¿Sirve la ley laboral?
24 de agosto de 2002
1. ¿Será una posición humanamente comprensible y justificable quedarse cruzado de brazos ante un problema, independientemente de su magnitud? El trabajador necesita siempre una defensa en su trabajo. Es cierto que muchas veces las normas protectoras del trabajo no son respetadas, pero son el derecho del trabajador. Los empleados no tienen otro argumento que esgrimir más que la ley, dada por el Estado y a la cual deben someterse los patrones y los propios trabajadores. La ley es la defensa de los débiles. Con esa ley, los trabajadores pueden sumar voluntades en las asociaciones gremiales. Esa unión es su fuerza. 2. ¿Qué sentido tiene actualmente estar agrupado en un sindicato? En el concepto común el sindicato es sinónimo de corrupción; el líder sindical es sinónimo de sometimiento, de explotación. Pero el principio, la norma, la institución del sindicato están ahí, como la asociación de trabajadores, constituida para el estudio, mejoramiento y defensa de los intereses de sus agremiados. El sindicato está mucho más allá de los errores de una persona o de un grupo. Siempre ha habido, los hay y habrá sindicatos y líderes legítimos. Los trabajadores no tienen otro camino que el de la Constitución y el de la Ley Federal del Trabajo. El camino siempre es necesario comenzarlo o recomenzarlo. ¿Acaso hay otra estructura para vertebrar la asociación de los trabajadores? La pregunta nos la hacemos en México y se la plantean en otras partes del mundo. Los sindicatos están para el servicio de los trabajadores. Son los trabajadores los que han de decidir el alcance y el rumbo de sus organizaciones. 3. ¿Habrá forma de que un día se respeten las normas laborales y de que los trabajadores puedan creer en la aplicación de la ley? Esto depende de los trabajadores, de nadie más. Los trabajadores pueden informarse de sus derechos y de sus obligaciones en grupos de lectura, en círculos de estudio. Esta labor no es de grupos grandes, de multitudes, es de los pocos que están organizados que desean trascender y hacer trascender su acción sindical. Esos pequeños grupos de estudio pueden hacer conciencia entre sus compañeros, les hablarán del valor de la ley, su lucha no puede tener otro sentido. Es la única forma de que la norma llegue al conocimiento de los demás y que los demás puedan hacer valer su derecho. ¿Quién puede resistir el peso de la ley y la energía de la organización de los trabajadores? 4. ¿Las normas de la Constitución y de la Ley tienen un peso específico en favor de los trabajadores? La acción de los trabajadores solamente tiene sentido dentro de la ley. Nada puede ser más duradero que el paso que se dé conforme a la norma. Es lo más sólido. Por eso oímos hablar con tanta frecuencia del estado de derecho, es decir la convivencia social conforme a la ley; que los gobernantes y los gobernados nos sometamos a la norma; que nadie pueda alegar beneficios al margen o por encima de la ley. Las normas laborales forman parte de ese estado de derecho, normas laborales cuya esencia es la protección de los empleados. ¿Por qué la tentación de pensar que las normas laborales ningún beneficio reportan para los trabajadores? La vida en sociedad sólo tiene sentido dentro de la ley; apartarse de las normas es buscar el aniquilamiento, la destrucción. Son un tesoro invaluable para los trabajadores los derechos inscritos en la Constitución y en la legislación laboral. En todo caso, lo que falta es convertirlos en realidad, en parte de la vida de todos los días. 5. ¿Los patrones están obligados a respetar la ley? Cuando hablamos de ley entendemos que la norma tiene dos partes. El patrón, que tiene derecho a recibir los servicios del trabajador, pero que a la vez tiene obligación de entregar al empleado el salario y las demás prestaciones ordenados por la ley y por los contratos. El trabajador, que está obligado a prestar sus servicios, pero a la vez tiene derecho a recibir la retribución que ordenan las normas de trabajo. Atrás de las normas está el Estado para hacerlas cumplir. Pero también están los trabajadores, que organizadamente exigen el acatamiento de la norma. Los patrones no siempre están prestos a cumplir sus obligaciones, ni jurídicas ni morales. Para eso están siempre atentos los trabajadores, para actuar con la ley y con la fuerza de su unidad, para que los patrones cumplan con la normatividad laboral. Con la ley, el trabajador es igual al patrón; sin la ley, es su cautivo. * Jurista, especialista en derecho laboral
CUÁNTAS VECES nos ha tocado escuchar esta pregunta, tal vez planteada de otra manera, pero a fin de cuentas, en el fondo, el mismo cuestionamiento: ¿sirve para algo el derecho del trabajo? Es la inquietud que brota en la mente del empleado de cualquier medio y nivel, que todos los días ve pisoteadas las normas que protegen su trabajo. Es la pregunta del investigador, del profesor de esta disciplina, que de repente no encuentra el camino, porque el peso del libre mercado todo lo ha ido sometiendo a su dominio. Es la interrogante del hombre que camina por la calle, que por los diferentes medios se entera del derrumbamiento de los sindicatos y de sus líderes. ¿Por eso, qué sentido tiene ahora y cuál será en el porvenir el destino del derecho del trabajo?


