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Jesús González Schmal

Cárdenas y Slim



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    23 de septiembre de 2006

    Dos personalidades de distintos orígenes, trayectoria y actividades han coincidido en una posición crítica a la lucha que, por la certeza electoral y sus consecuencias, ha emprendido la coalición Por el Bien de Todos con López Obrador, proclamándolo presiden te legítimo de México, en la Convención Nacional Democrática del pasado 16 de septiembre, que tuvo lugar en la plaza de la Constitución de la ciudad de México.

    El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas enfatiza en su crítica la intolerancia de AMLO cuando alguien no coincide con sus ideas y sus propuestas. De ello deduce la improcedencia de la decisión de su nominación como presidente legítimo. El también ingeniero Carlos Slim acentúa la crítica en lo que él llama el cierre del Paseo de la Reforma en una ciudad gobernada por la izquierda y la radicalización de esta corriente que puede ser, al final de cuentas, contraproducente con sus mejores propuestas de sentido social de la política.

    Ambas posiciones deben valorarse con la mayor seriedad, en tanto merecen crédito de buena fe y recta intención. Resulta también, en el ejercicio de la revisión dialéctica de ideas y decisiones, ingrediente necesario para la destilación racional (sin apasionamientos) de objetivos y propósitos de las acciones y medidas que se toman colectivamente a partir de las propuestas de sus dirigentes. Es también una obligación democrática al reconocimiento de la pluralidad y diversidad ciudadana en cuanto a percibir y resolver los problemas nacionales. En ese tenor, y aun cuando ni Cárdenas ni Slim son formalmente parte de la Convención Democrática Nacional, al utilizar el foro de la opinión pública en los medios de información hace que su aportación deba considerarse con la seriedad e intención con la que sus autores la emitieron.

    Es en esa línea que a manera de diálogo los interlocutores, entre los que me encuentro, porque me registré como delegado en la Convención Democrática, desearían responder a los críticos que buena parte de sus argumentos son válidos y deben ser aceptados como premisas obligadas porque se refieren al presupuesto del bien a México pero, en un esfuerzo de síntesis, por razones de espacio, me parece que sus conclusiones no están suficientemente sustentadas, en tanto no reconocen los orígenes o "causa de lo causado", para explicarse los efectos en los que ellos particularizan su disenso.

    Debe entenderse que los acontecimientos desde el 2 de julio proceden de una inconformidad amplia sobre la certeza y objetividad de los resultados electorales, que se fue nutriendo del conocimiento de lo ocurrido desde la selección concertada (PRI-PAN) de los vocales del IFE; de la intervención descarada de Fox y la publicidad oficial; de la injerencia de Elba Esther Gordillo; la intentona por desaforar a AMLO; del descubrimiento de Hildebrando que, a trasmano, tuvo acceso al software del IFE; y de tantos vicios que, con la culminación de un traspié en la publicación de los resultados el día de la elección; todo ello conforma una duda nacional lógica que debe disiparse ineludiblemente con el recuento de votos y la revisión exhaustiva casilla por casilla. El colmo fue cuando el TEPJF denuncia las invasiones del presidente Fox contra la imparcialidad de los comicios, y aun así dicho Tribunal convalida la misma elección contaminada por confesión expresa de los magistrados.

    De esto se debe partir, y si de ello no se explica o comprende una respuesta como la de la Convención Democrática, en consecuencia, no se debe sólo descalificar la que se tomó, sino proponer una alternativa que resuelva un problema que puede ser de consecuencias catastróficas si en la conciencia de una buena parte de la población persiste el sentimiento de haber sido engañados en el proceso electoral. Nuevamente recurro a Oaxaca. Ahí se escenificó un fraude electoral monumental. Se creyó que con cubrir las apariencias e investir al elegido se resolvería el problema. Hoy la convulsión, la ingobernabilidad, son la respuesta de un pueblo desesperado por no tener canales legítimos de expresión.

    Permítaseme en consecuencia inducir que la propuesta del ingeniero Cárdenas y del ingeniero Slim sería una especie de resignación con la fatalidad de unos resultados electorales no susceptibles de ser revisados y recontados. En ese escenario, ni la iniciativa de diversos ciudadanos y medios de información, incluyendo a EL UNIVERSAL, para que el IFE permita ahora el recuento de los votos, tendría sentido. La consecuencia entonces sería admitir un gobierno con la duda clavada en millones de mexicanos sobre su legitimidad de origen.

    Abogado



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