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Esteban Moctezuma Barragán

PRI: ¿ave fénix?

Presidente Ejecutivo de Fundación Azteca. Presidente del Compromiso Social por la Calidad y Equidad Educativa. Secretario de Gobernación dura ...

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    26 de febrero de 2007

    ¿Podrá el PRI resurgir de entre las cenizas?

    Cayó a tercera fuerza en la Cámara de Diputados. Perdió de nuevo la Presidencia. Perdió el Senado. Ya sólo gobierna 17 estados. Al PRI le va mal en elecciones federales. En 2006, por vez primera, su votación bajó de 30% de la preferencia electoral.

    Sin embargo, en elecciones locales el PRI sigue siendo muy competitivo. Entre 2000 y 2006, promedió más del 40% de los votos y ganó importantes posiciones estatales, municipales y congresos locales.

    Beatriz Paredes debe preguntarse ¿qué están haciendo bien la mayoría de los gobernadores y presidentes municipales del PRI para ser competitivos en las elecciones locales? Y, obligadamente, cuestionarse ¿qué ha hecho mal el CEN del PRI para tener ese pésimo desempeño electoral en las elecciones federales?

    Una cosa es cierta. El PRI sigue teniendo la mejor estructura electoral, y la mayor capacidad y experiencia en movilización política.

    Por eso se afirma, con razón, que el abstencionismo favorece al PRI: porque es el partido con mayor capacidad de traducir la intención de voto, en voto efectivo de sus militantes.

    En pocas palabras, sabe organizar a sus simpatizantes para que no dejen de ir a votar.

    Pero esa ventaja se diluye en las elecciones federales porque la participación es mayor que en las elecciones locales. En promedio, vota 40% más de electores.

    Lo anterior significa que la tendencia que sigue el PRI lo condena a no volver a ganar una elección federal y, a la postre, a convertirse en un partido enano. a menos que haga algo radical y pronto.

    Para que recupere el poder, debe pasar dos grandes pruebas. Primero, ganar la mayoría en la Cámara de Diputados en 2009, y, segundo, aumentar sus gubernaturas de 17 a 22, antes de la elección presidencial del 2012. ¿Es posible?

    Sí, al retomar esa idea que hoy están volviendo a proponer muchos militantes sensatos: crear el nuevo PRI.

    Esa idea posicionó a Francisco Labastida con 18 puntos de ventaja en enero de 2000, frente a su más cercano competidor, Vicente Fox, pero, cuando fue abandonada durante la campaña por presiones de muchos militantes que aún no sensibilizaban lo que ocurría en el electorado, se perdió la contienda.

    Un nuevo PRI pone primero a México y después al partido. Un nuevo PRI pone primero a los ciudadanos y después a los políticos. Curiosamente, al actuar así, quienes saldrán ganando son el partido y sus dirigentes, porque obtendrán la simpatía colectiva.

    La mayoría de los mexicanos es joven y no vota. A la mayoría de los jóvenes no les interesa la política que hoy practican los partidos y los gobiernos. Eso no quiere decir que no les interese otro tipo de política. Un nuevo PRI es un partido que les da a los jóvenes mexicanos una razón existencial para participar en política.

    Un nuevo PRI practica lo que predica; es un partido de centro que entiende las necesidades de las mayorías pobres y también las de la base productiva, que ofrece lo mejor del PAN en su convicción de contar con un estado de derecho y una economía orientada por el mercado, y lo mejor del PRD al poner a los pobres primero y buscar un Estado social fuerte que equilibre los desequilibrios naturales del mercado y proteja a los mexicanos más débiles.

    Un nuevo PRI se gobierna con reglas internas bien definidas y no con impulsos de dirigencias caprichosas.

    ¿Podrá una vieja cultura política y viejas mentalidades, crear procesos y praxis novedosas y atractivas?

    Usted, ¿a qué le apuesta?

    Presidente ejecutivo de Fundación Azteca



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