daniel.blumrosen@eluniversal.com.mx  

RECIFE.— Fueron 366 días de no ver a su mejor amigo como seleccionado nacional, pero Javier Hernández asegura que nunca se sintió presionado por no marcar goles con el Tricolor, en poco más de un año.

El Chicharito, hoy tercer máximo romperredes en la historia del equipo nacional (36 tantos), presume que “nunca lo extrañé [al gol]. Eché de menos una gran actuación y ser parte de”.

Por eso derramó lágrimas sobre el lienzo verde de la Arena Pernambuco, donde marcó su tercer tanto mundialista.

“[Estoy] muy contento y más por mi familia, en la que el futbol lo es todo”, sentencia. “Mi abuelo pudo venir y que todos me vean marcando un gol en mi segunda Copa del Mundo es… Las lágrimas fueron por eso”.

“Mucha gente lo puede relacionar con presiones, pero es futbol, hay que disfrutarlo y nunca bajar los brazos, porque Dios y la Virgen son muy importantes en esta mi vida”.

Eso sí, presume que jamás perdió la fe en sí mismo.

“La confianza estaba, no regresa por un gol. Si no la hubiera tenido, no habría estado en este Mundial, no hubiera entrado [al campo], no habría tenido la confianza de Miguel [Herrera], ni metido ese gol”, afirma. “Si en este año tan complicado hubiera perdido la confianza, estaría en otro lado, no en la Copa del Mundo”.