualidad y por la coherencia y lucidez de su trabajo intelectual.

    El curso de cristología que tomé con Javier Jiménez Limón, S.J., ya fallecido, fue con base en el libro del padre Sobrino, Cristología desde América Latina (1977), editado por el Centro de Reflexión Teológica (CRT) de los jesuitas mexicanos. Alguna vez hice ejercicios espirituales dirigidos por el padre Sobrino. Ahí tomé decisiones fundamentales.

    La Congregación para la Doctrina de la Fe acusa de que, según ella, el padre Sobrino no hace énfasis, en su teología, a la divinidad de Jesús y sí a su condición humana. Se le pide que se retracte de sus ideas, se le prohíbe dar clases de teología y se censura su obra.

    El padre Sobrino, en congruencia con su fe en Jesús, ha decidido no retractarse. A solicitud del padre general de los jesuitas ha escrito una carta en la que expone sus razones: a) Teólogos reconocidos "no han hallado errores doctrinales ni afirmaciones peligrosas" en mis escritos. La curia lee mis textos en sentido contrario a lo que en ellos propongo. b) En los últimos 30 años "muchos teólogos y teólogas, gente buena, con limitaciones, por supuesto, con amor a Jesucristo y a la Iglesia, y con gran amor a los pobres, han sido perseguidos." por las autoridades curiales. Si me adhiero a lo que ellos me piden sería avalar su conducta. c) La razón de más peso, con todo, es que "no reconozco mi teología en esta lectura de los textos" que hacen las autoridades vaticanas.

    En su carta al padre general desmantela las acusaciones y demuestra, al mismo tiempo, que en toda su obra, como lo reconocen teólogos de talla mundial, se expresa de manera clara la afirmación de fe en la divinidad de Jesús y en ella también se afirma el carácter normativo y vinculante de los dogmas cristológicos definidos por el magisterio en los concilios ecuménicos. Toda la obra de este formidable jesuita ha estado dedicada a penetrar en el misterio de Jesús. Es su gran contribución a la Iglesia y a los creyentes.

    El padre Sobrino, al final de su carta, le comunica al padre general de los jesuitas: "Puedo decir que estoy en paz" y le asegura que está dispuesto, siempre lo ha estado, a dialogar sobre su obra y sus ideas. Nunca una frase de resentimiento y tampoco de amargura.

    Detrás de esta decisión de las autoridades vaticanas está el intento de frenar la producción de la teología latinoamericana, que tiene como característica central su encarnación en las realidades concretas. El Jesús de la teología de Jon Sobrino, también el de los padres de la Iglesia, es el mismo del evangelio cuando Jesús dice: "El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para dar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a anunciar a los cautivos su liberación, y su curación a los ciegos; para dar libertad a los oprimidos." (Lucas 4, 18-19). Este también en mi Jesús.

    ruben.aguilarv@gmail.com

    Analista político



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