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Carlos Monsiváis

Los pobres sólo crean pobreza

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    02 de julio de 2006

    El 15 de junio de 2006 en el diario Reforma , don Lorenzo Servitje, partidario acérrimo del PAN y la mayor autoridad ideológica y moral del empresariado, difunde una carta a la opinión pública, dirigida muy ostensiblemente a extirpar la votación a favor de Andrés Manuel López Obrador, a quien los conservadores le atribuyen revivir la lucha de clases y "polarizar" al país.

    Servitje inicia su alegato con una pregunta: "¿Hay que acabar con los ricos?", y responde desde el humor que se le atribuye y con una reflexión imponente:

    "No -decía Cantinflas-, lo que hay que hacer es acabar con los pobres. Creo que no se van a acabar los pobres, pero sí que debe hacerse lo indecible para remediar su situación y reducir drásticamente su número.

    "Ante el problema de la magnitud de la pobreza en nuestros países, estrujantes preguntas nos asaltan: ¿por qué unos tenemos todo en abundancia y a otros les falta aun lo indispensable? ¿Por qué unos nacemos en un medio que no sólo favorece nuestra supervivencia sino aun nuestra comodidad, y otros en la ignorancia, la miseria y el abandono? ¿Por qué unos tenemos conocimientos, bienes o autoridad que nos permitan afrontar las necesidades y contingencias de la vida y otros no? Preguntas que, en conciencia, debemos tratar de responder.

    "No hay duda que la pobreza inhumana, la que implica el sufrimiento involuntario del desamparado y el inocente, la que degrada y destruye al ser humano, la que le impide vivir con dignidad y obrar bien y que se sufre sin esperanza, no sólo no podemos aceptarla sino que debemos combatirla".

    Ya en plena cruzada redentorista Servitje, con el énfasis melodramático que le permite saber que un gran número de pobres ni vive con dignidad ni tiene moral, convoca en su imaginación a un grupo de inquilinos de la pobreza: desempleados, inempleables, seres angustiados por la renta o los servicios médicos o el hambre, huérfanos, madres solteras o abandonadas, jóvenes alcohólicos o drogadictos, discapacitados, ancianos olvidados, decenas de miles de campesinos que emigran a las ciudades o al extranjero, vidas destrozadas que desembocan en asilos, hospitales o prisiones. En fin, agrego yo, las tragedias que aguardan a los que, por ejemplo, no tomaron la precaución de nacer en una familia rica, de labrar su fortuna gracias a un pariente en la política, de sentir que el salario mínimo era injusto porque ni siquiera se merecían eso. Continúa el señor Servitje:

    "Esto nos lleva necesariamente a examinar cómo en una economía se producen los bienes de consumo, cómo se crean los medios de producción, cómo se obtiene un valor agregado: algo positivo que antes no existía. Cómo se crea "riqueza", aunque el término muchas veces sea equívoco. ¿Y quiénes son los que generalmente crean riqueza? ¿Quiénes son los que invierten y generan empleo? Son los empresarios, personas poco comprendidas y muchas veces menospreciadas. Son particularmente ingeniosas e insatisfechas, que trabajan asiduamente y que no consumen todo lo que producen sino que una buena parte de ello la dedican a incrementar su propia capacidad de producir o la de los demás.

    "Son quienes ahorran, invierten y hacen posible la formación de capital y del empleo, organizan y dirigen el trabajo de otros y lo hacen más eficiente, descubren e inventan más o mejores cosas, todo ello asumiendo riesgos, viendo el futuro y siempre dispuestos a experimentar, a crecer, empujados por una ambición, sí, pero también por un ideal de realización creadora".

    De donde resulta que: a) los trabajadores manuales y los empleados no existen, son seres incorpóreos que si les va bien dan gracias a Dios porque el supremo bien les permitió ser testigos lejanos de los engrandecedores de la nación, los empresarios; b) resulta que los empresarios, "los hijos predilectos de la nación", según cada uno de los presidentes de la República, son seres "poco comprendidos y hasta menospreciados". ¿En dónde y de qué manera? ¿Se desprestigia a los empresarios al señalarse la manera obscena en que un buen número de los más acaudalados se aprovechó de los recursos del Estado en el Fobaproa y el IPAB, por ejemplo? ¿Por qué, digamos, el empresario minero Germán Larrea crea riqueza "por un ideal de realización creadora", y los mineros que padecen todo tipo de enfermedades laborales ganan una miseria y arriesgan a diario su vida, no son nada o, seré más exacto, no son nada que autorice su inclusión en la forja de la riqueza? Y en vías de resolver el asunto tan molesto de la pobreza, Servitje se enoja con los repartidores:

    "Ante esta situación la reacción inmediata y simplista de algunos gobiernos es corregir drásticamente la distribución de la riqueza y del ingreso. En pocas palabras, quitarles a los que tienen y dárselo a los que no tienen: enfrentar a ricos y pobres. ¿Es éste el camino?"

    Lo que es simplista a fondo es la fábula del miedo: si se corrige drásticamente la distribución de la riqueza y del ingreso se le quita a los que tienen y se le da a los que no tienen. ¿Es ésta, según el empresario, la única manera de redistribuir, incursiones a lo Robin Hood, Joaquín Murrieta o Heraclio Bernal? ¿Es todo tan mecánico y fácil como la sustracción de sacos de dinero de Bosques de las Lomas que van a dar a Chalco o Ciudad Neza? Servitje está convencido: cualquier intento de corregir la pobreza que no se estacione en la filantropía, enfrenta a las clases sociales, algo descabellado porque, de hecho, sólo existe una clase social:

    "Ciertamente hay empresarios ricos, muy ricos. Uno les pediría que no cometieran excesos, que no hicieran ostentación de su riqueza y que fuesen muy generosos, ayudando a todo tipo de obras buenas, pero ése es un reclamo moral".

    Tal vez sin quererlo, Servitje se aparta por un instante de su altruismo: si los empresarios dejan de ostentar su riqueza, desaparecen Club, Caras y otras publicaciones como escaparate, ¿y cómo nos asomamos sus agradecidos lectores al espacio donde se crea la riqueza, se invierte y se generan empleos? Pero asombra la eficacia de su plan para eliminar la pobreza: que entre los empresarios no haya excesos (no se especifica cuáles), que no se invite a los fotógrafos a las residencias que deben ocultarse con muros altos, y que sean filántropos sin que nadie los obligue. Y al final de su proclama, Servitje sentencia:

    "La economía y la sociedad los necesitan (a los empresarios) como inversionistas y creadores de empleo, y desde luego pagadores de impuestos. El Estado, en su papel de apoyo a la población necesitada, puede gravar de distintas maneras a esas personas, pero tiene que hacerlo con prudencia, porque si no, no contaría con su valiosa aportación. Ocurriría el abandono de la actividad productiva, la fuga de cerebros, la fuga de capitales y el desempleo, como ya ha sucedido".

    ¡Tiemble el gobierno que no ceda todo! ¡Tiemblen los pobres porque hay muchos otros países donde los empresarios de México hallarán facilidades iguales o mayores! ¡Tiemblen los que con su voto revivan la idea de pobreza digna!

    Y Servitje finiquita su diagnóstico: "Este tema de enfrentar a ricos y pobres hay que evitarlo porque el remedio puede ser peor que la enfermedad".

    Escritor



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