La pintura, la música, que abarca el canto y el baile, y la poesía están íntimamente ligadas a la fiesta de los toros, espectáculo que tiene poderosas raíces, aunque se niegue, a la cultura, tradición en idiosincrasia de dos pueblos: España y México.

Ignacio Sánchez Mejías, un tipo singular, cabalga con dos pasiones: el toro y la literatura. Sí, fue crítico, poeta, actor y consumado deportista. Amigo íntimo de Federico García Lorca, ese asombroso poeta que logró obras consideradas clásicas entre los genios de la poesía mundial, sobre todo, de la generación de 1927.

Como torero Sánchez Mejías ingresa a la leyenda por ser otra trágica víctima de la fiesta. El torero, quien en Talavera de la Reina. liquida a Bailaor, toro que había quitado la vida a su cuñado y entrañable amigo, José Gómez Joselito, quien era considerado un pozo de ciencia en el arte de tauro.

La historia, caprichosa, relaciona a México con España, cuando en la plaza de Manzanares, el maestro mexicano Fermín Espinosa Saucedo Armillita, otro fenómeno de la fiesta, es el diestro que mata a Granadino, burel que le infiere la cornada de muerte a Sánchez Mejías, íntimo amigo de Federico García Lorca, asesinado en Viznar el 19 de agosto de 1936.

Connotado facultativo

Sánchez Mejías nace el 6 de junio de 1891 en la castiza calle de La Palma, en la aromática Sevilla. Su padre, un connotado facultativo, se empeña en que el hijo siga sus pasos. Ignacio, inquieto por naturaleza, jamás estudió medicina, ni siquiera el bachillerato. Con otros muchachos gustaba de jugar al toro y en el Arenal conoce a Joselito, y se decide por seguirle los pasos, en lugar de cumplirle los anhelos a su progenitor.

Amante también de la aventura, a los 17 años se embarca de polizonte a México y actúa como banderillero en el año de 1910, en Morelia.

Con planes firmes, retorna a España, su patria, y en 1913 se presenta en Madrid en el mes de septiembre y al año siguiente, en Sevilla, recibe mortal cornada en la femoral al entrar a matar un novillo. Su constitución y fortaleza lo sacan a flote del percance, que lo retira del medio unos años, no así de emparentar con Los Gallos, Rafael y Joselito, cuya hermana se convierte en esposa de Ignacio.

Tras su viaje a México sigue de banderillero en cuadrillas de real categoría, en las de Juan Belmonte, El Gallo y Joselito. Ignacio se distingue como un banderillero excepcional, pero en esa casa se prepara: primero como banderillero, después segundo espada (novillero), hasta llegar al doctorado, como matador de toros, transformándose en figura de realce.

Es precisamente Joselito el que le confiere la alternativa en la plaza de Barcelona, siendo testigo Belmonte, el 16 marzo de 1919. Y el 5 de abril de 1920 la confirma en La Corte, también Joselito como padrino. Fue una campaña en la que firmó más de un centenar de festejos, pero antes, en Talavera de la Reina, el 16 de mayo, padece la pena de la muerte su cuñado Joselito, el torero más poderosos de todos los tiempos, según la historia.

Al autor de la tragedia, Bailaor, de la viuda de Ortega, lo pasaporta Ignacio y Joselito es ya cadáver cuando arriba a la enfermería.

Colosal en México

En el invierno de ese 1920 Ignacio Sánchez Mejías regresa a México. Ya como matador de toros, realiza las campañas de 1920-1921 y 1921-1922, con un éxito asombroso, tras darles la alternativa a su paisano Juan Belmonte y a los mexicanos Rodolfo Gaona, el Califa, y a Juan Silveti, el "Tigre de Guanajuato", Temporadas en las que suma más de 25 corridas de toros. Y logra cosechar 13 rabos.

El 12 de diciembre se presenta en El Toreo de la Condesa, deja soberbia impresión y torea las tardes de 19 y 26 de diciembre de ese año, así como el 2, 9, 16 y 23 de enero de 1921. En la tercera corrida corta cuatro orejas y dos rabos a los toros Caparrota y Boticario, de San Diego de los Padres; en la cuarta, el rabo a Media Luna de Atenco; en la sexta, a Sevillano de La Laguna; en la séptima, repite la dosis de dos rabos a Zorrillo y Barrilito de Piedras Negras Y el 17 de abril, otra gran tarde, cuando troza los rabos a Lamparillo y Puchero de Veragua.

Regresa en el invierno y reaparece el 20 de noviembre de 1921. Otra tarde vibrante y corta dos rabos más a toros de Atenco. En una de sus faena logra algo insólito, cuando consigue ligarle a la res 17 naturales en series de cinco y cuatro muletazos; el 11 de diciembre conquista otro trofeo similar a un toro de La Laguna, y el 18 del mismo mes y año a un ejemplar de Piedras Negras, y el 5 de febrero de 1922 cosecha el último rabo a Grullo de Piedras Negras. Hubo corridas sin suerte y dos cornadas.

El 22 de octubre se despide en Ávila. Retorna a la actividad en 1924. Y torea mucho, con un triunfo resonante en Madrid el 10 de julio de 1825. Actúa un año más y anuncia su nueva retirada, dedicándose a su afición literaria gracias a la amistad que le une con García Lorca.

Por esos años, estrena dos obras suyas: "Sinrazón, en Madrid" y "Zayas, en Santander". Señala la enciclopedia Cossío: Uno de los animadores más fervorosos y eficaces de la magnífica generación de poetas a la guerra civil...

En 1934, decide "calzarse" nuevamente el terno de luces. El 11 de agosto, en sustitución de Domingo Ortega, lo hiere de muerte el toro Granadino de Ayala, ejemplar al que mata el maestro Armillita. Los otros alternantes fueron Alfredo Corrochano y el rejoneador luso Simao da Veiga.

Ignacio Sánchez Mejías entrega el alma al creador dos días después, en Madrid, el 13 de agosto.

De La sangre derramada, poema de García Lorca, se extrae este fragmento: ¡Qué no quiero verla! /Dile a la luna que venga,/ que no quiero ver la sangre/ de Ignacio sobre la Arena. ¡Qué gran torero en la plaza!/ ¡Qué gran serrano en la sierra!/ ¡Qué blando con las espigas!/ ¡Qué duro con las espuelas!/ ¡Qué tierno con el rocío!/ ¡Qué deslumbrante en la feria!/ ¡Qué tremendo con las últimas banderillas de tiniebla!