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Ricardo Pascoe Pierce

La izquierda y las instituciones

Miembro fundador del PRD y, durante mucho tiempo, uno de los hombres más cercanos a Cuauhtémoc Cárdenas: colaboró en la campaña presidenci ...





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    22 de noviembre de 2006

    La izquierda en todo el mundo se ha destacado por ser la gran defensora de las instituciones estatales. De hecho, la propuesta magna de Carlos Marx era la re-creación de las instituciones estatales, para servir a los intereses del proletariado. Incluso, la gran diferencia política entre la socialdemocracia (la Segunda Internacional), el comunismo (la Tercera Internacional) y el trotsquismo (la Cuarta Internacional) giraba en torno al tipo de instituciones sociales, políticas y administrativas que requería la sociedad para llevar adelante los objetivos de las distintas fuerzas político-revolucionarias.

    La izquierda siempre ha defendido la intervención estatal en las actividades productivas y económicas de sus países y ha sostenido que la administración pública debe servir para asegurar objetivos relacionados con una más justa distribución del ingreso. Por ello, la izquierda siempre ha apoyado la idea del cobro de los impuestos. Obviamente se tenía el objetivo progresivo de cobrar más a los que más tienen y menos a los que menos tienen, tanto en términos nominativos como porcentuales.

    El cobro de impuestos se realiza para dotarle de fuerza al Estado, no restársela. Fuerza para sus acciones, programas y decisiones. Un Estado carente de recursos fiscales es uno carente de fuerza para instrumentar sus programas. Por ello, la izquierda nunca hizo "violencia verbal" contra el cobro de impuestos, sino que más bien justificaba su importancia, en tanto veía al Estado como su vehículo para lograr una mejor redistribución del ingreso nacional. Ello, aún cuando no estaba de acuerdo con un impuesto en específico. La particularidad de un impuesto nunca cancelaba la función general de los impuestos en la sociedad.

    Al mismo tiempo, la izquierda siempre luchaba contra las instituciones de "un solo hombre" o de un partido. La democracia es siempre el fermento positivo para el desarrollo de las fuerzas de izquierda. La diferencia del esquema teórico desarrollado por Marx (miseria más miseria es igual a revolución), lo que la izquierda encontró, aún con grandes adversidades, es que un ambiente democrático era más favorable a su evolución y conquista del poder que uno represivo y retrógrada. Así las cosas, la izquierda nunca ha cuestionado a las instituciones democráticas, sino que las defiende como su terreno más importante de lucha política y desarrollo social. La democracia, y sus instituciones y reglas, son algo indispensable para el cambio en el poder.

    Frente a lo anterior, destaca el discurso retrógrada y reaccionario de López Obrador. No defiende la democracia, no cree en las elecciones, no defiende al Estado y socava su fundamento, que es el cobro de los impuestos. Es decir, no tiene un discurso político, ni una concepción ética, que tenga que ver con la izquierda. Sus 20 puntos anunciados son declaraciones de buena fe que firmarían ciudadanos y partidos políticos. Por tanto, no representan más que un simple enunciado. Pero lo más grave es su ataque frontal a las instituciones, contrario al más añejo espíritu de izquierda.

    Lo que uno se pregunta es: ¿Y dónde quedó la izquierda dentro del PRD? ¿Dónde están los pensadores que saben las cosas que he dicho aquí? ¿Acaso se han doblegado y arrodillado ante el discurso vacío, inconsistente y reaccionario de López Obrador? De ser así, estamos ante una de las claudicaciones más grandes de la izquierda en toda su historia. Y ante una gran tragedia: la mediocridad de la ambición personal se impuso a la majestuosidad del pensamiento histórico, lúcido de la tradición de la izquierda mundial. Nunca se había visto un evento con 90% de los asistentes como acarreados.

    La izquierda debe recuperar su programa. Defender el cobro de los impuestos es defender al Estado. Eso lo tiene que explicar la izquierda, y no ir por la popularidad ficticia de ser "antiimpuestos". El tema, después, es defender un gasto público orientado a favorecer la efectiva redistribución del ingreso. Y el desarrollo de una planta productiva competitiva y pujante. Eso es ser de una auténtica izquierda. Incluso la defensa de las instituciones, especialmente cuando se pierden las elecciones por un pequeño margen. Sin una profunda convicción democrática no es posible ser de izquierda. Existe la alta probabilidad de que el programa de gobierno del presidente Calderón termine siendo más de "izquierda" que la propuesta perredista, que hoy se inclina hacia una derecha autoritaria y preocupante.

    ricardopascoe@hotmail.com

    Analista político



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