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Ricardo Raphael

Verbocracia

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

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    09 de febrero de 2007

    Este término utilizado por Carlos Castillo Peraza para calificar a la retórica priísta sigue tan vivo como siempre. Se trata de retorcer las palabras para sustraerles veracidad; es la manipulación de los vocablos para dejar a todo el mundo satisfecho y no mostrar lo que en la realidad se prepara en la trastienda.

    Un lugar donde el diálogo público no tiene cabida porque sólo los arreglos en la oscuridad importan. Es una forma de opacidad semántica que nada tiene que ver con la transparencia o la rendición de cuentas supuestamente promovidas por el actual gobierno.

    Un discurso fiel a la tradición del verbócrata fue lo que el pasado miércoles pronunciaron el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, y la líder incuestionable (en más de un sentido) del magisterio nacional. Mientras el primero extendió un amplio reconocimiento al liderazgo de la maestra, Elba Esther Gordillo pidió "con todo respeto" (sic) que el gobierno de Calderón "respetara" la autonomía del sindicato de maestros al servicio de la educación (SNTE). Y en el corazón de tanto cómplice apapacho quedó claro que el nuevo régimen también asegurará blindaje sobre la autonomía y libertad sindical.

    ¿De qué libertad o autonomía se está hablando? ¿De la libertad del líder o de la de los trabajadores? Porque existe una notoria diferencia entre una y otra. Si lo que la maestra exige es que su autoritario feudo permanezca intocado, y quizá todavía más, que le ayuden a extenderlo, se está hablando de su personalísima autonomía.

    En cambio, si por libertad sindical se entiende que los trabajadores del magisterio podrían elegir democráticamente a sus dirigentes y conocer también, con transparencia y rendición de cuentas, el manejo que se hace de sus cuotas y aportaciones, entonces el asunto es muy otro.

    Dotar de autonomía y libertad al trabajador mexicano pasa hoy por contrapesar el clientelismo verticalísimo del que todos los días hace gala buena parte de la dirigencia laboral en el país. Implica someter al mundo del trabajo a los mismos procedimientos democráticos que se le han exigido al régimen de instituciones.

    Pasa por que las organizaciones gremiales puedan competir entre sí, libre y equitativamente, por los contratos colectivos. Tiene que ver con una rendición de cuentas sistemática sobre los fondos de pensiones y sobre los dineros que mes a mes los maestros ven reducidos en su nómina de pago. Está relacionado con que sea la transparencia y no la opacidad, lo que impere en los arreglos políticos entre el magisterio y los gobernantes. En resumen, está estrechamente vinculado con defender los derechos de los trabajadores cuando sus líderes intentan despedazarlos.

    Según la encuesta de la Asociación Ciudadana del Magisterio, en México 98% de los maestros considera que la prioridad de sus dirigentes es enriquecerse y tener poder (La Jornada 08/02/07).

    Y en efecto, toda la estructura del magisterio mexicano está construida para cumplir con ese solo propósito. Es un diseño para que la señora Gordillo se haga financiera y políticamente impune e invulnerable.

    Falso es que en los intereses del SNTE esté la mejora de la calidad educativa. No hay incentivo alguno para que los profesores crezcan sus capacidades pedagógicas o su conocimiento de las materias que imparten. No cuentan con una verdadera carrera magisterial que les permita ascender a partir de sus propios méritos.

    Hoy saben que lo único importante para sobrevivir es el sometimiento a su líder de sección y también la cantidad de tiempo que dediquen para ofrecer lealtades a favor de su dirigencia.

    Lamentable resulta que sean precisamente ellos, los que carecen de libertad y autonomía para pensar y actuar políticamente, quienes tienen a su cargo la responsabilidad de educar de forma cívica, es decir, la tarea de construir una ciudadanía nueva, libre y autónoma para México.

    Es a esta reliquia del autoritarismo mexicano a quien el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa le ha dado el espaldarazo. Al férreo monopolio de la representación magisterial del que sólo puede esperarse más atraso y más autoritarismo.

    De golpe se olvidó que no habrá reforma educativa que sirva si ésta no pasa por desmantelar la inadmisible colusión entre los intereses de la corrupción magisterial y los órganos del Estado mexicano.

    Sirvan estas palabras, como tantas otras que se han vertido en el debate público a propósito de este tema, para quedar ignoradas. De eso se trata precisamente el triunfo de la verbocracia.

    Analista político



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