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EDITORIAL DE EL UNIVERSAL

La hora de la República

Inspiración en el interés público, responsabilidad, búsqueda de la verdad, de permanente justicia y del cumplimiento de los derechos humano ...





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    01 de diciembre de 2006

    Entender hoy que los disensos existen y existirán no debe impedirnos a los mexicanos avanzar en el diálogo sobre el diseño institucional y la respuesta estructural a las necesidades de justicia social de la población, así como en la construcción de un estado de derecho democrático y garante de la seguridad física y patrimonial dentro de la totalidad de nuestro territorio.

    Somos una cultura acostumbrada al cambio revolucionario, a que el que gana se impone. Esto se acabó, y enhorabuena.

    Llegamos hoy por la vía de las urnas a un cambio de gobierno, nos falta avanzar hacia un cambio de régimen convocado para que todos participemos de su elaboración y lleguemos juntos a rediseñar la República.

    Esto comienza por replantearse los modos del pasado, la parafernalia y el simbolismo que este día nos han causado tantos desencuentros.

    Renunciar a la nostalgia por los ritos de una presidencia imperial no significa renunciar a defender la dignidad de un cargo, la seriedad con la cual debe asumirse una investidura, desde la más modesta presidencia municipal, hasta la de la República, pasando por el Congreso.

    Un asunto que nos urge es el rescate de la política, entendida ésta como el espacio para llegar a acuerdos y cumplirlos.

    Ahí deben estar los partidos, pero también la sociedad civil. La corresponsabilidad debe ser un valor entendido en una democracia moderna.

    Hace años, en otra toma de protesta, el presidente John F. Kennedy decía en su discurso inaugural: "No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país".

    No hay cabida para más pretextos que nos distraigan de los obstáculos al desarrollo que todos y cada uno de nosotros debe ayudar a superar desde su trinchera: 1) pobreza y desigualdad; 2) violencia social y crimen organizado; 3) desempleo y falta de competitividad; 4) cobertura y calidad de la educación; 5) pacto federal injusto y recursos presupuestales insuficientes; 6) sustentabilidad de los recursos naturales, y 7) proyecto cultural que respete la diversidad.

    No pretende ser esta una lista exhaustiva ni jerárquica, pero sí un índice al cual encauzar tanta energía política y social desbordada como la que hemos visto en estos larguísimos meses de batalla electoral y postelectoral.

    Escuchar con empatía al otro, llegar al punto de la comprensión de que perdemos por igual si no hay voluntad de dialogar, y que hacerlo no significa una claudicación, nos acercará no sólo a un presente más pacífico sino a un futuro mejor.

    Es hora de pensar en cómo construir un sueño común, donde los mexicanos volvamos a respetarnos aun con nuestras diferencias.

    Es hora de preguntarnos qué tipo de proceso de cambio institucional tiene que darse para dejar atrás la rigidez que caracterizaba nuestra convivencia y abrirnos hacia una arquitectura que convoque a todos los mexicanos.

    A cada generación le corresponde un lema, el de la revolución francesa es especialmente elocuente: "libertad, fraternidad e igualdad".

    Es hora de pensar que el lema de nuestra generación hoy en México puede ser : "Prosperidad, Igualdad y Legalidad".



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    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


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