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Era abril de 1997 y la selección de Jamaica, dirigida por René Simoes, se preparaba para enfrentarse a la Selección de México en la eliminatoria hacia el Mundial de Francia 1998.

Simoes, técnico brasileño, había armado un plan de trabajo para preparar a los caribeños. Después de estudiar y analizar la situación del país, pidió a algunas empresas que “adoptaran” a un futbolista y de esta forma, algunas compañías de aquel país se encargaron de patrocinar jugadores camino al Mundial.

Y llegó el enfrentamiento contra México. El brasileño trajo al equipo días antes para aclimatarse a la altura y como colofón sostuvo un partido de preparación en contra del equipo sensación de ese entonces: Toros Neza, dirigido por Enrique Meza y comandado en la cancha por Antonio Mohamed.

El juego fue en los campos de una compañía de alimentos; nada oficial, sin tribunas, con el público alrededor, pero con algo especial en la cancha. El juego se “calentó” desde el inicio. Las entradas subieron de intensidad hasta que todo se reventó y los jamaicanos sacaron las armas.

“Traían pistola”, recuerda Rafael Chávez Carretero, auxiliar técnico de los nezatlenses, en esos tiempos. “Todo empezó cuando un caribeño hizo volar a Germán [Arangio]. Ahí se desbordó todo”.

De inmediato, los jugadores comenzaron a aventarse, a insultarse “hasta que llegó El Colorado [Federico Lussenhoff] repartiendo golpes por doquier. Fue una batalla muy seria, hubo heridos y pudo haber hasta muertos, si no nos vamos de ahí. Traían pistola, yo la vi”.

Chávez Carretero recuerda casi todo lo que sucedió: “Enrique [Meza] le gritaba a Mohamed: ‘Pégales gordo, pégales’ y el gordo tiraba un golpe y corría, porque se le venían cuatro negros encima”.

Pocos se salvaron: “Chucho López Meneses se sonó al técnico de Jamaica, nada más vi cómo voló con todo y lentes y Lussenhoff, ese era bueno para los trancazos, él solito se sonó a la mitad de los de Jamaica”.

Pero los de Toros Neza no se fueron “limpios”: “Para nada. Se descontaron al pobre Pony [Rodrigo Ruiz], al Fraile Murillo le abrieron la cabeza, a Arangio le lastimaron las costillas”.

La gente que miraba el juego, estaba paralizada. “Tony fue hasta ellos y les gritó que nos ayudaran, algunos se metieron. Tuve que ir sacar de la bronca a Memo Vázquez, quien era nuestro capitán, y al que le hacían caso, para que parara todo”.

Fue ahí donde el auxiliar vio el arma. “Vi que traían una pistola, en la cintura uno del equipo la traía. Además de las piedras y palos que agarraron. Ahí decidimos irnos”.

Enrique Meza estaba indignado con el suceso. “Afortunadamente había una cámara de nosotros que filmó todo”.

Los caribeños dejaron México sin pagar el hotel.