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Patricio Navia

La despedida de Fidel Castro y Augusto Pinochet

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    06 de diciembre de 2006

    De formas diametralmente opuestas, Augusto Pinochet y Fidel Castro marcaron profundamente a la izquierda latinoamericana.

    Mientras Castro pasó de ser un héroe admirado a convertirse en un incómodo legado de la guerra fría, las políticas económicas pro mercado inicialmente adoptadas por el despreciado dictador Pinochet son ahora componente central de los gobiernos izquierdistas más exitosos de la región.

    En la medida que sea capaz de superar el legado de Castro y los traumas producidos por la experiencia de Pinochet, la izquierda latinoamericana podrá construir una nueva plataforma capaz de ganar elecciones, fortalecer las instituciones democráticas, facilitar el crecimiento económico, reducir la pobreza y distribuir mejor la riqueza.

    Dos de los más importantes símbolos para la izquierda regional enfrentan paralelamente una difícil batalla con la muerte. Aunque ambos parecen aferrarse a la vida con la misma obstinación que se aferraron al poder, el fin está cerca.

    Pero la muerte de estos dos líderes sólo consolidará el monumental lugar que ocupan en la historia de América Latina. Los libros recordarán con sus luces y sombras los gigantescos y polémicos legados de ambos. Para la izquierda, Fidel siempre fue un símbolo de la lucha antiimperialista y del ideal de igualdad y justicia social. Pinochet en cambio simboliza las atrocidades cometidas por las dictaduras militares en la región.

    El fin de la guerra fría y el agotamiento del modelo de sustitución de importaciones, con la subsecuente implementación de las políticas libremercadistas del "Consenso de Washington", llevaron a la izquierda latinoamericana a abandonar el modelo cubano y revalorar las elecciones y la democracia (burguesa).

    Las instituciones reemplazaron la revolución como la preferida para lograr más justicia e integración social. Los gobiernos de izquierda más exitosos han sido aquellos capaces de sumarse a la globalización y fortalecer las instituciones democráticas (por sobre los liderazgos personalistas).

    Pero la izquierda siempre tendrá un especial cariño por la revolución cubana. Aunque nadie quiera una nueva revolución (y muchos correctamente quieran democracia para Cuba), el recuerdo de Fidel siempre será rescatado por los ideales de justicia social y dignidad de los pueblos.

    Lo opuesto ocurre con el legado de Pinochet. El dolor causado por la dictadura hará imposible una reconciliación de la izquierda con la figura del ex hombre fuerte. Aun si el modelo neoliberal (economía social de mercado, como la llaman en Chile) se consolida en América Latina, la figura de Pinochet será para siempre asociada con los peores recuerdos de la larga noche del autoritarismo en la región.

    Si bien Pinochet es el padre del modelo económico que explica el éxito del Chile actual, la izquierda chilena ha sabido gobernar a un país que ahora se siente avergonzado de su doloroso pasado.

    Porque ha sabido combinar lo mejor de la dictadura pinochetista con una constante búsqueda de la reconciliación, la centro-izquierda chilena ha sido recompensada con 11 triunfos electorales consecutivos en 17 años.

    En la medida que la izquierda latinoamericana sea capaz de superar el legado autoritario de Fidel, abrazando sus ideales de justicia social, y en tanto pueda dejar atrás su comprensible resentimiento contra Pinochet, introduciendo más justicia social y combatiendo la desigualdad en un contexto de mercados abiertos y políticas pro competencia (más que pro empresas), los dolores y sufrimientos que causaron tanto Augusto Pinochet como Fidel Castro no habrán sido en vano.

    Porque necesita enfrentar el futuro sin cargar con lo bueno y lo malo de las experiencias de Castro y Pinochet, es importante que la izquierda esté preparada en su momento para enterrar -y dejar enterrar- a dos de los hombres que más marcaron el desarrollo político de América Latina en los últimos 50 años.

    La urgencia por consolidar las instituciones democráticas y dar respuesta adecuada a las demandas por más oportunidades y más justicia social no permiten ni incómodas celebraciones ni inoportunos duelos.

    Profesor de la Universidad de Nueva York y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo



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