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Enriqueta Cabrera

Migración y política



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    31 de diciembre de 2005

    LA política de inmigración en Estados Unidos ha quedado atrapada durante más de una década en las redes de las contiendas electorales, en el inmediatismo local, lo que ha conducido a equívocos y fracasos que sólo llevan a un callejón sin salida, cada vez más oscuro. Las decisiones antimigrante y de control de la frontera que se han venido adoptando -como la recientemente aprobada por la Cámara de Representantes con el desorientador título de Ley 2005 para la Protección Fronteriza, Antiterrorismo y Control de la Inmigración- tienen más la intención de enviar mensajes a la opinión pública y al electorado en particular que abordar con seriedad un problema social que atañe a más de 11 millones de indocumentados pero también a millones de empleadores.

    La historia se repite, las medidas antimigrantes pretenden radicalizarse, los indocumentados la pagan y cada vez es más difícil alcanzar políticas integrales de inmigración que correspondan a las nuevas realidades.

    Si algo caracterizó a la década de los 90 fue la puesta en marcha de operaciones para cerrar la frontera ahí donde había mayor número de cruces indocumentados, mientras la inmigración indocumentada creció y sigue creciendo de manera exorbitante. En los 90 el presidente Clinton pretendió ponerse a tono con las políticas xenófobas de California donde Pete Wilson (R) había sido reelecto gobernador y donde había sido aprobada la Propuesta 187 para quitar a los indocumentados el derecho a servicios públicos, notablemente a la educación de sus hijos.

    Buscó disminuir drásticamente los flujos de indocumentados, pero sobre todo enviar al electorado un mensaje de fuerza sobre la recuperación del control de la frontera, concentrada precisamente en los puntos donde cruzaba alrededor de 80% de los flujos migratorios. Puso en marcha cuatro operaciones para contener la migración indocumentada: (1993) Hold the line en El Paso, Texas; (1994) Gatekeeper en San Diego, California; (1995) Safeguard en Arizona; (1997) Río Grande, en el sur de Texas. Estas operaciones se caracterizaron por la construcción de muros, el aumento de los efectivos de la Patrulla Fronteriza, la modernización de sus medios de detección de migrantes, el incremento acelerado de los presupuestos.

    El resultado de las políticas de control fronterizo iniciadas por Clinton y continuadas por Bush ha sido un rotundo fracaso, si se mide por el dramático crecimiento de la migración indocumentada, si se mide por el incremento de los mexicanos muertos al cruzar, si se mide por el incremento de los coyotes cuyos servicios se volvieron cada vez más necesarios. El control de la frontera pretendió desalentar la migración. No lo hizo, no lo hace, los resultados están a la vista: 11 millones de indocumentados viven y trabajan en Estados Unidos, de ellos 5.9 millones son mexicanos. ¿Por qué continuar políticas fracasadas?

    En EU, 2006 es un año de elecciones legislativas. Los legisladores de la Cámara de Representantes que aprobaron la HR4437 no pretenden solucionar el problema de la inmigración indocumentada, lo que pretenden primordialmente es enviar un mensaje para congraciarse con un electorado, dividido por el tema de la inmigración y con posiciones ambivalentes. La política echada a andar por Sensenbrenner del Comité Judicial de la Cámara, lo que pretende es sellar la frontera, pero sobre todo enviar un mensaje duro, xenófobo, racista, y hacerlo dramáticamente creíble llegando a fibras sensibles del electorado, vinculando migración con seguridad, migración con crimen. El problema es serio, cuando se pretende colocarles la etiqueta de delincuentes, criminalizar a 11 millones de indocumentados.

    Así, la política de inmigración de EU no tiene salida, como no la tienen los indocumentados. Tampoco es viable, no hay fuerza policiaca, cárceles y agentes administrativos capaces de llevarla adelante. El Senado puede corregir la iniciativa de los representantes, sacar algo más sensato.

    El problema se complica porque el presidente Bush elogia las medidas acordadas por la Cámara de Representantes, que son para The Wall Street Journal "una locura". Por su parte, el editorial de The Washington Post hace también una severa crítica y dice que la administración Bush, que acertadamente argumentó a favor de un enfoque sensible, "desgraciadamente apoyó la iniciativa". Aunque Bush no puede ser reelecto también juega en el escenario político para obtener mayorías legislativas apoyando a republicanos como Sensenbrenner.

    De entrar en vigor, el acuerdo de la Cámara de Representantes haría imposible que todos los ilegales en EU pudieran jamás aspirar a legalizar su estatus, advierte el editorial del WSJ, y señala que la iniciativa no pasará en su forma actual en el Senado. También critica muy duro la iniciativa The Washington Post, que la considera peligrosa por lo que hace y lo que no hace, "contiene cualquier número de penas criminales desorbitadas para violaciones de inmigración y haría más fácil tanto la detención como la deportación de inmigrantes." Desde 2001 el gobierno de México se quedó a la deriva, sin política migratoria. Hoy es necesario reorientar el rumbo, reconstruir e impulsar una nueva política migratoria y mostrar la relación y los beneficios de la migración mexicana en EU en el contexto de la relación bilateral. En tal sentido, los consulados de México en Phoenix y en Los Ángeles han impulsado importantes estudios realizados por instituciones académicas.

    El camino es largo, hemos perdido ya cinco años y 2006 es año electoral en México y Estados Unidos.

    enriquetacabrerac@hotmail.com

    Periodista y antropóloga social



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