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Carlos Monsiváis

Otra vez la confesión al trigo

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    08 de octubre de 2006

    No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. De los Diez Mandamientos.Éxodo, Capítulo 20, versículo 7

    (Epígrafe fuera de lugaren un artículo laico)

    Diálogo ejemplar del 3 de octubre de 2006

    D iputado perredista Othón Cuevas (al secretario de Gobernación, Carlos Abascal, en su comparecencia en la Cámara de Diputados): "¿Qué es lo que nos espera en Oaxaca, ya se ha preguntado? Comparto con usted, señor secretario, una fe de la que me siento muy orgulloso y la hago pública. En nombre de Dios le pido: no a la represión en Oaxaca".

    Secretario Abascal: "De lo que sí estoy convencido es que la violencia engendra violencia, cuando la violencia pretende justificarse por sí misma. No se preocupe, señor diputado, en nombre de Dios no haremos absolutamente ninguna represión".

    * * *

    ¿Qué se dice en estos casos? Un diputado de izquierda puede convertirse en un feligrés justamente preocupado, y su lenguaje no será parlamentario, pero su voluntad de paz justifica su declaración de fe. Lo ya difícil de entender en una república laica (que todavía existe) es la sentencia (el sermón compendiado) (la declaración arzobispal en sentido estricto) del secretario de Gobernación, a cuya trayectoria la distingue la profusión de confusiones o "amnesias momentáneas". Cito algunas frases:

    El creyente ortodoxo a veces recuerda su calidad de secretario de Gobernación y entonces pasea su buena voluntad de catequista militante que es alto funcionario que es...

    El secretario del Trabajo llega a la administración pública a finales del año 2000, y de inmediato convoca a sus funcionarios y, ante un lienzo de la Guadalupana, les anuncia que pone a la secretaría bajo la advocación de la Virgen del Tepeyac. La crítica que se desata inhibe al licenciado Abascal, que ya no dice una palabra al respecto, aunque prosigue con su fervor proselitista, ya no muy notorio porque al tratarse de su grupo ciertamente no le predica a los paganos.

    El secretario del Trabajo, Abascal, el 8 de marzo de 2001, dirige un mensaje a las mujeres en donde, con la afabilidad del que no se mueve de su siglo (le toca al lector fijar las fechas) le recuerda a las mujeres su deber básico, alterado por la funesta modernidad: atender las tareas del hogar y cuidar la crianza de los hijos. En este discurso y en otros pronunciamientos hay un aliento seráfico (el adjetivo no es casual ni espontáneo) sobre la única familia concebible, casada por las dos leyes, con padre, madre e hijos. Al recordársele la existencia, por ejemplo, de las madres solteras, Abascal alaba la fortaleza de las mujeres en abstracto y de inmediato cambia de tema.

    Dicho sea esto de modo complementario, el licenciado Abascal ha encontrado la fórmula feliz, que debería patentar, en su enfrentamiento a las entrevistas. A la pregunta que sea, contesta con una descarga casi interminable (el entrevistador no traía más casetes) sobre la disposición del gobierno en materia de atención integral al sistema hidráulico, o el deseo de diálogo propio de una democracia (entiéndase por democracia el oír sin hacerle caso a los quejosos que un momento antes eran ciudadanos en uso de sus derechos de movilización y protesta). Abascal fatiga y derrumba casi literalmente a sus entrevistadores que se conforman de vez en cuando con atrapar un desliz integrista.

    Tan pronto puede, el secretario de Gobernación amonesta, predica, se anima a ir un milímetro más allá de su sonrisa piadosa no de eclesiástico sino de hombre de Iglesia (en el mismo sentido en que se usa "intelectual orgánico", alguien asimilado en un aparato de poder y/o de toma de poder). En síntesis profesional, Abascal señaló: "La democracia es el camino que han escogido las fuerzas internacionales de la subversión", y no parece distanciado de este axioma, porque su idea del diálogo en una democracia es sonreír y sonreír ante las preguntas incómodas y desatar el fervorín hasta la humillación acústica de sus interrogadores, y asegurar que el gobierno hace todo lo posible para que de acuerdo con la ley, etcétera.

    En enero de 2006 el secretario Abascal, en uno más de sus intentos de introducir solapadamente a la teología a las zonas de su galimatías, declara:

    "Es necesario recuperar con absoluta libertad de credos la religión como el espacio que propicie la vinculación, la revinculación del ser humano con su destino trascendente para que le dé sentido a los valores éticos que han de comprometer su existencia diaria."

    No es poca cosa lo sustentado por el ministro del Interior (de las conciencias). Así que en la actualidad: a) no hay para los creyentes espacios que propicien la vinculación (pues qué falla eclesial); b) el ser humano no está vinculado a revinculado con su destino trascendente; como tiene que estar ligado a algo es de suponerse que lo hace con la observación de la caída de valores sociales y el espionaje de alienígenas; c) no hay en este momento en México valores que comprometan el sentido humano, y este abismo ético, también es de suponerse, explica la violencia delincuencial, los reality shows y la decisión del gobierno federal de transformar los problemas en catástrofes, para ver si así dejan de ser problemas. A la crítica a su certeza (La República carece de ética), el secretario de Gobernación responde con todo lo que no tiene que ver con los cuestionamientos, sonríe, no deja de hablar, sonríe, eterniza la homilía, sonríe...

    En los casos en que el señor secretario no puede ser vocero

    El licenciado Abascal exagera o, si se quiere, desborda la realidad. ¿Quién es un político, por evasivo y feligrés que sea, para hablar en el nombre de Dios? A nombre de Vicente Fox, del suyo propio o de la PFP, sí se puede pronunciarse si, una vez más, no confunde la declaración con la huida, pero un funcionario que usa el nombre de Dios necesariamente, si en verdad es creyente, lo usa en vano porque, lamentamos decírselo, él no habla ex cathedra.

    ¿A dónde va esa declaración? A comprometer a Dios no, porque el lobby celestial se hace a través de plegarias y no de frases lapidarias en la Cámara de Diputados; a usurpar el sitio de Dios tampoco, porque no está vacante por un lado, y por otro, por grave que sea el conflicto en Oaxaca no amerita un desplazamiento de sitiales; al uso oportunista de las creencias no parece concebible porque el licenciado Abascal, a cambio de probar su rechazo total del Estado laico, sí parece sincero. Entonces, ¿por qué mete a la contienda a las potencias del más allá? Ojalá no haya represión en Oaxaca; ojalá el próximo secretario de Gobernación distinga entre su puesto y el de profeta de las postrimerías.

    Escritor



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