aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Ricardo Raphael De la Madrid

Coadyuvantes del desastre

Maestro en Ciencias Políticas por el Instituto de Estudios Políticos de París, Francia. Maestría en Administración Pública por la Escuela ...

Más de Ricardo Raphael De la Madrid



ARTÍCULOS ANTERIORES


    Ver más artículos

    12 de mayo de 2006

    Nuevamente el subcomandante Marcos logró atraer los reflectores. En uno de los noticieros con mayor audiencia del país contó con más de 50 minutos para hacer proselitismo a favor de la antidemocracia. Gracias a Carlos Loret de Mola, este predicador del desastre tuvo una invaluable oportunidad para comunicarse con todos sus simpatizantes, para convocarles, primero, a una movilización social (paros, marchas, bloqueos, resistencia civil) en contra del sistema democrático y luego, pasada la elección, para llamar al defenestramiento del gobierno que resulte triunfador en los comicios federales.

    Esta irresponsabilidad de la empresa Televisa es indefendible. El ejercicio periodístico no alcanza para justificar tal falta de convicción con el compromiso democrático. Todo lo contrario, viola el mandato expreso para que los medios de comunicación jueguen a favor de la salud de la República, viola el precepto legal que establece cuál ha de ser la función social de los medios.

    Hasta antes de Atenco, "la otra campaña" estaba rotundamente muerta. Era un fracaso sin límites. Consciente de ello, Sebastián Guillén buscó montarse en ese conflicto del valle de Texcoco para aspirar algo del oxígeno que le faltaba. Sin embargo, su oportunismo coyuntural no tenía mayor destino que el regreso a la oscuridad. Pero no contábamos con la astucia de sus coadyuvantes. Gracias a ellos los planteamientos a la vez frívolos y autoritarios de un guerrillero venido a menos encontraron otra vez eco en el debate nacional. Sus mejores aliados están siendo quienes desde La Jornada, desde CNN, desde Televisa, prestaron luces y taquígrafos para que ese mensaje se divulgara a escala nacional. Quienes, al darle tanto volumen a la voz del subcomandante, permitieron arremeter de nuevo contra la resolución pacífica de los conflictos, contra la legalidad y contra el estado de derecho.

    Nada de heroico tiene para un periodista lanzar maderos que aviven la campaña del miedo. Nada de ético tiene tampoco utilizar la libertad de expresión para que con ella se convoque a la debacle. Se trata de un cretinismo sin nombre que traiciona a una enorme mayoría de mexicanos. Es innegable que los hechos recientes de violencia han dejado en el imaginario de algunos la idea de que este país está a punto de enfrentar una gran crisis social. Y también es cierto que, como lo deseara todo revolucionario, un llamamiento bien articulado hacia los enojados del país podría terminar por incendiar alguno que otro paraje. Sin embargo, también es necesario advertir que, en México, tal crisis social no contará con gran alcance si los medios de comunicación evitan alimentarle.

    Frente a las marchas y bloqueos de ayer, frente al llamado a la rebelión y a la violencia, frente a la deslegitimación del proceso electoral, están todos esos otros mexicanos que han votado y siguen votando a favor de la democracia. Los casi 72 millones de mexicanos que se han inscrito en el padrón más grande de toda la historia nacional. La respuesta de más de un millón 350 mil ciudadanos para participar como organizadores de los comicios. El millón de funcionarios de casilla que ya han pasado por los cursos de capacitación y están listos para llevar a cabo la elección, inclusive si ésta ocurriera el día de mañana. En efecto, no es necesario esperar al 2 de julio para saber que la gran mayoría de los mexicanos vemos en los votos la vía central para la resolución de nuestros conflictos. Hace ya tiempo que la violencia y la ilegalidad perdieron fuerza y credibilidad entre la población. Hace ya tiempo que hicimos la principal de nuestras apuestas y lo hicimos a favor de la democracia.

    Bien advertía Karl Popper que las sociedades abiertas, para seguirlo siendo, han de enfrentar a sus enemigos. Y todo lo que ponga en riesgo a la pluralidad democrática resulta ser un enemigo de esa sociedad. Son detractores de la sociedad abierta quienes quiebran las leyes, quienes incitan a la violencia, quienes se sitúan como poseedores únicos de la verdad, quienes no dan la cara sino la máscara, quienes desconfían del sentido de los votos, quienes ponen en riesgo la paz, quienes prefieren la pólvora a la razón. Y son sus detractores, también, quienes magnifican el peso de los sediciosos con tal de ganar audiencia. Por su importancia en las sociedades abiertas, son los medios de comunicación quienes habrían de merecer el llamado más enérgico para que asuman su obligada responsabilidad.

    Profesor del ITESM



    ARTÍCULO ANTERIOR
    Editorial EL UNIVERSAL Un Hoy No Circula más justo


    PUBLICIDAD.