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Carlos Monsiváis

Diario de un aspirante a santo

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    24 de septiembre de 2006

    Domingo 4

    S er político en el siglo XXI, me dijo un colega, es nunca soltar por teléfono frases de más de dos palabras o que rebasen el poder de la onomatopeya (¡ajá!). Con esto de las revelaciones fatídicas toda precaución es casi póstuma; hoy vino a la Cámara de Diputados un maestro a enseñarnos las expresiones de cautela que no hay modo de descontextualizar. Por ejemplo: "Tú lo dices/ Perdona, pero me gana la sordera/ No sé, quién sabe, voy a echarle una pensada". También nos explicó que si uno emite onomatopeyas a gran velocidad, y las mezcla como disc-jockey , las grabaciones se anulan. Y al final nos hizo dos recomendaciones: por teléfono sólo se dice sin parar el nombre propio o se lee la lista de compañeros de secundaria; la segunda, "se pone uno a llorar porque hace 10 años murió abuelita. Esto obstaculiza las filtraciones".

    Lunes 5

    La noche en vela. ¡Qué tensión! ¿Qué habré dicho en mi otra vida? (así le decimos ahora a la época anterior a las grabaciones que traidoramente se divulgan: la otra vida). El asunto me preocupa a tal punto que contraté a un joven egresado de Letras Hispánicas experto en teoría de la traducción. La expliqué: "Me acostumbré a enterarme minuciosamente de mis actos y por eso llevo un diario, pero las cosas ya se pusieron difíciles y tengo que tomar precauciones y por eso lo quiero contratar. Mire, yo anoto mis reflexiones, y luego usted las pasa a un idioma que si me agarran el diario no me cause problemas". Estuvo de acuerdo, y aquí vamos. Claro, al principio yo no me reconocía en estas frases tan desganadas como la que estoy leyendo en este momento, pero en fin. Le comenté el asunto a un compañero, también alarmado con las filtraciones, y me comentó: "Si así está la onda, mejor no lleves un diario". La perspectiva me aterró y contesté: "Si no llevo diario, y me cae el Alzheimer, ¿cómo voy a poder redactar mis memorias?". Ya tengo el título: Herencia de honradez a lo mero macho. Claro, también me puede pasar lo que a Roberto. Lleva minuciosamente su diario, pero después de las elecciones nadie lo saluda, en su casa lo llaman por otro nombre y ya sus días son igualitos unos a otros, al lado del teléfono que no suena.

    Miércoles 7

    Ayer en la Cámara, en el saloncito, los del grupo hicimos unas pruebas de foniatría. Estuvo divertido. Primero usamos las máquinas que distorsionan la voz y al rato le entramos a un experimento creativo, lo que el maestro llama "la cirugía gutural". Y sí que la necesitamos, porque hay momentos en que incluso los políticos necesitamos usar el teléfono. Y como ahora seguro nos estén grabando, hace falta el blindaje auditivo. El maestro insiste: cambien la voz cada media hora y con eso resisten exitosamente los chantajes y las revelaciones. De lo contrario van rumbo al papelazo y las disculpas suicidas: "No la reconozco, ésa no es mi voz y así yo no hablo. Sólo uso esas palabrotas cuando me acuerdo de los juegos de infancia en mi hacienda con los hijos de los peones/ ¿Para qué voy a decir algo que me incrimina si soy telépata?/ No es mi voz, yo nunca hablo por teléfono en español".

    La clase de "cirugía gutural" estuvo muy bien. El problema fue luego, que oímos los casetes a otra velocidad. Se cambia todo, en mi caso se oye como que confieso por qué nunca me gustaron las medias nailon. ¡Qué raro es el sonido y a ratos qué difamador!... (me dijo el traductor de mis notas que le impresiona mi virtuosismo. Nunca uso más de cinco palabras y me doy a entender).

    Viernes 9

    El jefe se ve muy contento. Me comentó en la mañana: "Ya pasó la andanada" (no lo dijo así pero andamos en la dieta de chingadas). Me alegró verlo así y más cuando le trajeron las cartas y los manifiestos de adhesión. Había uno muy sencillito: "A todos los grandes hombres se les calumnia, a todos los mediocres se les difama, a los seres insignificantes se les desprestigia, y a nuestro gran diputado se le reverencia al revés".

    El texto se prestaba a choteo, pero no le dije nada porque al leerlo lloró de felicidad, y ni siquiera interrumpió los sollozos cuando vino su ayudante y señaló el texto: "¿Quedó como usted dispuso, licenciado? ¿No me firma el cheque para los periódicos?".

    Sábado 10

    En el club ni un comentario. Tiene razón el jefe, ya pasó el escándalo, ni quién se acuerde y él mejoró su imagen, a él lo atacan porque ha defendido a la patria... Estoy pensando en renunciar a mis cursos de foniatría.

    Domingo 11

    Comida familiar. Mis hijos más chicos, los del cuarto matrimonio, me contaron que en su escuela hicieron un concurso del "diputado precioso" para ver quién decía más palabrotas en un minuto, y que el director del plantel fue jurado.

    Y el grupo de rock de su prepa se aventó con una rola bien chida (así dijo, yo nunca hablaría así) que se llama "Va pa´tras, papá", con un estribillo chipocludo (así hablaba yo de niño):

    Va pa´tras, papá,

    va pa´tras.

    Si fuera pa´delante

    te chingan en un instante.

    Va pa´tras .

    Eso dice la letra, no me la atribuyan. El caso es que mis hijos estaban divertidísimos y yo me puse a pensar: "A lo mejor no se acabó todo y el escandalito sigue". Pero leí el periódico y una institución, creo que el IFE pero lo vi muy rápido, le ratificaba su confianza a todos los propietarios de autoridad moral injustamente vejados por el rumor. Me calmé. Tiene razón mi cuate: "A nosotros las revelaciones nos pelan los dientes", y así es nuestra anatomía de indigerible... Como sea, sigo con las clases do foniatría.

    Martes 13

    Todo va bien. Ayer en la noche le ofrecimos un coctel al GP (Gobernante Perfecto, no vayan a creer que Góber precioso, je, je), y fuimos bastantes, es decir, poquitos pero entrones. Falta bastante para carnaval pero por si se presentaban los medios, cada quien traía puesta una máscara de luchador. Había un circo mediático a la entrada y como se pudo pasamos todos sin que nos reconocieran, menos Rufino, al que le gritaron los méndigos: "Ya te vimos, Vallenato, quítate la máscara". Rufino se indignó y se les fue a karatazos, le echaron montón (otra frase de mi infancia), quedó hecho un asco, le quitaron su máscara y la rifaron. Ni pepper (el traductor no supo cómo poner esto, lo engañé).

    Total que en el coctel todos hacíamos chistes sobre las grabaciones, pero no los celebrábamos porque las máscaras de luchadores son muy sofocantes y si uno se ríe se ahoga.

    Miércoles 14

    Todos los del grupo en la Cámara estábamos de muy buen humor, pero entró corriendo Dionisio y nos dijo: "Hoy divulgan otra grabación". Nadie se movió y yo pensé: "Les vale. Nunca le han confiado al teléfono ni sus negocios ni su nivel educativo. ¡Qué bueno!". Un minuto después, todos salimos corriendo no sin declararle a los reporteros nuestra inocencia.

    Escritor



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