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El Taller Ditoria, paraíso de la edición artesanal

Yanet Aguilar| El Universal
Viernes 14 de diciembre de 2012

El Taller Ditoria se dedica a la fabricación de libros a través de un proceso artesanal y meticuloso. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Cada uno de los títulos que salen de esta editorial son realizadas 100% a mano en un pequeño taller de Guadalajara. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Taller Ditoria nació en 1994 en el Distrito Federal con la llegada de una pequeña prensa plana de tipos móviles y, desde entonces, es una de las editoriales que trata de rescatar las artes del libro en México. Juan Boites / EL UNIVERSAL

Gabriela Pérez y Marco Pelliri, impulsores de Auieo, al editorial que nació hace 15 años en Italia, que hace tres años comenzó su trabajo en México y hoy cuenta con 100 suscriptores que pagan mil 200 pesos y reciben dos libros objeto. Ramón Romero / EL UNIVERSAL

Otros proyectos editoriales, como La Dïéresis, que tiene los libros completamente artísticos y artesanales no apuestan ni siquiera a las coediciones pues sus tirajes son de entre 10 y 100 ejemplares. Tomada de ladieresiseditorial.com

Selva Martínez, directora de Ediciones Acapulco, asegura que con lo obtenido de sus tirajes de 250 ejemplares pagan renta, pagan sueldo, tienen un taller en óptimas condiciones y hasta dan clases de edición. Agencia EL UNIVERSAL/Marco Antonio Valdez/JMA

La Dïéresis, es la más artesanal de todas y quiere serlo al 100% incluyendo tipos móviles y sellos; publican a autores jóvenes, pero también a clásicos, como Sor Juana, Amado Nervo y Lope de Vega. Tomada de ladieresiseditorial.com

El Taller Ditoria, paraso de la edicin artesanal

GRABADO. Del libro “Los siete pecados capitales” de Artemio Rodríguez. (Foto: EL UNIVERSAL )

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Videos Taller Ditoria, paraso de la edicin artesanal.
Hechos a mano en un pequeño taller de Guadalajara, Jalisco, son libros de colección, trabajados a la vieja usanza con maquinarias que datan del siglo XVIII y XIX

Cada uno de los títulos que publica esta editorial dedicada a las ediciones tipográficas de autor es hecho 100 por ciento a mano en un pequeño taller de Guadalajara

yanet.aguilar@eluniversal.com.mx

El proceso parece sencillo y semejante al de cualquier libro: se diseña la portada, se forma el texto, se cose, se pegan las pastas, se folia el ejemplar y se firma; así ocurre con cada uno de los entre 250 y 550 ejemplares que Taller Ditoria edita; sin embargo el proceso es artesanal y meticuloso, cada uno de los títulos que salen de esta editorial que hace ediciones tipográficas de autor y manufacturadas, son realizadas 100% a mano, en un pequeño taller de Guadalajara, Jalisco.

Taller Ditoria, la editorial de libros artesanales y libros de artista que nació en 1994 en el Distrito Federal con la llegada de una pequeña prensa plana de tipos móviles que llamaron La Dominga y que venía con una caja de letras tipográficas, es una de las editoriales que trata de rescatar las artes del libro en México, donde se fue perdiendo la tradición pero que hoy se recupera.

Esa es la pretensión del pintor Roberto Rébora, del grabador José Clemente Orozco-Farías (nieto del muralista mexicano) y de Hélena Aldana, los tres socios de este taller que hace libros artesanales, cuidados al máximo, en papel de gran calidad; una editorial de la que David Huerta, poeta y colaborador de EL UNIVERSAL, ha dicho, que hacen libros “hermosamente diseñados e impresos, con la habitual maestría y sentido artístico que sólo tiene el Taller Ditoria”.

El valor de los libros de esa pequeña editorial independiente radica en que son obras artesanales y numeradas (se tiran en promedio 400 ejemplares), que se convierten en objetos de colección pues no sólo van foliados, una buena cantidad van firmados por el autor. Pero también son objeto del deseo de los coleccionistas de ediciones artesanales porque otro de los elementos que cuidan es la selección del papel y las tintas.

Ese sello publica ediciones totalmente manufacturadas a mano que se distribuyen directamente a sus suscriptores. Una es la colección Autoría, que hacen en coedición con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta); otra es Semáforo -la más conocida- donde publican textos breves que no superan las 16 páginas y que agrupa obras de ensayo, poesía y narrativa dirigidas para el público en general, con el fin de promover la lectura.

Entre las ediciones más ricas que ha hecho Taller Ditoria, destaca el libro Inmaterial, una edición ilustrada y editada por Roberto Rébora y de la cual se tiraron 550 ejemplares; 150 están firmados por el autor. Tiene 67 páginas, la mitad cuenta con ilustraciones en impresión digital, y las demás en impresión tipográfica, donde Roberto Rébora reflexiona sobre el oficio del artista.

Entre los últimos libros que han editado en su colección del Semáforo -con 24 títulos hasta ahora- destacan la noveleta La mujer de M. de Mauricio Montiel Figueiras; el ensayo La inocencia del mal, del escritor chileno Rafael Gumucio; y el poemario Lobos, de Miguel Ángel Maldonado, que contiene ilustraciones originales de José Clemente Orozco-Farías y algunas ilustraciones recuperadas que datan del siglo XIX.

A la vieja usanza

Entrar al pequeño taller tipográfico de Ditoria es un viaje al pasado y un encuentro con la edición a la vieja usanza; aquí no hay una sola computadora, ni una impresora laser ni nada semejante; lo que hay es un fuerte olor a tinta y a papel, pinzas que cuelgan de tendederos dispuestas para ayudar en el secado de las impresiones, y ante todo un ruido singular, mecánico, que ya no se escucha en las imprentas modernas.

Lo que se escucha aquí es único, como el rumor del tipeo de las letras en el linotipo de mediados del siglo XX; también cuando éstas van subiendo y recorren el camino hacia la ramal y luego el ruido que hacen cuando las frases caen convertidas en lingotes de plomo, estaño y antimonio; esos lingotes son las líneas que van formando los párrafos y son los párrafos que forman los libros.

En ese taller que fue armado poco a poco, con impresoras que desecharon en Santo Domingo y estuvieron a un tris de ser vendidas “al kilo”, con compra de piezas antiguas que han ido adquiriendo con los años, hay dos personas que tienen a su cargo el trabajo manual de las ediciones, de principio a fin, se trata de Rafael Villegas y su hija Georgina; él, con más de 50 años de experiencia y ella, con una pasión despertada por su padre.

No hay nadie más entusiasta en ese taller que don Rafa, habla con pasión de las máquinas, les da nombre, las limpia y apapacha, conoce del arte de la impresión a la antigüita pero también sabe de los nuevos sistemas, los ha trabajado y tiene claro que aunque seguirán confeccionando libros artesanales, en unos meses que dejen el taller en Lerdo de Tejada 2060 -lo mudarán a una nueva casa- incorporarán otras imprentas y harán parte de las ediciones de manera digital.

En un cuarto pequeño, de acaso cuatro por cinco metros, está el taller donde don Rafa y Georgina trabajan con impresoras, linotipos y técnicas que provienen del siglo XIX y del XX. Don Rafa asegura: “Estaremos en esto hasta que Dios quiera, hasta que el cuerpo aguante y hasta que la gente quiera aprovechar lo que hace el Taller Ditoria”.

Don Rafa Villegas es el alma de esta editorial que tiene entre su catálogo obras como Dicho sea de paso, de Eduardo Milán; Cubiertos de una piel, de Gerardo Deniz; Ars de Job, de Eduardo Scala; Sombra de vuelta y de ida, de Juan Gelman; Un jardín, cinco noches: y otros poemas, de Tedi López Mills y Así es la vida. La pintura de Soledad Tafoya que contiene introducción de Alfredo Zalce.

Esa pasión y orgullo que tiene don Rafa por la edición artesanal se lo ha transmitido a su hija Georgina, quien tenía su trabajo en Guadalajara y por la tarde llegaba al taller para ayudarle a su padre, hasta que dejó el trabajo y se dedicó a la edición.

“Tenía mi trabajo con una jornada de seis horas, cuando llegaba aquí laboraba cuatro horas más, tiempo que me servía para ayudar a mi papá a imprimir porque su vista empieza a fallarle; luego él convenció a los dueños para que me contrataran y ahora le ayudó a hacer la impresión, a compaginar, a coser el libro y a pegarlo”, señala Georgina.

Ellos dos hacen todo el proceso, desde tipear el libro hasta foliar cada uno de los ejemplares. Tienen su tiempo medido, saben que en un libro de 16 o 24 páginas se llevan un mes, en los que superan las 60 páginas invierten más de un mes y medio.

José Clemente Orozco-Farías, artista y quien diseña buena parte de los libros de Taller Ditoria, asegura que es un proyecto de amigos, conoce a Roberto Rébora desde la secundaria. Coinciden en su afán de rescatar las artes del libro en México y hacer ediciones muy cuidadas y bellas que no están peleadas con lo contemporáneo. “La idea es que sean ediciones bien hechas, cuidar el diseño y el prólogo pero sin dejar de experimentar y hacerlo muy contemporáneo; una especie de juego entre lo tradicional y lo contemporáneo”, dice.

La excelente manufactura los ha mantenido en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara desde hace varios años, siempre en el pasillo de las editoriales independientes, pero también los ha impulsado a dar pasos internacionales. En febrero de 2013 participarán en la en Codex BookFair, Berkeley, California, uno de los más importantes encuentros de libros de artistas en todo el mundo.

La idea es llevar sus libros a San Francisco y establecer lazos con toda la gente que está interesada en recuperar lo que se está perdiendo en cuanto a la edición artesanal.

Orozco-Farías asegura que Taller Ditoria no está sola, que cada vez hay más editoriales tipográficas que se inspiran en quien es el mejor impresor de libros tipográficos en México: Juan Pascoe, que con su taller de Tacámbaro, Michoacán, crea libros bellísimos con papel hecho a mano.

En el catálogo de Taller Ditoria hay mucha experimentación; algunos libros son ilustrados, otros sólo tipográficos. Trabaja con el deseo de poner a México a la altura de Inglaterra o Estados Unidos, donde siempre ha habido prensas artesanales con una técnica que nunca se ha perdido.



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