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Jorge Eugenio Ortiz Gallegos

Don Miguel Hidalgo y los globalicríticos



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    17 de septiembre de 2003


    DON Miguel Hidalgo y Costilla (1753-1811) estudiaba gramática en el Colegio Jesuita en Valladolid cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados de los vastos territorios que entonces poseía España. El emperador Carlos III presionaba al Pontífice Romano para lograr la total extinción de la Compañía de Jesús, fundamentando su opinión en que los jesuitas "eran inventores de las oposiciones sanguinarias? los reyes insultados, amotinaban los pueblos". En 1770 Hidalgo terminó sus estudios de Filosofía en el Seminario Tridentino de Valladolid cuya erección a cargo del prelado michoacano Pedro Anselmo Sánchez de Tagle había tenido lugar bajo la prohibición de que los catedráticos "no enseñen doctrinas sanguinarias, condenadas por el Concilio Constanciense y últimamente proscritas por nuestro soberano" (v. p. 4, Erección?, Imprenta del Lic. José Jáuregui, 1771).

    Paradójicamente sin embargo el texto de Gonet, que servía a la cátedra de Filosofía, recogió la doctrina tradicional sobre el "bien común", fundamento del "populismo", doctrina del jesuita español Francisco Suárez (1548-1617). Su libro Defensa de la fe católica texto demoledor del llamado derecho divino de los reyes en la Iglesia católica y en la anglicana fue quemado en 1613 por la Inquisición a las puertas de la Iglesia de San Pablo.

    De las tesis principales de carácter político de Francisco Suárez es oportuno citar: "Que el poder político dimana de la sociedad del hombre como propiedad de su misma naturaleza y en ese sentido la autoridad legítima proviene del autor de esa naturaleza que es Dios? en consecuencia no reside de un determinado individuo o un grupo de ellos sino en toda la comunidad, en todo el pueblo, en toda la nación? Pueblo se entiende no sólo material e individualmente sino también formal e indeterminadamente. Esto es, la suprema política no reside en una sola determinada persona, por ejemplo Adán, Jacobo o Felipe, ¡nombres a la sazón de los reyes de Inglaterra y de España!, y tampoco exige de suyo estar en una persona singular. De la misma forma habrá que decir proporcionalmente del Senado? La diferencia de la doctrina suareciana, y en general de la teología populista de la tradición jurídica hispana, que prefiere determinar los términos del contrato entre gobernante y pueblo, no en el sentido amplio que la de Suárez, sino en el más reducido de nación representada?" "El pueblo en el momento de constituirse como tal, elige a su arbitrio forma de gobierno, celebrando un pacto con sus gobernantes y eventualmente en ellos con sus posibles sucesores? el pueblo traslada la autoridad, la suprema potestad política, a esos gobernantes, quienes en consecuencia no la reciben inmediatamente de Dios sino a través del pueblo? cada elección o situación de gobierno no (es) de derecho natural o divino sino de derecho positivo, sujeto en consecuencia a los términos de contrato o pacto de traslación? El derecho natural permite repeler la fuerza con la fuerza? el derecho y deposición del rey se podrán hacer, a condición de que ahí no se sigan mayores males que los causados por la tiranía? aquel que pronunció la sentencia puede privar del reino al monarca aun dándole muerte, si no hay más recurso o si la sentencia se extiende también a esa pena" (v. pp. 16 a 19, Hidalgo, razones de la insurgencia, Carlos Herrejón Peredo, SEP, 1986).

    Las tesis del padre Suárez resuenan a lo largo de los siglos en voz de teólogos tan prominentes como Roberto Belarmino, (canonizado por Pío XI, Domingo de Soto, Francisco de Victoria y Martín de Alpizcueta) y estremecieron las disputas del Concilio de Constanza. No es jesuita en el sentido exclusivo y típico la doctrina del populismo. La expusieron una gran diversidad de autores, propalando todos la tesis de que es Dios el origen de la autoridad, pero a través de la voz del pueblo y no de un grupo de notables que reducen el contrato entre gobierno y pueblo a sus representantes estamentarios. Y esto es cabalmente el tránsito de los antiguos regímenes imperialistas a la instauración de los sistemas democráticos y republicanos reinspirados durante la Revolución francesa del siglo XVIII.

    Hidalgo se impregnó del populismo y extremó su conducta hasta la rebelión armada contra el régimen español. Al ser derrotado expuso ante la Inquisición que él "había ejercido su libertad para comentar los sucesos de Francia sobre el regicidio y al gobierno español lo tachaba de déspota? se lamentaba de la ignorancia en que estamos y supersticiones en que vivimos como engañados por los que mandan". Un solo párrafo de los populistas llamados globalifólicos y también altermundialistas permite establecer el mismo hilo conductor de la inconformidad con los malos gobiernos de nuestro tiempo, en el mismo espíritu y acciones que inspiraron a Miguel Hidalgo: "Mahatma Gandhi, Martin Luther King, César Chávez y el hombre que enfrentó los tanques en la Plaza de Tiananmen fueron todos considerados provocadores en su momento. Sin embargo, todos estaban luchando por la paz, la equidad y la justicia".

    Escritor



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