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Carlos Monsiváis

Lo kafkiano y lo poskafkiano

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    27 de agosto de 2006

    Alguien debía haber calumniado a Josef K., porque, sin haber hecho nada malo,fue detenido una mañana.

    Franz Kafka, El proceso (1914)

    L o kafkiano. En sectores muy amplios no se necesita ser un lector de Kafka para situar de inmediato al adjetivo kafkiano, que en el sentido popular se refiere a la parte más absurda de la represión sobre personas y colectividades, a las apariencias estrambóticas del orden que deshumaniza, al asombro de enfrentarse a un sistema que aplasta y rara vez concede explicaciones, lo que Kafka expresa en uno de sus diálogos definitorios:

    "Sin embargo, no soy culpable", dijo K. "Es un error. ¿Cómo puede ser siquiera culpable el ser humano? Todos somos aquí seres humanos, tanto unos como otros.

    "Eso es cierto, dijo el sacerdote, pero así suelen hablar los culpables."

    * * *

    Proceso kafkiano. La literatura encapsula las monstruosidades en nombre de la ley. En su defensa en 1969, afirma Heberto Castillo, preso político del 68:

    "En el proceso kafkiano que se nos sigue no debe haber pruebas, ni tampoco testigos reales, ni documentos veraces, todo se deja a la imaginación maniquea de los opresores del pueblo: ustedes. Sólo debe haber buenos y malos. Nosotros los malos, ustedes los buenos. Pienso que después de todo no me ha ido tan mal: a pesar de que soy miembro del sexo masculino ustedes pudieron haberme acusado en un descuido de aborto. Y como se manejan las cosas en esta justicia mexicana, sin duda que el Ministerio Público lo habría probado. Y usted, sin duda, me habría condenado".

    * * *

    Lo kafkiano: aquello que no se entiende porque la persona sujeta a juicio no sabe de qué se le acusa, ni dónde se guardan los secretos de la ley que lo sentencia. Lo kafkiano: vivir la pesadilla en la vigilia, el acusado o la acusada ignoran por qué a cada una de sus declaraciones de inocencia las siguen frases de encomio: "Lo felicito, acaba usted de ganarse otros 10 años más en la cárcel. Enhorabuena".

    En los comentarios sobre la lentitud de la burocracia o las tardanzas de la ley, el adjetivo kafkiano se ha vuelto imprescindible al sintetizar lo más oscuro de la fatalidad.

    Ningún término anterior había cobrado esa fuerza, no obstante la ignorancia generalizada, sobre el escritor Kafka (al que el presidente Fox en un discurso rebautizó Frank Kasbah, supongo que así se escribe).

    Lo kafkiano dispone de ventajas enormes sobre términos que aspiraron a lo científico y se disolvieron en acusaciones vagas, por ejemplo, lombrosiano (de Césare Lombroso, el penalista cuya tipología del criminal se instaló por demasiado tiempo en el imaginario colectivo criminalizando el aspecto "temible"), y criminal nato, aquel que comete delitos con tal de honrar el determinismo sicológico.

    Pero kafkiano resuelve varias situaciones a la vez: la indefensión del acusado que se sabe inocente; la complejidad de un laberinto a donde no hace falta entrar para extraviarse en sus corredores; la identificación de los expedientes con los miedos que persiguen desde la niñez a cada persona; la asfixia y las sensaciones de acoso como las respuestas tangibles de lo real.

    Lo kafkiano: aquello que no se comprende porque es como la vida en manos de la justicia abstracta y rencorosa.

    * * *

    Una reflexión de Josef K. en El proceso ante lo incomprensible y lo fatal: "¡No hay que llamar la atención! ¡Conservar la calma, por mucho que no le gusten a uno las cosas! Tratar de comprender que ese gran organismo judicial permanece en cierto modo eternamente en equilibrio y que, cuando uno cambia por sí mismo algo de donde está, se está quedando sin suelo bajo los pies y puede hundirse, mientras que el gran organismo compensa en otro lugar -todo está relacionado- esa pequeña perturbación y permanece inmutable, si es que no se vuelve más vigilante, más severo, más malvado, lo que es más probable. Hay que dejar que los abogados hagan su trabajo en lugar de estorbarlo".

    * * *

    Este es el verdadero apotegma de los juzgados y de muchísimos pronunciamientos de los eminentes magistrados: la ignorancia de la ley no impide su representación altiva. Se dictan sentencias con ánimo rapaz, y se afirma la especie de "jueces de rostro intercambiable".

    Con dinero baila el fallo, podría decir un refrán. Mientras, la esperanza radica en la ilusión: "Yo seré uno de los pocos afortunados que pueden decir: se me hizo justicia, es decir que sí saldré del laberinto kafkiano".

    * * *

    El 12 de septiembre de 1958 enfrentan su proceso penal el dirigente de la sección IX del magisterio, Othón Salazar, y tres compañeros suyos. El juez segundo penal, licenciado Héctor Terán Torres, los considera presuntos responsables en tres de los cuatro delitos que les atribuye la Procuraduría de Justicia del Distrito: disolución social, coalición de funcionarios y resistencia de particulares. En un auto de formal prisión exhaustivo, dos hojas en total, el funcionario emite lo que se considera sus puntos de vista.

    Según Terán Torres, al delito de disolución social lo comprueban debidamente los informes de elementos de la Policía Preventiva, y del jefe de la Policía a la Procuraduría de Justicia del Distrito; algunos volantes, manifiestos y propaganda impresa, las declaraciones rendidas por los inculpados y el informe que rinde el abogado Homero Acosta.

    De este material más bien propio del peor trabajo reporteril, se desprende, dice el juez Terán Torres, que los inculpados, en su carácter de profesores de la Secretaría de Educación Pública, al realizar la serie de actos que culminaron con la manifestación del 6 de septiembre, se han coligado tomando medidas para impedir y suspender la administración pública en el ramo educacional. Así de totalizador el asunto.

    Al juez segundo penal le resulta debidamente comprobado el delito de resistencia de particulares: "Los inculpados sin tener autorización, sino por el contrario, habiéndoseles prohibido por las autoridades, intervinieron en la concepción, preparación y realización de la manifestación efectuada el 6 de septiembre y en la que se alteró el orden público".

    De qué modo, no lo informa, pero se aclara la sentencia: cinco años de cárcel, luego interrumpidos por "la magnanimidad del señor presidente".

    * * *

    Lo kafkiano: sinónimo de la imposibilidad de la justicia en el reino del capitalismo salvaje. Lo kafkiano: la imposibilidad de la inocencia de los opositores al gobierno. El término, ya desligado de la literatura, adquiere la connotación más directa: lo que no se comprende y de lo que no se escapa. Esto, hasta los tiempos recientes en que el cultivo de las formas, tan esencial a lo kafkiano, pierde todo sentido.

    La impunidad en el siglo XXI es lo poskafkiano.

    Escritor



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