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“La música de Daniel Catán toca el alma”

Alida Piñón| El Universal
Sábado 24 de septiembre de 2011
La msica de Daniel Catn toca el alma

ENTRADA. • Terminando de grabar La Hija de Rappaccini. Sala Silvestre Revueltas del Complejo Cultural Ollin Yoliztli. México 1991. (Foto: XXXX EL UNIVERSAL )

Hoy, la Compañía Nacional de Ópera (CNO) rendirá un tributo musical a Catán, primer autor mexicano cuyas óperas fueron representadas con éxito en EU y Europa

ana.pinon@eluniversal.com.mx

 

Han pasado sólo cinco meses desde que murió uno de sus mejores amigos, pero Eduardo Diazmuñoz se siente listo para conversar sobre quien también fuera uno de los músicos que más admira, Daniel Catán, el compositor mexicano más importante de los últimos tiempos.

Sólo unas semanas tras la muerte de Catán, Diazmuñoz escribió un amoroso texto en su honor y resumió así la importancia del compositor para el mundo de la música: “Si Monteverdi y Cavalli, Donizetti y Bellini, entre muchos otros, cimentaron el género en su idioma materno -mismo que fue consolidado magistralmente por Verdi y Puccini-, pues entonces compartíamos. Ellos son al italiano en ópera, lo que Mozart es al alemán, lo que Glinka es al ruso, lo que Britten al inglés, y lo que tú, Daniel Catán, eres al español”.

Hoy, la Compañía Nacional de Ópera (CNO) rendirá un tributo musical a Catán, primer autor mexicano cuyas óperas fueron representadas con éxito en EU y Europa. El programa del concierto, a realizarse en el Palacio de Bellas Artes, fue concebido por Diazmuñoz.

A propósito del homenaje, el director de orquesta radicado en Estados Unidos habla con EL UNIVERSAL sobre su amigo y colega.

¿Cómo fue que surgió la idea de hacer un homenaje?

Una semana después de que murió, pensé que teníamos que hacer un homenaje en su tierra natal. Hablé con su esposa y sus hijos, después empezamos a ver dónde podría organizarse. Finalmente fue a través de la Ópera de Bellas Artes, lugar en donde la obra de Daniel despegó de una manera notable. Planteé que deberíamos concentrarnos en dos de los géneros que cultivó de una manera más ejemplar: ópera y música sinfónica.

¿El programa que preparó es un perfil de la personalidad y las cualidades de Catán como compositor?

Sí, porque es una retrospectiva de los mundos que abordó, con el que tuvo un éxito muy fuerte y muy intenso fue en el de la ópera. Siempre trabajó para la voz, para el canto, para esa unión entre el texto y la música, no lo hizo de una manera superflua sino con cualidad inquisitiva, le buscó el sonido, el más profundo a esa unión matrimonial entre texto y música.

Le gustaba que las voces flotaran por encima de los sonidos orquestales. Siempre fue un gran orquestador, con un lenguaje propio, utilizaba combinaciones que sólo eran de él. Creo que lo más importante de su música es que sí comunica, su música toca el alma, algo que logró tanto en sus óperas como con su música sinfónica.

¿Cree que Daniel Catán consideró a “Il Postino” como la reunión de todo lo que había aprendido de la ópera?

Sí, pero desde el punto de vista del libreto. Todos los compositores de ópera escriben una historia y eligen a un libretista, pero Daniel tenía un doctorado en filosofía, así que su manejo del lenguaje era espléndido, sin embargo, siempre quiso trabajar en colaboración. Con Il Postino me dijo que se sentía listo para ser él mismo su libretista. Se nota su maestría en cómo contar la historia y se nota que la música también viene de la misma persona, todo se vuelve una unión extraordinaria. Con esto no quiero decir que sus anteriores óperas no lo fueran, sino que compositor y libretista logró algo sublime, tenía el control de todo. Un día me comentó que no siempre era fácil trabajar con un libretista porque no sabía cómo determinada palabra se escuchaba cantada, Daniel sí lo sabía, tenía idea de la línea dramática y sabía cómo se decían las cosas. De hecho, esto fue una de las razones por las que decidió escribir.

¿Lo mismo ocurrió con la ópera en la que estaba trabajando, “Meet John Doe”?

Sí, pero lo interesante de esta ópera es que fue la primera obra que trabajó en el idioma inglés.

¿Qué pasará con esa ópera?

Se formó una fundación, con base en Los Ángeles, de la que soy parte. Una de nuestras prioridades es terminarla, estamos analizando si Daniel la pensó como una comedia musical. Esto nos tomará tiempo, por lo pronto trabajamos en lo que dejó avanzado, existen por lo menos cinco escenas del primer acto, también tenía esquematizado lo que iba a suceder en el segundo acto. Lo que sí está terminado en su totalidad es el libreto.

¿Cree que el hecho de haberla escrito en inglés significó brindarle una suerte de homenaje al país que lo cobijó?

Sí. En un texto que escribí a las pocas semanas que falleció, sostuve que esa obra la hizo en homenaje y en gratitud al país que le dio todo lo que el suyo le negó. Daniel ya es parte de la historia como el compositor que ha hecho del español un lenguaje rico, profundo y con más presencia dentro de las casas de ópera, pero escribir en inglés significó un gesto de gratitud.

¿Considera que le resultó doloroso estar fuera de su país?

Lo platicábamos desde los años 80, decíamos que si queríamos hacer algo por nosotros, por nuestro país, tendríamos más oportunidades si nos íbamos. De alguna manera fue un autoexilio.

¿A usted le sucede lo mismo?

Sí, por eso esta situación la compartimos muchas veces. Daniel y yo tuvimos una amistad muy intensa, con una confianza que fue más allá de ser simplemente colaboradores o colegas. Para mí siempre fue un gran honor trabajar con él y ser su amigo. De alguna manera nos consolábamos mutuamente cuando llegaba el momento de tomar decisiones duras para nuestras carreras o sobre nuestras familias. No deja de ser doloroso que fuimos un par de exiliados, pero al mismo tiempo sentíamos la satisfacción de haber tomado la decisión correcta. Siempre le dije que estaba haciendo más por México fuera de él, que si se hubiera quedado. Todo esto culminó con que él sí se nacionalizó norteamericano.

¿Cree que los reconocimientos, el justo valor a su obra, ya se ha dado?

No, México tiene una cuenta pendiente con él. México no acaba de aquilatar la importancia de su obra. En Estados Unidos y en Europa ya se dio ese reconocimiento y ese valor. Ahora que ha fallecido, estoy seguro de que su obra tendrá más difusión en su país. Lo que me da gusto es que pudo saborear el éxito en vida, lamentablemente fuera de México. Uno de los últimos correos que nos enviamos fue la información sobre la posibilidad de estrenar en México Il Postino, me contestó: ‘Querido, en México uno nunca sabe, cuatro veces se ha dicho que se montará y las mismas cuatro veces se ha pospuesto, así que hasta no ver, no creer’. Esto duele, es una desgracia que tuvo que morir para que finalmente se presentara. Los homenajes se hacen en vida y seguimos sin comprenderlo, los seres humanos somos de muy lento aprendizaje.

¿Quién le debe más a Catán, las instituciones, los mexicanos?

El público mexicano de alguna manera también es víctima, sobre todo en un sistema como el mexicano, en el que las autoridades dictan que es lo que se hace o se ofrece al público. En otros países las casas de ópera no dependen de los gobiernos y en las que sí, como en Europa, hay un enfoque totalmente distinto, allá tienen la consciencia de que se está en los puestos para servir al público, que tienen una responsabilidad para cuidar no sólo de la salud o la educación, sino también de la difusión de las artes, la ciencia y la tecnología del propio país. En México, ya sabemos, es un poco a capricho, primero se presentan los cuates y se carece de un compromiso que tenga sentido. Así es esto, por eso nos hemos salido tantos mexicanos del país.



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