Tortugas marinas
27 de agosto de 2005
Bernal Díaz del Castillo, un soldado de Cortés, describió las enormes tortugas con las que los españoles se toparon en el golfo de México. Todavía a mediados del siglo pasado, en las costas y playas de Tamaulipas se reportaron avistamientos de tortugas gigantes con dimensiones que hoy ya no se ven debido a la corta edad que alcanzan antes de ser asesinadas. De las ocho especies de tortugas que existen en el mundo, siete anidan en playas mexicanas: la tortuga verde, la carey, caguama, prieta, laúd, lora y golfina. Todas estas especies están amenazadas o en peligro de extinción, lo que preocupa porque su reproducción es muy precaria, su maduración sexual puede tardar décadas. Hoy los datos reportados indican que solamente la especie golfina pudiera estarse recuperando. La tortuga laúd es la más afectada, se estima que en nuestros días quedan en México menos de 100 y pueden llegar a desaparecer en 10 años. La tortuga lora anida tan sólo en algunas playas de Tamaulipas y Veracruz, y es una especie endémica, es decir, no existe en ninguna otra parte del mundo. La carey, con caparazón naranja, es una de las tortugas más hermosas y ha sido botín de las mafias que trafican con especies porque su caparazón se usa para hacer objetos de ornato y se exporta ilegalmente. Registros oficiales de pesca a finales de los 60 estimaron que se sacrificaron en una sola temporada 800 mil tortugas en las costas del Pacífico. Y en los 70 se sacrificaron mil al día. La depredación continúa y por ello se colapsó el arribo de tortugas a las playas de Jalisco, Nayarit y Sinaloa. Hace días unos delincuentes mataron a palos y machetes a 80 tortugas golfinas para robar sus huevos, destazándolas y esparciendo su carne por toda la playa de Escobilla, Oaxaca, siendo que para tomar los huevos no es necesario asesinar a esa inofensiva tortuga. Además si el pretexto era la necesidad, no hubieran desperdiciado la carne ni la piel, más bien esto refleja la crisis de valores, la falta de educación ambiental y la inconciencia que aún persiste. En Nayarit hace unas semanas una funcionaria encargada de coordinar los campamentos de protección de la tortuga caguama, Janeth Orozco, denunció la existencia de una mafia dedicada a la captura de ese quelonio. Además de la crueldad de los cazadores, existe la complicidad de las autoridades, como en el caso de la masacre llevada a cabo hace meses a lo largo de cinco kilómetros de playas en Pentatlán, Guerrero, donde cientos de tortugas fueron asesinadas con armas de fuego para robarles sus huevos y utilizar sus pieles. Es imposible que las autoridades no se hayan percatado de una operación criminal que involucró tantas armas de fuego y que tomó horas. La respuesta debe encontrarse en el botín pues los huevos, la carne y la piel se venden muy bien en el mercado negro. Por si fuera poco, el gobierno mexicano sigue permitiendo que más de 5 mil embarcaciones de pesca utilicen técnicas altamente depredadoras como redes de enmalle y palangres de kilómetros de longitud. Son las paredes de la muerte donde quedan atrapadas y perecen tortugas marinas y otras especies en peligro. La conducta del gobierno habla pues de su nula convicción ecologista, y ejemplo de ello es la negativa de la Sagarpa a darle vigencia a la NOM-029 destinada a prohibir el uso de técnicas de pesca depredadora. Las penas por asesinar tortugas marinas o saquear sus nidos son de hasta nueve años de cárcel, pero nadie es juzgado porque la impunidad impera por igual en las playas que en las ciudades de México. La Profepa debe actuar contundentemente en la aplicación de la ley, y hacer labores de vigilancia más intensas mientras se aprueba la creación de las Fuerzas Especiales Ambientales, que tendrían mejores elementos y condiciones para patrullar nuestros litorales y combatir frontalmente a las mafias que depredan a la tortuga marina. Es necesario ampliar los campamentos tortugueros bajo la responsabilidad de la Conanp y, por lo tanto, se necesita que se le asignen más recursos del presupuesto a esa noble institución. Además urge que la NOM-029 entre en vigor sin las modificaciones que pretendían encubrir la pesca depredadora, respetando las opiniones originales de los biólogos ambientalistas. Presidente del CEN del PVEM
QUIZÁ la característica más notable de la tortuga marina es su antigüedad, no sólo por su longevidad, sino porque ha estado presente mucho antes de la aparición del hombre, pues este carismático animal ya recorría los mares y anidaba en las playas del planeta hace 100 millones de años. Los antiguos indígenas intuyeron estas características, como los nahuas, quienes las llamaban ayotl (corazón de las aguas) y las consideraban divinidades porque para ellos las tortugas eran abuelas, animales antiguos y, por lo tanto, uno de los símbolos del mundo. Además, por sus atributos sagrados y mágicos, utilizaban sus conchas para elaborar teponaxtlis, que se tocaban en rituales para imitar el sonido del corazón de agua.



