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Gabriel Orozco invade Londres con objetos de la vida cotidiana

El Universal
Martes 18 de enero de 2011
Gabriel Orozco invade Londres con objetos de la vida cotidiana

“LA DS”. Realizada en 1993, una de las obras más conocidas del artista mexicano, y fue inspirada por el automóvil Citroen fabricado en Francia en la década de 1950. (Foto: TOBY MELVILLE REUTERS )

“Chicotes” es una instalación que el artista creó especialmente para ser exhibida en la Tate Modern

LONDRES.— La poesía de los objetos de la vida cotidiana y el humor, a veces con un toque negro, que impregnan la obra de Gabriel Orozco han llegado a la Tate Modern, de Londres.

Orozco es un artista polifacético, que trabaja en distintos soportes, desde la escultura a la fotografía, pasando por la pintura, el dibujo y los llamados “objets trouvés”, que manipula lúdicamente.

Cuando otros, como Jeff Koons, recurren en sus creaciones al gigantismo y a lo espectacular, las más de las veces simplemente decorativo, Orozco muestra que lo pequeño y lo humilde es hermoso y conmueve mucho más.

Lo primero que encuentra el visitante a la exposición, que estará abierta desde mañana hasta el 25 de abril, es una foto que muestra el torso, los brazos y las manos de artista imprimiendo sus dedos en una masa de arcilla.

El resultado de ese gesto, que lleva como título Mis manos son mi corazón, aparece en una vitrina próxima: un trozo de arcilla con la huella que han dejado sus dedos y con la forma aproximada del músculo cardíaco.

Otro de los objetos más icónicos es una calavera auténtica sobre cuya superficie el artista mexicano dibujó con grafito pequeños cuadrados negros como los de un tablero de ajedrez, que se van luego distorsionando y adquiriendo una forma romboidea.

Según cuenta una de las comisarias de la exposición, la española Iria Candela, esa obra es anterior a la famosa calavera tachonada de diamantes del británico Damien Hirst, quien supuestamente se la quiso comprar a Orozco.

Es en cualquier caso como otras de las obras de la exposición, por ejemplo, la titulada Pelvis, ejecutada en barro y que muestra esa parte del esqueleto, además del torso, una cabeza y los húmeros; un “memento mori” que Candela relaciona con la influencia del barroco español en la cultura mexicana.

Orozco siente por otro lado una clara fascinación por todo lo que implica movimiento y, así, una de las obras más impactantes de la exposición es un viejo Citroen DS que encontró en un cementerio de coches en París y que seccionó en tres para eliminar la parte central y reconstruirlo de nuevo.

El automóvil adquiere así, no sólo una forma más aerodinámica, sino que, por otro lado, se parece más a un féretro, lo que podría considerarse una alusión a los muertos en las carreteras.

Arte con materiales residuales

Otros objetos industriales modificados y convertidos en esculturas son unas bicicletas de Rotterdam a las que el artista eliminó sillines y manillares y que volvió a ensamblar para formar con ellos una original escultura, o el ascensor que sacó de un viejo edificio de Chicago y que también seccionó para acomodarlo a su propia altura.

Muy humorística es también la mesa de billar ovalada con tres bolas, dos blancas y una roja colgada del techo a modo de péndulo, con la que el visitante puede jugar utilizando los tacos que encuentra a la entrada de la sala; como poético es el tablero de ajedrez multiplicado por cuatro en el que la única figura es el caballo. Su título: Caballos corriendo sin fin.

Hay también una escultura cinética que consiste en un ventilador de techo con hojas de papel higiénico suspendidas de las aspas que no dejan de girar, obra concebida en un viaje a la India.

Una instalación creada especialmente para la Tate Modern es la titulada Chicotes, para la que Orozco reunió restos de neumáticos que se reventaron en las carreteras de México y que siguen oliendo a goma quemada.

Muy representativa de su poesía de lo efímero es la instalación Linteles, en la que el artista utiliza materiales residuales de todo tipo -desde trozos de tela hasta pelos- que se quedan en los filtros de las secadoras de lavanderías, y que Orozco ha colgado de cuerdas como si se tratara de ropa puesta a secar.

Para la obra titulada Dial Tone, Orozco troceó las páginas de un listín telefónico de Nueva York y pegó los números, unos junto a otros, sin los nombres de las personas a las que correspondían, en un rollo de papel de arroz japonés de diez metros de largo, mientras que en otra ocasión extrajo y reprodujo las frases más significativas de las necrológicas de distintas personas aparecidas en The New York Times. (EFE)

 



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