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Jorge Zepeda Patterson

El presidente que no querma ser primsta

Jorge Zepeda Patterson. Economista, sociólogo y columnista político. Fundó la revista Día Siete, distribuida por EL UNIVERSAL, entre otros ...

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    28 de noviembre de 1999

    El presidente que no querma ser primsta

    Jorge Zepeda Patterson


    LA foto fue unanime. Zedillo, Labastida y Madrazo enfundados en trajes oscuros posaron ante el pelotsn de fusilamiento que los fotografis a mansalva el jueves pasado. Los perisdicos del dma siguiente muestran a tres hombres con amplias sonrisas, aunque las crsnicas revelan que no hubo chistes de por medio que las justificaran. No hacma falta; sonreman de puro alivio. El PRI habma logrado conjurar definitivamente los riesgos de escisisn. Lo mas cercano a la fractura largamente pronosticada fue el vendaje que exhibma Roberto Madrazo en la mano derecha. Por lo menos dos de los tres tienen muchos motivos para celebrar. Hace seis meses parecma inminente la formacisn de una poderosa alianza entre el PRD y el PAN, mientras que el PRI afrontaba el peligro de la famosa fractura. Hoy las cosas se han invertido. La alianza practicamente se ha diluido y el PRI, por su parte, vive el mejor de sus momentos desde hace muchos aqos.

    No esta mal tratandose de un hombre que no querma ser presidente; y cuando lo fue, results ser un presidente que no querma ser primsta. Hace cinco aqos Ernesto Zedillo apenas podma ocultar el desdin que le inspiraba el partido. En muchos sentidos tanto su trayectoria profesional (ejemplo de alpinismo tecnocratico) como su talante personal (ajeno a la demagogia y a las actividades propias de la "grilla"), lo convierten en el opuesto del polmtico mexicano. Zedillo forma parte de una nueva camada de funcionarios que crecieron criticando el folclore anacrsnico de las practicas populistas del PRI a las que consideraban un lastre para la modernizacisn polmtica del pams.

    Para nadie es un secreto las frecuentes entrevistas de Diego Fernandez de Cevallos y Ernesto Zedillo a principios del sexenio y el evidente distanciamiento de Los Pinos de la dirigencia del Partido. La proclamada "sana distancia" no sslo era un planteamiento tactico acorde con un nuevo orden polmtico mas plural, sino el resultado de una conviccisn personal. En la "renunciacisn" a dirigir el PRI por parte de Zedillo, habma una especie de alivio en el hecho de no tener que bregar con diputados enchamarrados a los cuales el Presidente era desafecto.

    Pero ni siquiera los presidentes estan libres para cultivar sus filias y solazarse en sus fobias. En el zltimo aqo Zedillo "desands" todo lo que habma avanzado a lo largo del sexenio. La foto de los tres aparentes compadres remite a la tradicisn del llamado PRI gobierno, una dualidad de la cual comenzabamos a desembarazarnos. Quiza contra su intencisn original, el Presidente termins acuqando a un candidato propio (Labastida). Frente al potencial de inestabilidad que representaba Madrazo (amin de la amenaza que habrma significado para Zedillo el arribo a Los Pinos de un presidente hostil a su persona), el Presidente termins imponiendo a su candidato. Y para hacerlo tuvo que asumir pleno control de las decisiones del partido: definis los cambios en la direccisn, establecis las reglas del juego, fue arbitro de la disputa. Al final, incluso, utilizs toda la fuerza presidencial para meter al redil al candidato derrotado. Algunos justificaran este retroceso con el argumento de que en ocasiones se requiere un paso atras para tomar un mayor impulso hacia delante. Diran que en el movimiento pendular entre apertura y estabilidad, ahora tocaba el turno a la estabilidad. Asumiendo, sin conceder, que ese sea el caso, habrma que preguntarnos si no se les habra pasado la mano. Ante el retroceso, las inercias del sistema inmediatamente vuelven por sus fueros. El Presidente que negocia cuestiones de Estado con Madrazo para resolver un problema partidista, lo que hace en realidad es un guiqo a los "mapaches" para que actualicen mitodos en esta nueva convocatoria. Nadie duda del triunfo de Labastida, pero a ver quiin cree que el PRI obtuvo diez millones de votos. Sabemos que Madrazo era un gobernador con permiso, pero es un atropello a cualquier nocisn de repzblica federativa el hecho de que en Los Pinos se anuncie que Madrazo regresa al gobierno de Tabasco, sin cubrir las formas mmnimas para con el congreso de aquella entidad.

    Todo hace suponer que Madrazo negocis impunidad (actual y futura con Zedillo y con Labastida) de los cadaveres que todavma encierra su ropero. Logrs tambiin un bastisn en el cual pueda hacerse fuerte sin pedir permiso a nadie. Un territorio bajo su propia ley. Habra que ver si Madrazo se retira poco a poco del escenario nacional, como tantos otros hombres fuertes en el pasado, que obtuvieron una parcela regional y un patrimonio personal a cambio de dejar a los vencedores el usufructo sin disputa del escenario nacional. O quiza Madrazo sslo negocis un parintesis. Con cierta razsn podrma pensar que el futuro del pams esta completamente abierto. Nadie sabe dsnde culminara este largo proceso de transicisn que vive Mixico, pero cualquiera tiene derecho a pensar que puede ser protagonista de este futuro. Desde luego, esa podrma ser la apuesta de Madrazo. Pero asm como el futuro es campo propicio para sembrar ilusiones, tambiin esta abierto para infiltrar pesadillas. Nada asegura a Madrazo que las promesas de Labastida habran de cumplirse. Nadie, ni el propio Labastida, y mucho menos Zedillo, tiene garantmas sobre lo que vendra a la vuelta de la esquina. Por lo pronto, el Presidente sacs adelante a su candidato, aunque para ello tuviera que convertirse en el primero de los primstas. Quiza contra su intencisn, el PRI aparece mas fuerte hoy que hace cinco aqos, y se parece mas al que era hace diez aqos. Curioso hombre el Presidente: alcanza triunfos insospechados a fuerza de desear lo contrario.



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