Tláloc II-TC, listo para recorrer el final del túnel de Teotihuacan
A CONTROL REMOTO. El nuevo aparato transporta un escáner y una especie de robot en forma de insecto que incluye una cámara infrarroja . (Foto: ALMA RODRÍGUEZ EL UNIVERSAL )
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Tláloc II-TC, el pequeño robot que ha sido preparado para explorar el último tramo del túnel que corre bajo el Templo de Quetzalcóalt en Teotihuacan, tendrá su prueba de fuego el próximo lunes. Será ese día cuando este nuevo robot recorra los últimos 35 o 40 metros del conducto subterráneo, donde en los últimos días se han localizado importantes ofrendas, que incluyen entre otros objetos, fibras textiles de entre mil 900 a 2 mil años en perfecto estado de conservación.
Mientras en la superficie el equipo de ingenieros y programadores alistan los últimos detalles para esa exploración, a 15 metros de profundidad y a unos 30 metros de distancia de la entrada del túnel, los arqueólogos trabajan en la recuperación de una ofrenda que incluye restos de cerámica y dos petates de formas circulares, de unos 30 centímetros de diámetro. Estas piezas se suman a otros elementos de fibras textiles que se han ido localizando en el túnel, entre ellos dos que fueron localizados a unos 56 metros del túnel, en perfecto estado de conservación.
Durante un recorrido con algunos medios de comunicación, el arqueólogo Sergio Gómez Chávez, encargado del “Proyecto Tlalocan, Camino bajo la tierra”, explicó que hasta ahora se han encontrado cerca de siete petates, pero sólo cuatro de ellos están en perfecto estado de conservación. “Es la primera vez que se encuentra este tipo de materiales en Teotihuacan. Nos sorprende el estado de conservación porque muy pocas veces logras recuperar material orgánico”, dijo.
Sobre estos elementos textiles, que corresponden a la etapa más temprana del túnel, cuando estaba en pleno funcionamiento, se han hallado diversos objetos de cerámica, obsidiana, puntas de proyectil y pedernal, que indican que era un espacio para rituales y fue usado especialmente por la élite gobernante.
“Ha sido sorprendente porque estamos casi viendo el ritual que se practicó ahí. La persona que dejó esto colocó todos los objetos muy cuidadosamente sobre los petates. No sabemos qué tipo de persona era, qué tipo de rituales estaban haciendo, pero las características de estos petates nos indican que no son de uso común, son objetos muy finos, seguramente fueron hechos especialmente para este ritual y quien los utilizó era una persona con un alto estatus social”, destacó Gómez Chávez.
En el conducto subterráneo, que mide unos 120 metros longitud y de donde se han extraído más de 800 toneladas de tierra y piedra, los arqueólogos trabajan en la recuperación de los frágiles objetos. “En el sitio se limpian y después se hace el trabajo de consolidación para poder retirarlos”, explica Gómez Chávez.
Los detalles del equipo
Las condiciones de la cámara principal, ubicada al final del túnel, donde se podrían localizar los restos de los gobernantes teotihuacanos, se conocerán el lunes, con las imágenes que proyectará el Tláloc II-TC, que ha sido especialmente equipado para que sea el primero en recorrer los últimos metros del conducto.
En 2010, un carro-robot, denominado Tlaloque I, fue el primero en transmitir las imágenes de este túnel, descubierto en 2003 frente a la pirámide de la Serpiente Emplumada. Pero este nuevo equipo, explicó el ingeniero en robótica, Hugo Armando Guerra Calva, quien trabaja junto con los ingenieros Alberto Alvarez y Francisco Castañón, ha sido equipado para soportar las irregularidades del terreno y, a diferencia del anterior, funciona a control remoto.
El robot, cuyas siglas TC se refieren al investigador Ng Tze Chuen, de Hong Kong, quien colabora en el proyecto y estará presente en la exploración que se realizará el lunes, está conformado por un vehículo transportador que en su parte más alta lleva un escáner que generará un mapa de la cámara. El carro principal también transporta una especie de “robot insecto”, el cual porta una cámara infrarroja y desciende del vehículo a partir de las instrucciones emitidas desde una computadora.
Una vez que este equipo indique las condiciones del final del túnel, los arqueólogos procederán a la exploración del último tramo. “El verdadero inframundo es ese que está allá abajo, por eso es que esta parte debió estar con muros de adobe, aplanado y recubierto con un polvo de mineral metálico, porque es como una antesala para entrar a la parte más sagrada”, apunta Sergio Gómez, frente a la entrada de lo que se considera la cámara principal y donde actualmente se realizan trabajos de exploración de dos cámaras intermedias, cuyas paredes y techo se hallan recubiertos de un polvo mineral compuesto de magnetita, pirita y hematita que brindaba una luminosidad especial al sitio.