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IRAPUATO.— Encendida luna, rojo fresa, cuyo doloroso presagio fue un asfixiante par de roscas. “¡Vendidos, vendidos!”, reprocharon al final algunos seguidores al Irapuato, sin comprender aún la igualada.

Antes de las quejas, los Freseros apelaron al poder de sus fanáticos para ahogar a los Xoloitzcuintles. El colmillo de su añejada mermelada encendió la pasión al extremo, sin que esta vez el futbol los acompañara para sacar ventaja de su patio. El 0-0 en la ida de la final de ascenso dejó el cuento sin ganador, por lo que el boleto al máximo circuito se definirá hasta el próximo sábado en la ciudad de Tijuana.

Conforme a la enseñanza que dejaron los incidentes del fin de semana anterior, las autoridades aplicaron un operativo efectivo en torno del conjunto visitante. Escoltado desde la salida, en Silao, y hasta arribar al estadio Sergio León Chávez, se mantuvo a los aficionados a distancia, además de proteger el perímetro cercano al autobús, para impedir que algunos aficionados lanzaran objetos a la unidad que transportó a los fronterizos.

En esas tareas, el Ejército patrulló los alrededores del escenario con recorridos, para colaborar con el despliegue que realizó Carlos Lomelí, coordinador de seguridad pública del municipio, al organizar a mil elementos entre fuerzas del estado, corporaciones municipales e intermunicipales del Bajío.

Resguardada de un extremo a otro, la roja fresópolis vivió intensamente el partido, aderezado con un estadio lleno al extremo del sobrecupo.

Amparado con tres hombres atrás (Miguel Almazán, Javier Gandolfi y Joshua Ábrego), el equipo fronterizo resguardó las bandas con Richard Ruiz y Alejandro Molina, además de agrupar su media cancha. Así, Juan Carlos Núñez, Fernando Santana y Gerardo Galindo realizaron arduas tareas de recuperación, para dejar solitarios, aunque escalonados, a Raúl Enríquez y al Chuleta Luis Orozco, hermano del de Cruz Azul.

Los Freseros defendieron con Margarito González, Gandhi Vega, Francisco Razo y Gerardo Gómez. En la contención aparecieron Jorge Manrique y Arturo Alvarado, para dejar bien abiertos al Parejita José Luis López y a José Cruz Gutiérrez, en tanto que Cuauhtémoc Blanco –encargado de las jugadas fijas— pretendió catapultar al frente a Ariel González.

En el lapso inicial, la fórmula del estratega de los Xolos, Joaquín del Olmo, funcionó más, debido a que a la hora de robar pretendió ser vertical. En esas maniobras, Raúl Enríquez cedió en contragolpe a Molina, quien precipitado voló su disparo (14’). Y en un tiro de esquina por la punta derecha, Vega estuvo a punto del autogol, mas Adrián Martínez sacó la experiencia y con el último impulso evitó la anotación (17’).

“¡Trinca, Trinca!”, coreaban unos, “¡vamos Irapuato!”, lo hacían otros, pero las ocasiones de auténtico peligro se sufrían en torno de la puerta del cuarentón Adrián Martínez, quien cual chamaco contuvo el asedio canino.

El perpetuo “¡sí se puede!” reapareció en cuanto La Trinca recuperó la posesión, aunque ya no con tanta facilidad. Y es que Del Olmo aprendió la lección que le dejó perder días atrás en esta misma sede la final del Clausura 2011. Aquella ocasión, los tijuanenses optaron por defenderse y cayeron.

Anoche faltaron los goles y el futbol, porque los rostros de los 22 actores esperan ahora la cuarta y última película.