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Carlos Monsiváis

Bienvenida oportunista al oportunismo

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    19 de noviembre de 2006

    E n vísperas del nuevo sexenio, y como siempre cunde el triunfo del oportunismo, la técnica de viveza y sobrevivencia, la verdadera plataforma ideológica de la Era del PRI, la negación de la existencia de las causas, el olvido continuo de las filias y las fobias en la política. Historia es destino. En la Era del PRI el oportunismo es la legión que, acto seguido, acompaña a los vencedores, la adhesión dura, el deseo de convencer a los que del principio de que otros llegaron al mismo tiempo. (El oportunista es un fanático por duplicado). Si el quedar bien con los vencedores es un requisito burocrático de la condición humana, en los países donde se ha creído en la omnipotencia del Estado es, sobre todo, la gran operación adaptiva, el método de integración a "la realidad única", el poder. Dedico oportunistamente al tema estas notas.

    * * *

    Acercarse a Felipe Calderón, el elegido por la clase gobernante, no ha sido, como marcaba la tradición, un deber de la filosofía de la vida sino el más estricto y científico cálculo de posibilidades. Tras leer o más bien ojear el mismo artículo con diferentes autores en idénticos tonos de histeria, donde se anuncia el entierro de la izquierda, los convencidos, esa nueva legión de la segunda oleada de madrugadores, se precipitan hacia la meta que es el nuevo nacimiento de las personas ("Anochecí dudoso, amanecí rezando"), y a las oficinas de Calderón acuden, en tropel (muchos) o en tropel (uno solo), políticos priístas, políticos que atisban el guiño que les permitirá salir airosamente del PRI, conciencias libres en busca de las cadenas presupuestales, organizaciones de empresarios en pos de "la bendición apostólica para México" (lo opuesto desde luego, al "peligro para México"), intelectuales cuya madurez de criterio no necesita de palabras para convertirse en el aval del sol que aparece, académicos a punto de producir el libro que explica por qué el pueblo votó y Calderón se ganó la confianza del IFE y del Trife, grupos de rock, conjuntos de danza submarina, poetas en residencia de la Nómina... Sin embargo, a la luz de otros sexenios, el espectáculo de hoy es tan modesto que suscita el deseo memorioso: ¿cómo ha sido el viaje histórico del oportunismo?

    * * *

    En Virtuosismo y revolución. La acción política en la era del desencanto (Mapas, 2003), el filósofo Paul Virno examina el tema a partir de una pregunta: "¿Hay algo bueno en el oportunismo y el cinismo?", y se responde acto seguido:

    "Por supuesto que no debe persistir ningún equívoco al respecto. Sin embargo, estas figuras enojosas y a veces horribles ofrecen un testimonio indirecto sobre la situación emotiva fundamental de la que derivan, pero de la que no constituyen la única declinación posible".

    Virno localiza un núcleo neutro, sujeto a expresiones muy distintas, en los modos de ser y de sentir que son las corrientes internas del oportunismo y el cinismo. Por "núcleo neutro", Virno no entiende la astuta transvaloración del estilo que a la letra dice: lo que le parece mal a la mayoría es el verdadero bien, sino, más bien, este "grado cero" de un comportamiento ético negativo, que produce una modalidad de la experiencia nueva e importante a cuya verdad, la verdad del oportunismo, la genera por un hecho: "nuestra relación con el mundo tiende a articularse preponderantemente a través de posibilidades, ocasiones y chances, y no con arreglo a direcciones lineales y unívocas. Por más que lo alimente, esta modalidad de la experiencia no se resuelve en el oportunismo: constituye más bien la ineludible condición de fondo de las acciones y del comportamiento en general". El oportunismo, razón social, manejo de la fluidez social, rectificación de la especie inútil de los ideales.

    * * *

    Carpe Diem . Seize the Day . Atrapa el instante. En países donde las oportunidades, las posibilidades y los chances (el anglicismo como modernización del ánimo) se concentran tan desmedidamente en una minoría a fin de cuentas exigua, el oportunismo es un dogma y una guía para la acción. Se ha cancelado escandalosamente la movilidad social, y el que nació en la base de la pirámide podrá, si se esfuerza en demasía, alcanzar la cúspide de la pirámide.

    Y por eso en el siglo XXI la gran modalidad de la experiencia es la capacidad de sobrevivir, de encontrar los chances en donde se hallen. ¿Y, quién, con posibilidades de éxito, podrá invocar el comportamiento digno? Muy pocos, mientras aquellos que califican a la política, en lo básico, de engaño y corrupción, tienden y tenderán a convertir el oportunismo en su operación de entendimiento: "Si no supe ver a tiempo, sabré agregarme a tiempo".

    ¿Qué se dice en estos casos? Con alguna autoridad, sólo critican el oportunismo los que no tienen nada que perder, los que por principio rechazan las componendas, la minoría que ve en su actuación la congruencia que desde fuera suele verse como autodestrucción. Los demás captan lo obvio: sólo el oportunismo salva de la indignidad de carecer de un método de acercamiento ritual al poder. Las adhesiones sinceras y "póstumas" al menos exceptúan del dolor de enfrentarse al poder con tal de que se dé cuenta de la existencia del impugnador, ese mismo que, con valentía, le exige a los gobernantes cumplir su palabra (la que sea con el tema que elijan), y si no, que admitan dialogar con quien los recrimina desde el elogio incondicional.

    * * *

    ¿Quién que es no es oportunista? Antes, la contestación a esta pregunta habría sido tajante: todos lo son, porque el oportunismo es el romanticismo invertido de nuestros días. "Te entrego, oh Ungido, mi corazón y tú lo aceptas, porque, muy claramente, ninguno de los dos es sincero. Tú no crees en mis elogios, y yo no creo en tu carisma". Ahora, el oportunismo es el que se ofende si quitan del capítulo de las convicciones el cambio de opinión: "Desgraciado sea el que no percibe que si la realidad es un ente inmóvil la manera de verbalizarla no". El elemento esencial de transformación de la sociedad es la mudanza de las opiniones políticas

    * * *

    En el año 2000 "el voto util" es la invención irreprochable. Desgastado Cuauhtémoc Cárdenas por su "Esto que usted me pregunta lo analizaré en el momento oportuno", sin un candidato convincente del PRI, Fox se pasea como la Gran Alternativa. Sólo dice vulgaridades y, como él lo ha dicho respecto a sus intervenciones, "tonterías", pero en 2000 falta para que lo obvio se reconozca como lo evidente, y por eso el oportunismo se ofrece como la urgencia ávida de sacar al PRI de Los Pinos. Pero Fox no reconoce deudas políticas, porque supone que el gobierno consiste casi exclusivamente en giras por otros países con declaraciones surgidas de la universidad del ´A ver que se me ocurre´.

    Los oportunistas fracasan, Fox los ignora o no se acuerda de su existencia, y el oportunismo como técnica de reparación de daños se debe esperar todo un sexenio. Ahora regresa con odio al "populismo" y la irresponsabilidad, dispone el ánimo para saber que ya todo da igual, todo menos la disponibilidad, el espacio por excelencia del oportunismo.

    Escritor



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