abida.ventura@eluniversal.com.mx

Ricardo Legorreta Vilchis (1931-2011), referente de la arquitectura mexicana, falleció ayer en la Ciudad de México a la edad de 80 años, víctima de cáncer.

Los restos del arquitecto, recientemente galardonado con el Premio Imperial de las Artes de Japón 2011, serán cremados hoy por la mañana en la Funeraria Galia, ubicada en el Panteón Francés de San Joaquín, donde familiares y amigos velaron el cuerpo desde ayer por la tarde.

“Era un gran padre de familia y abuelo. Era un gran hombre para México. Siempre estuvo enamorado de México y trabajó hasta el último minuto de su vida”, manifestó en entrevista telefónica su hija Lourdes Legorreta.

La también fotógrafa, quien colabora en el despacho Legorreta + Legorreta, declaró gran admiración por el trabajo de su padre. “Todas sus obras me iban sorprendiendo cada vez más. No sólo fui su hija, sino su gran admiradora”, comentó Lourdes, quien sin precisar mayores detalles dijo que en los próximos días el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes realizará un homenaje póstumo a su padre.

Deja huella

Nacido el 7 de mayo de 1931 en la Ciudad de México, Legorreta se graduó en 1953 de la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, y desde entonces comenzó una ascendente carrera con obras como el Hotel Camino Real de Polanco -en colaboración con Luis Barragán-, el Tecnológico de Monterrey campus Santa Fe, el Papalote Museo del Niño, el Museo de Arte Contemporáneo Marco de Monterrey, y el Conjunto y la Plaza Juárez.

También se desempeñó como jefe de Proyectos en el despacho de José Villagrán García y en 1964 fundó el despacho Legorreta Arquitectos, actualmente Legorreta + Legorreta, que ahora encabezará su hijo, Víctor Legorreta.

Con una extensa lista de distinciones en nuestro país y en el extranjero, Legorreta también participó en la restauración de edificios históricos, como el Antiguo Colegio de San Ildefonso, en 1993, y en la remodelación de grandes extensiones, como el Zoológico de Chapultepec, en 1994.

Considerado uno de los grandes arquitectos mexicanos y con gran prestigio internacional, Ricardo Legorreta se describía a sí mismo como un arquitecto incansable, un apasionado y un hacedor de sueños.

“Me defino como un hacedor de sueños y no sé cuantos años tengo. Me los han contado desde que nací, pero pienso que la edad está en tu mente, en tus ideas y en tu pasión; creo que si no tuviera la pasión por la arquitectura, muy probablemente ya me hubiera muerto”, declaró en una entrevista a este diario Ricardo Legorreta, cuya arquitectura destaca por la incorporación de la obra de grandes artistas mexicanos o radicados en nuestro país, como Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Juan Soriano, Pedro Coronel, Mathias Goeritz y Rodolfo Morales.

A lo largo de sus 50 años de trayectoria, su trabajo fue galardonado con el Premio Nacional de las Artes 1991, la Medalla de Oro por la Unión Internacional de Arquitectos 1999, la Orden Isabel La Católica 2002.

Entre sus galardones recientes destacan la Medalla y Diploma de la Ciudad de México, que el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, le otorgó en julio pasado como reconocimiento a su compromiso en la mejora del espacio público.

Por esas mismas fechas, el creador del Tech Museum del Pabellón de México en la Expo 2000 de Hanover y el Hotel Sheraton Bilbao, en España, recibió el Premio Imperial 2011 que otorga la Asociación de Arte en Japón a las personalidades más prestigiosas en el campo de las artes a escala internacional. Un reconocimiento que inscribió el nombre de este arquitecto mexicano junto al de una larga lista de destacados creadores que han obtenido el galardón, entre otros Zubin Mehta, Federico Fellini, Ingmar Bergman, Pierre Soulages, Arthur Miller, Merce Cunningham y Akira Kurosawa.

El autor del plan maestro del Centro Nacional de las Artes y creador de edificaciones como el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, la Catedral Metropolitana de Managua, el Centro de Artes Visuales de la Universidad de Santa Fe y el Pershing Square de Los Ángeles, aseguró en su momento que el Premio Imperial no sólo era un reconocimiento a su trayectoria, sino también a la de su hijo Víctor, pero sobre todo era un reconocimiento para México.

“Sin México yo no hubiera podido hacer nada; este es un país maravilloso, un país de arquitectos, de artistas. Por eso digo que es un reconocimiento a este pueblo que es extraordinario, tenemos problemas muy serios, pero en el campo de la arquitectura siempre hemos sido de primer orden”, aseguró el arquitecto en entrevista antes de recibir el prestigiado galardón.

De sus obras a nivel internacional resalta un proyecto destinado a la educación, en Qatar, que ejecutó junto a su hijo Víctor.

Los arquitectos, padre e hijo, erigieron en la ciudad de Loha, un edificio dentro del complejo Qatar Foundation Education City, proyecto académico realizado a iniciativa de la reina de Qatar, Sheika Mozah, encargada de seleccionar a los arquitectos y diseñadores para ese complejo.