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EDITORIAL DE EL UNIVERSAL

Al-Qaeda nos amenaza

Inspiración en el interés público, responsabilidad, búsqueda de la verdad, de permanente justicia y del cumplimiento de los derechos humano ...





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    15 de febrero de 2007

    La "Voz de la Guerra Santa", un sitio de Al-Qaeda en internet, captado en Arabia Saudita, incluye a México desde ayer como blanco potencial de ataques. Pudiera ser que la amenaza terrorista se cierna sobre nosotros por el hecho de ser, junto con Canadá, los principales suministradores de crudo para su enemigo, Estados Unidos. El gobierno de Felipe Calderón desestimó la advertencia, aunque subrayó estar en todo momento en resguardo de las instalaciones estratégicas del territorio nacional.

    Independientemente de que los terroristas de Al-Qaeda tengan capacidad real o no de cometer aquí actos de terrorismo en instalaciones petroleras o plataformas de perforación submarina, que de por sí son de alto riesgo -el martes simplemente hubo un incendio en la refinería de Minatitlán- debemos asumir con seriedad, como ya lo hacen los canadienses, que somos parte de un mundo en el que hay dos visiones en conflicto que son el telón de fondo de una guerra en curso.

    En México exportamos a Estados Unidos casi millón y medio de barriles diarios. Esta suma es superior a la que le venden Arabia Saudita y Venezuela, de acuerdo con dos investigaciones recientes del periódico The Wall Street Journal, donde se subraya precisamente la vulnerabilidad energética de nuestro vecino del norte.

    La veracidad de la amenaza actual se desconoce, como apunta la Secretaría de Gobernación, pero no sobra recordar que relacionar el petróleo mexicano con un conflicto bélico estadounidense, no puede sino invitarnos a evocar que la entrada de México en la Segunda Guerra Mundial fue precisamente después de que en 1942 los buquetanques Faja de Oro y Potrero del Llano fueron torpedeados y hundidos en el norte del golfo de México, presuntamente por submarinos nazis, cuando llevaban petróleo a Estados Unidos.

    México se norma por principios de derecho internacional y es un país que lucha en todos los foros por la paz mundial. Eso, además de refrendar que tenemos derecho a comerciar con libertad nuestros productos con quien mejor nos convenga. Estados Unidos es nuestro cliente principal y a pesar de que sería deseable diversificar nuestras exportaciones, ni Osama bin Laden ni nadie puede buscar influir sobre decisiones soberanas del Estado mexicano.

    Compartir 3 mil kilómetros de frontera con un país en guerra no es fácil. En este y en todos los casos es conveniente atenernos al cotejo propio de los avisos que nos llegan con servicios de inteligencia y seguridad nacionales, civiles y militares. Nuestra capacidad de análisis de inteligencia tiene la oportunidad de probar su eficacia en estos momentos.

    Sin arrebatos de paranoia, todos debemos aguzar ojos y oídos para advertir cualquier indicio extraordinario o sospechoso y comunicarlo de inmediato a la autoridad, sobre todo en las zonas petroleras o a lo largo de las rutas de oleoductos.

    Los terroristas pueden o no anunciar su arribo; el riesgo existe por nuestra ubicación geoestratégica. La amenaza se potencia por el elemento criminal que domina algunas zonas de la República; todo es posible para los que obran fuera de la ley. No hay que bajar la guardia.



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