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Francisco Rojas

Crucigrama

En la Administración Pública, como miembro del Gabinete Presidencial:

Ø Director General de Petróleos Mexicanos durante 8 años (198 ...

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    13 de febrero de 2007

    Durante muchos años anunciamos la llegada del lobo y nunca hicimos nada a fondo para prevenir los sucesos que ahora nos agobian.

    El desempeño del gobierno de Fox durante sus seis años de gestión resultó un fracaso. Sus grandes metas económicas no se concretaron: ni crecimos a 7% anual ni se crearon el millón 300 mil empleos anuales prometidos. En realidad, el crecimiento económico en el sexenio (suponiendo que el resultado de 2006 sea un aumento del PIB de 4.3%) es de 2.1% promedio anual, lo que sirve para que el producto por habitante tenga un pírrico incremento de 1% anual.

    Lo mismo ocurrió en materia de empleo: considerando como indicador los trabajadores asegurados en el IMSS, el incremento en los tiempos del foxismo resultó muy reducido, ya que en noviembre de 2000 hubo 12 millones 963 mil 871 trabajadores asegurados, lo que implica que sólo un millón 39 mil 936 personas se agregaron a los empleos formales.

    Perdimos dos sexenios sin desarrollar una auténtica política industrial que facilitara la formación de cadenas productivas. No invertimos lo necesario en capacitar a nuestra mano de obra y en el reciclaje de la planta productiva. La educación de calidad brilló por su ausencia, lo mismo que la investigación y el desarrollo tecnológico. Suprimimos los apoyos al campo sin crear los mecanismos que le permitieran salir adelante, subsidiando bolsones agropecuarios altamente desarrollados y dejando en el desamparo a millones de campesinos, muchos de los cuales tuvieron que emigrar.

    En otras palabras, perdimos competitividad, nos dejamos superar por otras economías más pragmáticas, nos enzarzamos en el juego perverso del autismo y el mesianismo políticos, pospusimos decisiones apoyados en los Pidiregas, los excedentes petroleros y en las remesas de los migrantes; nos hemos sentado a esperar a que se haga la justicia en los bueyes de mi compadre.

    Además del narcotráfico, el crimen organizado, la corrupción, la opacidad, nos enfrentamos con la apertura comercial de 2008, el agotamiento de Cantarell y la ruina de las refinerías y plantas petroquímicas, una hacienda famélica incapaz de recaudar los recursos que requiere el Estado para hacer frente a sus compromisos y compensar las desigualdades sociales y regionales, así como la enorme concentración del ingreso que hemos provocado. Como dice el dicho: éramos muchos. y ahora nos damos cuenta del disparo de los precios internacionales del maíz.

    Todo está entrelazado formando un crucigrama. Solucionar los problemas de la industria energética precisa de varias cosas, entre ellas, la urgente reforma hacendaria y la decisión sobre el etanol que, curiosamente, tiene relación con el maíz, la situación del campo y los centenarios hábitos de consumo de millones de mexicanos.

    ¿De cuál reforma energética estamos hablando? ¿Acaso ya definimos qué queremos hacer de Pemex y la CFE? ¿Se le otorgará una verdadera autonomía de gestión y financiera? ¿Cómo las capitalizaremos? ¿Hasta dónde, en dónde y bajo qué bases legales intervendría el sector privado?

    ¿De qué reforma hacendaria estamos hablando? ¿Qué sectores saldrían afectados: los monopolios, los grupos de presión, los intereses creados alrededor de los regímenes especiales, el consumo de las mayorías, todos? ¿Ya mejoramos la asignación, control y transparencia del gasto de todos los niveles para que la sociedad esté dispuesta a pagar más? ¿Qué responsabilidades asumirán los gobiernos estatales? ¿Estamos conscientes que la disponibilidad y precio del maíz pueden convertirse en un problema para países como el nuestro, a menos que hagamos realmente algo con el campo para evitar que nos estalle una desestabilización económica y sociopolítica?

    Como se aprecia, las soluciones no son sencillas y constituyen un crucigrama que requiere de talento y sensibilidad política. No es que seamos pesimistas, pero no vemos a los líderes que puedan movilizar los apoyos requeridos, ni sentimos que haya una verdadera voluntad política para llegar a acuerdos.

    El tiempo sigue pasando y el destino ya nos alcanzó. No es con marchas, oratoria trasnochada y declaraciones oportunistas y demagógicas como solucionaremos el crucigrama. Es con trabajo, tesón y buena voluntad como lograríamos encontrar la luz al final del túnel. La apuesta es grande: nada más y nada menos que la viabilidad de México como sociedad democrática, moderna, competitiva y justa.

    Analista político



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