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Carlos Monsiváis

El debate pospuesto

Carlos Monsiváis es ante todo un hombre observador. Escritor que toma el fenómeno social, cultural, popular o literario, y que, con rápido b ...

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    11 de junio de 2006

    Antes de que la Copa Mun- dial jerarquice el sentido de lo real (tiempo mental y horas-pantalla), el debate de los cinco candidatos a la Presidencia de la República ha ocupado la atención general, así y de inmediato las denuncias del posdebate hayan desplazado la agitación conceptual, más bien leve, inexistente o tan resumida que no alcanzaba siquiera la calidad de aforismo.

    En el "Debate" (las comillas no desaparecen), se usaron y apasionadamente, amenazas, tibiezas, golpes bajos, choques de proyectos de nación; también, figuraron el amor a México por computadora, las personalidades recientitas, los políticos que se invisibilizan a sí mismos, y así sucesivamente.

    Lo que no se discutió como era debido fue el "debate" mismo, un formato hueco y tedioso que eliminó cualquier verdadero enfrentamiento de posiciones.

    * * *

    ¿Qué fue este "Debate"? Entre otras cosas, lo siguiente: la nostalgia de los concursos de oratoria y los concursos de declamación, hace todavía medio siglo el entrenamiento óptimo de los interesados en aprender los sonidos adecuados para triunfar.

    Un orador manejaba la agresividad verbal corporal con tal énfasis que el público lo creía o lo debía creer iluminado por las resplandores de la verdad. Y los declamadores intentaban con éxito relativo pero absoluto en sus términos crear la música verbal que sedujera y refrendara las vetas poéticas de la política.

    El poema reverberaba como la ideología al alcance del temperamento lírico y el discurso (un término todavía no secuestrado por Foucault y sus descendientes) anticipaba las potestades del poder en la plaza pública, el Congreso, las ceremonias festivas o luctuosas, las comparecencia ante la historia. ¿Quién resistía a esa pedagogía? Pero eso ya se ha desvanecido irremediablemente.

    Los exámenes profesionales en las universidades de "excelencia académica" (el término técnico: universidades patito), donde la solemnidad del acto contrasta, por oficio, con la simplonería de los pronunciamientos.

    En el caso del "Debate" se prescindió de la toga y el birrete, muy probablemente porque el sastre no los tuvo a tiempo.

    Sin embargo, los cinco participantes preservaron un buen número de procedimientos de estos exámenes: la hablaron a la historia (esa doncella que aguarda en el balcón, ansiosa); le hablaron a la nación (esa novia desdeñada que gime en la esquina a la luz del farol); le hablaron al aplauso (esa deidad no siempre domesticable que se le adjudica en cascada a los vencedores); le hablaron a la Posteridad (esa desocupada que se la pasa recogiendo últimas palabras); le hablaron a la mercadotecnia (la deidad reciente, que le enseña a las personas a convertirse en producto); le hablaron al tiempo libre de los espectadores (esa desocupación del ánimo que le va a todo); le hablaron a sus vecinos de la niñez (esos descarados que no creían en el o la presidenciable); le hablaron a sus "arquitectos de apariencia" (peinadores, sastres, maquillistas, seleccionadores de corbatas, entrenadores, profesores de lenguaje facial); le hablaron a sus hijos ("Enorgullécete de mí"); le hablaron a Dios ("Vaya que tu criatura merece apoyo"); le hablaron a sus antepasados ("¿Se dan cuenta que sólo puedo ser del día de hoy?"); le hablaron también a la globalidad ("Soy mexicano por accidente vocacional y global por convicción geográfica").

    * * *

    El descuido de la capacidad de síntesis entre las virtudes ciudadanas. De modo consistente, el "Debate" exhibe la fe en El Rollo, ese don del espíritu que mata a golpes de palabra la claridad expositiva.

    Los candidatos se vieron ahogados por su elocuencia (la que entienden como tal), por su experiencia de los mítines, por su paso por las entrevistas de toda índole.

    Constreñidos a escuetos dos minutos o minuto y medio no supieron qué hacer, comprimieron los mensajes y los hicieron cápsulas, les entró la fiebre reduccionista del spot, a momentos todos (en especial Felipe Calderón) no se sintieron personas, sino imágenes (la diferencia esta es la creencia mercadológica entre una persona y una imagen, es que la gente ya no ve para nada a las primeras y sólo se fija en las segundas si vienen incluidas en un spot).

    * * *

    Lo verbal ha pasado a segundo o tercer término en la campaña y en general en la vida política y social. Todo es imagen o quiere serlo, y la capacidad de síntesis no cuenta porque para eso nacieron los eslóganes y las catch phrases de la publicidad.

    Con un tiempo rígido a su disposición, los candidatos se concentraron en la facilonería de las promesas (y, también en el caso de Calderón, en la variedad de las amenazas de Mano Dura).

    Pero amenazar y prometer no son funciones de la síntesis sino del derroche de palabras.

    La filosofía del spot cuaja en exceso. ¿Qué entiendo por esto? La creencia no suficientemente dicha pero persistente que le adjudica al spot estas características: filosofía de la política, disparadero de presiones subliminales, divulgación de mensajes que enredan y hechizan, aprendizaje de los espectadores en materia de admiración por el ser promovido, destrucción de los adversarios ("La mercadotecnia es un peligro para México"), construcción instantánea de leyendas. (Al respecto, nadie ha ido tan lejos como el inconcebible mercadólogo de Madrazo, cuyo mensaje a los delincuentes los amedrenta al punto de la incontinencia urinaria.

    Nunca el miedo a la mano dura llegó fisiológicamente tan lejos y a la vista de las Buenas Costumbres).

    ¿Qué hacen los candidatos en su nueva y costosísima identidad de spots? Sin que ninguno se desentienda del asunto, sin duda Madrazo y Calderón son los punteros (el lenguaje de la contienda es pegajosa) en el deporte de sentirse spots o, si se prefiere, de creer que el spot es lo perdurable y la ideología lo volátil, en la medida en que carece de efectos especiales (un texto no se multiplica como el enemigo de Neo en la serie Matrix) Ser spot el día entero es la ansiedad de los políticos de hoy, volverse imagen envolvente, soni-dos cadenciosos que apresen la atención, voces de contienda o de paraíso inminente a las cuales es inútil oponerse. En el Edén de la clase política la ange-lología consiste en spots, y si la idea es cursi la mentalidad que la ampara es ya indescriptible. Quizás lo más deprimente del "Debate" es el triunfo del tedio o, lo que es lo mismo, el fracaso de los Media Trainers, los expertos en el manejo de las reacciones mediáticas adecuadas en caso de vida política. El "Debate" fue, si algo, un desfile de bostezos del espectador, atenuados o matizados por el circo de las agresiones. ¡Ay!, pensar en las sesiones de los candidatos ante el espejo de la admiración de sus respectivas cortes, obedientes a los consejos, incapa-ces de retener más instrucciones, doblegados ante la sospecha de su falta de carisma, inciertos ante el efecto de sus sonrisas. ¡Oh, aburrimiento! ¡Cuántos debates y spots se cometen en tu nombre!Escritor el día entero es la ansiedad de los políticos de hoy, volverse imagen envolvente, sonidos cadenciosos que apresen la atención, voces de contienda o de paraíso inminente a las cuales es inútil oponerse.

    En el Edén de la clase política la angelología consiste en spots, y si la idea es cursi la mentalidad que la ampara es ya indescriptible.

    Quizás lo más deprimente del "Debate" es el triunfo del tedio o, lo que es lo mismo, el fracaso de los Media Trainers, los expertos en el manejo de las reacciones mediáticas adecuadas en caso de vida política.

    El "Debate" fue, si algo, un desfile de bostezos del espectador, atenuados o matizados por el circo de las agresiones. ¡Ay!, pensar en las sesiones de los candidatos ante el espejo de la admiración de sus respectivas cortes, obedientes a los consejos, incapaces de retener más instrucciones, doblegados ante la sospecha de su falta de carisma, inciertos ante el efecto de sus sonrisas.

    ¡Oh, aburrimiento! ¡Cuántos debates y spots se cometen en tu nombre!

    Escritor



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